DOMINGO V. TIEMPO ORDINARIO. CICLO A

¡QUE BRILLE VUESTRA LUZ! 

Es un imperativo de Jesús a nosotros, sus discípulos y discípulas: ¡que brille nuestra luz! Jesús no quiere que formemos un grupo clandestino, cerrado en sí mismo, endogámico y preocupado por cuestiones internas. Nos lanza, más bien, a la publicidad, a la sociedad, al mundo. 
Sabe que dentro de nosotros brilla la luz y que esa luz no puede quedar oculta. Es necesaria a nuestro mundo. Sabe que hay en nosotros un potencial inmenso que puede impedir la corrupción del mundo: ¡la sal! Y quiere que nos diluyamos en la sociedad para dar sabor y para impedir la corrupción. 
Cuando Jesús nos habla en estos términos, no nos está pidiendo que nos convirtamos en un grupo fundamentalista, orgulloso y autosuficiente. Eso se descubre inmediatamente cuando nos preguntamos: ¿a qué luz se refiere Jesús? ¿a qué tipo de sal?

¿Cuándo desprendemos luz?

En conexión con los profetas, Jesús nos dice que desprendemos luz cuando somos compasivos, cuando el amor se apodera de nuestras relaciones, cuando todo lo que somos se convierte en compasión, en amor solidario, en amistad, en pasión por la humanidad.

El establecimiento de relaciones justas, la compasión samaritana, el olvido de sí para ayudare al que lo necesita, la implicación generosa en la construcción de la comunidad… todo eso nos hace luminosos.
Las “buenas obras” nos asemejan al Creador que todo lo hizo bien y bello. Las “obras bellas” son aquellas que nacen del amor verdadero hacia todos. El Jesús que pasó por la tierra haciendo el bien, era la Luz del mundo. Sus discípulas y discípulos, cuando pasamos haciendo el bien y la belleza, somos Luz del Mundo.

¿Quiénes son verdaderas lumbreras?

Pablo nos pide que no nos confundamos. Muchas veces hemos llamado “lumbreras” de nuestro mundo, o de la Iglesia, a quienes disponen de la sabiduría humana. Pablo renunció a ser lumbrera de ese modo. Renunció totalmente a la sabiduría humana. Se abrazó a la sabiduría de la cruz: esa sabiduría es humilde, estremecida, callada; ¡ilumina sin pretenderlo!

Podemos caer en la fácil tentación de “exhibir” nuestras buenas obras, de autodefendernos ante la sociedad y expetarle en la cara que nosotros, la Iglesia, somos mucho mejores que ellos: ¡que a caridad y solidaridad, nadie nos gana! Pero ese no era el estilo de Jesús. Cuando él nos pedía ser luz del mundo, no nos quería exhibicionistas, ni jactanciosos. La verdadera compasión no necesita autodefensas. Tras cualquier viernes santo… vendrá después la pascua victoriosa de la resurrección. No hay que hacer nada. Simplemente morir en las manos de Dios, y el Abbá proveerá.

Que sea mi vida la luz… la sal

Pero más allá de cualquier forma de humildad y modestia, Jesús quiere que seamos luz en el camino de nuestros hermanos y hermanas. Se nos ha concedido la luz de la fe para iluminar, para acompañar, para dar sentido al mundo. Se nos ha hecho sal de la tierra para darle gusto a las comidas, para darle a la vida humana sabor.

Tenemos vocación de luz misionera, de sal misionera. Salgamos de nuestra reclusión. Los discípulos y discípulas de Jesús no tenemos vocación de sacristía. Nuestro lugar son las plazas, las calles, los auditorios, las plataformas. Todos los dones por los cuales la gente nos quiere, nos admira, nos llama, son recursos de misión con los que cuenta el Espíritu Santo para llevar adelante el proyecto de Jesús y realizar la voluntad del Abbá. Por eso, cantemos aquella entrañable canción que hace tiempo aprendimos: ¡Que sea mi vida la luz, que sea mi vida la sal, sal que sale, luz que brille, sal  y fuego es Jesús!

José Cristo Rey García Paredes, cmf

DOMINGO 4. TIEMPO ORDINARIO. CICLO A

LA BIENAVENTURANZA DE LOS POBRES 

Ante la gente pobre Jesús se sentía conmovido. Le ganaban el corazón. Ante los pobres Jesús se transformaba: se sentía inspirado, rebosaba de alegría y daba gracias al Abbá.  Jesús disfrutaba restaurando su belleza exterior e interior, devolviéndoles la salud, dándoles de comer, sacándolos de sus depresiones, liberándolos de sus demonios. Restauraba su belleza. Por ello, los proclamaba ” bienaventurados”. Las lecturas de este domingo nos hablan: 1) de quienes, en su indigencia, nunca desconfían (profeta Sofonías); 2) de quiénes son los elegidos de Dios para confundir a los fuertes (San Pablo); 3) de Jesús proclamando la bienaventuranza de los pobres.

1. Quienes en su indigencia, nunca desconfían

El profeta Sofonías vivió unos seiscientos cuarenta años antes que Jesús. Fijó su mirada y su corazón en un resto de Israel -pobre y humilde- que vivía en el monte Sión- . El los denominó: la “hija de Sión”. Este grupo de gente sencilla y pobre cumplían los los mandamientos de Dios: no cometían maldades, ni decían mentiras. Buscaban la justicia. Confiaban en el nombre del Señor. 
De ellos decía Sofonías que escaparían salvos en el día de la ira del Señor. Y les prometía que pacerían en verdes praderas y se abrevarían en fuentes tranquilas; vivirían sin sobresaltos. El profeta Sofonías se dirigía a ellos, como el ángel Gabriel se dirigió a María: ¡Alégrate, hija de Sión!

2. Los elegidos de Dios para confundir a los fuertes

Una comunidad semejante encuentra san Pablo en Corinto. Por eso les dice: “¡Fijaos en vuestra asamblea!”: no hay entre vosotros sabios en lo humano: lo necio del mundo lo ha escogido Dios; ni hay entre vosotros poderosos: lo débil del mundo lo ha escogido Dios; ni aristócratas: lo despreciable, lo que no cuenta, ha sido escogido por Dios. Y es así cómo Dios humilla a los sabios, poderosos y ensalza a los humillados.
A veces, nos gloriamos de nuestra “ortodoxia”, de nuestras “teologías”, de nuestros “conocimientos”, de nuestro “poder”, de contar “tanto” dentro del organigrama eclesial, o social. Pero ahí está la comunidad de los pobres para bajarnos los humos, para hacernos ver que Dios elige lo pequeño, lo que no cuenta.

3. De ellos es el Reino de Dios 

Sofonías y Pablo se quedaron muy atrás, comparados con el Jesús que en la montaña proclamó las Bienaventuranzas: a los pobres, a los que lloran, a los sufridos, a los que luchan por la justicia -aunque sean perseguidos, a los no-violentos o misericordiosos, a quienes tienen un corazón limpio, honesto, a los que trabajan por la paz. 
Y son dichosos porque recibirán las marcas del Reino de Dios y serán reconocidos como “hijos de Dios”.
Jesús confía locamente en las energías espirituales de los pobres, de los marginados, de las víctimas de la violencia. Jesús sabe que allí donde hay caos humano, allí el Espíritu Santo puede crear algo absolutamente nuevo.

Conclusión

Jesús nos indica dónde está la verdadera felicidad. ¡Qué lástima, que busquemos tantas veces la felicidad donde no está! ¡En la riqueza, en la venganza, en la guerra, en la ofensa a los demás, en la deshonestidad, en la dureza de corazón!

José Cristo Rey García Paredes, cmf

DOMINGO 2 TIEMPO ORDINARIO. CICLO A.

CARGANDO CON EL PECADO DEL MUNDO

Este domingo -el 2º del tiempo ordinario- nos presenta al Jesús adulto: tenía entorno a los 30 años. Hasta ese momento había permanecido oculto en Nazaret. Apareció en tierras del Jordán, sin decir nada, ni presentarse. Un profeta soñador, hijo del sacerdote Zacarías y de Isabel, que no se ubicó en el Templo, sino en el desierto, fue el encargado de presentar a Jesús ante Israel. La verdad es que el pueblo de Dios se encontraba en una profunda división y crisis de identidad.
Las tres lecturas de este domingo se centran en: a) Un gran sueño profético (Isaías); b) La sorprendente presencia de Jesús; c) La invocación de su nombre.

a)  Un gran sueño profético (Isaías)

La primera lectura de hoy, tomada del cap. 49 del profeta Isaías, nos habla de una añoranza: un misterioso Siervo de Yahweh:

  • Dios lo formará ya en el seno de su madre. Será un servidor del que Dios estará orgulloso. Servidor en hebreo es “ebed” y “servicio a Dios” se dice en hebreo “aboda”, que en griego es leitourgia, o el servicio divino.
  • Dios le confiará una doble misión: reunir al pueblo de Israel, formado por tribus hermanas, dividas y enfrentadas; y ser “luz de las naciones” para que la salvación llegue a todos hasta el confín de la tierra.

b)  La sorprendente presencia de Jesús

Nos dice el Evangelio de hoy que “Al día siguiente de bautizar a Jesús en el Jordán, vio Juan el Bautista- que Jesús venía hacia él” y exclamó: ¡Este es el Cordero de Dios que carga con el pecado del mundo!

El término utilizado por el cuarto Evangelio para referirse a Jesús es “àmnós”: y “àmnós” se traduce por “corderito joven”; y el término “airón” significa que “carga sobre sí y lleva”. La traducción más adecuada sería: ¡Este es el Corderito que carga y lleva sobre sí el pecado del mundo!

¡Fijémonos en el contraste estremecedor! A Juan le había sido anunciado que vería bajar el Espíritu santo y posarse sobre Jesús. Ahora Juan dice que ese Jesús -poseído por el Espíritu- está también cargado y sobrelleva sobre sí el pecado del mundo. ¡En Jesús, el Espíritu y el Pecado! Por eso, su misión es reunir las doce tribus – para ello elige a los Doce apóstoles. Su misión es ser luz del mundo y descargar a la humanidad de sus tinieblas.

c)  La invocación del nombre de Jesús

En tiempos ya de Pablo, el apóstol reconoce -en su primera carta a los Corintios – que en diversas partes de la tierra se invoca el nombre del Señor Jesucristo. Respondieron a la llamada del Señor resucitado y por eso llevan la ley de Dios en sus entrañas. “Al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo y en la tierra”.

Conclusión

No nos fijemos tanto en lo que hacemos nosotros. Fijémonos más en lo que Jesús hizo y sigue haciendo “por nosotros”: él carga con nuestros pecados, para que nosotros carguemos con su Justicia. Él es el Corderito que carga con el pecado del mundo. Él cargando con nuestros pecados y… nosotros… ungidos por su Espíritu.

José Cristo Rey García Paredes, cmf

domingo 3 tiempo ordinario. ciclo a

EL PUEBLO EN TINIEBLAS VIÓ UNA LUZ GRANDE 

Este es el Domingo de la Luz misionera. Esa luz necesita atletas que con ella recorran el mundo para iluminarlo… porque todavía hay mucha oscuridad… incluso entre nosotros. La liturgia nos invita a dar tres pasos: 1) En las tinieblas aparece una gran luz; 2) Jesús-Luz y su comunidad iluminada; 3) Muerto en la cruz por nosotros. 

a) En las tinieblas aparece una gran luz (Isaías)

¡Galilea de los gentiles! He ahí la expresión peyorativa que estaba en boca de no pocos en tiempos de Jesús. Los del sur (Judea, Jerusalén) se consideraban habitantes de la luz. En cambio, a los del Norte (Galilea, Zabulón, Neftalí) los consideraban habitantes de las tinieblas.
A pesar de todo, el profeta Isaías les anuncia una excelente noticia: ¡que les brillará una luz grande, se quebrará la vara del opresor y se verán libres del yugo que los oprime. 
En este contexto, los buenos israelitas, solían cantar el salmo 26: “El Señor es mi luz y mi salvación, el Señor es la defensa de mi vida… ¿A quién temeré?, ¿quién me hará temblar?” “Aunque camine por cañadas oscuras, de muerte, nada temo, porque tú vas conmigo”.

b) Jesús luz, y su comunidad iluminada

Resulta que el lugar designado por Isaías como tierra de tinieblas, el territorio de Zabulón y Neftalí, es el lugar escogido por Jesús para mostrarse. Él es la Gran Luz. Allí inicia su ministerio… allí comienza el largo amanecer del Reino de Dios.
Y la Luz de Jesús comenzó a prender en otros: Andrés y su hermano Pedro, Santiago y de su hermano Juan. Jesús los eligió para que fueran “testigos de la luz”. Y emprendieron su camino misionero como pescadores de hombres.
No se ilumina el mundo cuando nosotros lo intentamos, sino cuando en nosotros se refleja la Luz de Dios, el Sol que es Jesús. En nosotros se hace verdad el “misterio de la Luna”

c)  ¡Muerto en la cruz por vosotros!

Pablo rechazó cualquier tipo de fanatismo en torno a su persona para no volver ineficaz la cruz de Cristo.
¡Qué buena advertencia para quienes se anteponen a los demás para brillar como “estrellas”! Unos de Apolo, otros de Pablo, unos de Benedicto, otros de Francisco… Seguir a estrellas divide la comunidad. Somos constelación, comunidad de lunas sin luz propia. Sólo uno es el Sol, la Luz de las Gentes.
Y esta Luz tiene que ser llevada a todo el mundo. La misión es como construir un gran cableado, una gran red, para que la Luz que llegue hasta los últimos rincones de la tierra y nadie quede a oscuras.

Conclusión

«¡Luz, más luz! «¡Mehr Licht!)» fueron las últimas palabras de Goethe poco antes de morir el 22 de marzo de 1832, según contó su médico Carl Vogel. Morimos cuando no tenemos luz, cuando todo se hace oscuridad a nuestro alrededor. Por algo, comenzó Dios la Creación diciendo: “¡Hágase la Luz!”.
Dios sigue dirigiendo su palabra imperativa: ¡Hágase la Luz! Y cuando María dijo “Fiat” (hágase), dio a luz. Ante Jesús, Luz del mundo, toda tiniebla desaparece: los ciegos recuperan la vista.  Los guías ciegos se transforman en videntes y transformadores.

José Cristo Rey García Paredes, cmf

EPIFANÍA DEL SEÑOR. CICLO A

TRAS LA ESTRELLA HACIA EL PORTAL: La Epifanía de la irradiación misionera

La fiesta que hoy celebramos tiene nombre griego. “Epifanía” quiere decir “manifestación”. Celebramos el día en que el Hijo de Dios y de María fue manifestado a otros pueblos de la tierra representados por los magos de Oriente y recibió de éstos homenaje y adoración. Las tres lecturas de este día nos transmiten que: 1) Jerusalén, ciudad de la Luz; 2) Belén y la casa donde se posó la estrella: 3) El misterio oculto desde siempre es revelado a las naciones.

1.   Jerusalén, ciudad de la Luz (Isaías)

Sentimos terror y angustia cuando nos perdemos entre la niebla o en un túnel o cueva sin aparente salida, cuando perdemos toda referencia. Se despiertan en nosotros temores ancestrales y culturales. Nos sentimos víctimas del sinsentido. ¡Así describe el tercer Isaías la situación del mundo, antes de la llegada del Mesías!

“Mira: las tinieblas cubren la tierra y la oscuridad los pueblos”.

Pero Dios envía un profeta de gracia: Mebasser lo llama el profeta Isaías (Is 40; 52; 61), que literalmente quiere decir en hebreo “mensajero de alegres noticias”. Este profeta anuncia el amanecer de la luz y con ella de la Gloria o Belleza de Dios sobre Jerusalén. 

La ciudad se convierte en el vértice del mundo; irradia su luz llega hacia todos los pueblos de la tierra. Atraídos por ella, todos se ponen en marcha: en primer lugar, los hijos e hijas del Pueblo de Dios, dispersos, desterrados; después los demás pueblos. Traen a Jerusalén la riqueza de las naciones: llegan multitud de camellos, dromedarios, traen incienso, oro y proclaman al Dios de Israel: “se postrarán ante el Señor todos los pueblos de la tierra” (Sal 71).

2.   Belén y la casa donde se posó la estrella (Mateo)

Quienes visitan a Jesús en Belén hacen realidad la profecía del Mebasser: primero los pastores, después los magos. Le traen a Jesús las riquezas de las naciones. 

La casita de Belén -en que moraban Jesús, María y José- se convierte en “centro de atracción e irradiación misionera”. Los Magos, personajes sensibles a los signos del cielo, percibieron la llegada a la tierra de una luz misteriosa. Vieron su reflejo en una estrella.  No quisieron perder la oportunidad. Se pusieron en camino y dispuestos a superar cualquier dificultad.

Su visita a Jerusalén muestra, por una parte, su sensibilidad religiosa y por otra la insensibilidad de los sumos sacerdotes y escribas que, aunque conocen las Escrituras, no reconocen en ellas lo que Dios les pide. Los magos creen en la Palabra del profeta; se vuelven exégetas prácticos de ella:

“Y tú, Belén, tierra de Judea, no eres un mucho menos la última de las ciudades… de ti saldrá un jefe”.

Hay quienes se preguntan por la veracidad histórica de los hechos aquí relatados. La experiencia histórica, más de veinte siglos de experiencia misionera, nos muestran cómo personas de las más diferentes culturas y pueblos se postran ante el Niño y la Madre y lo adoran. Cómo también, hay autoridades políticas y religiosas que persiguen al Niño y a la Madre y quisieran exterminarlos. Lo dijo simbólicamente el libro del Apocalipsis: el dragón está apostando delante de la mujer, para devorar a su hijo apenas nazca (Apc. 12). El dragón sigue también hoy con sus asechanzas. Pero Dios protege al Hijo y a la Madre. La misión de irradiación y atractivo irresistible sigue adelante. 

No debemos confiar más en nuestras estrategias de misión que en el encanto irresistible del Niño de Dios, enviado por el Abbá, porque tanto amaba al mundo…

3.   El misterio oculto desde siempre es revelado a las naciones (Efesios)

En los magos se cumple inicialmente el misterio oculto de Dios, que el autor de la carta a los Efesios reconoce que le ha sido revelado: que comiencen a creer en Jesús y agregarse a su Cuerpo, que es la Iglesia, hombres y mujeres de otros pueblos de la tierra, diferentes del pueblo judío. 

Hoy también asistimos al despliegue maravilloso de la fe en Jesús en todo el mundo. Mujeres y hombres de todas las razas –ahora especialmente en Asia y en África- se sienten iluminados por la luz de Jesús, por su estrella. En cambio, aquellas personas de las que se podría esperar una mayor adhesión de fe y compromiso se muestran escépticas y frías, incluso hostiles, como fue el caso de las autoridades políticas y religiosas de Jerusalén, cuando fueron visitadas por los magos.

Celebramos también la vocación misionera de la Iglesia.

José Cristo Rey García Paredes, cmf

Solemnidad de santa María, madre de Dios. Ciclo A

HACIA LA CASA FAMILIAR – MARAVILLOSA MATERNIDAD

La historia sigue su ritmo imparable. Un número más acabamos de añadir a la contabilidad del tiempo. Anoche despedíamos entre alegría y nostalgia el año 2022, totalmente envejecido y caduco. Dimos la bienvenida al año nuevo 2023. Hemos comenzado ya a escribir la primera página. Nos brotan espontáneamente buenos deseos y augurios: deseamos paz, justicia, salud, felicidad…  La Eucaristía de este domingo nos invita a dar tres pasos: 1) El deseo: ¡que Dios nos bendiga! 2) El misterio: ¡nacido de mujer!; 3) Presentación humilde en sociedad e imposición del nombre.

1.   El deseo: ¡que Dios nos bendiga!  (Libro de los Números)

Nuestra historia humana es compleja, impredecible, imprevisible. No podemos evitar el temor estadístico ante todo lo malo que nos puede acontecer: guerras, accidentes, catástrofes, enfermedades, conflictos políticos, familiares, comunitarios. Pero sí podemos -ante todo- confiar en nuestro Dios como confió en Él Moisés cuando bendijo al pueblo de Israel con estas palabras:

“El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor se fije en ti y te conceda la paz”.

¡Qué bellísima bendición para comenzar el año 2023! Le pide a nuestro Dios para nosotros, nuestras familias, comunidades y amistades, para nuestros pueblos, para nuestro planeta y todos sus habitantes, cinco regalos: ¡bendición, protección, luz, favor, mirada y paz!

También nosotros podemos ser extensión de la bendición de Dios para los demás, como nos pedía san Pablo: “¡Bendecid, sí! ¡Bendecid, no maldigáis!” (Rom 12,14).

2.   El misterio: ¡nacido de mujer! (Gálatas)

La mayor bendición de Dios a la humanidad nos llegó hace ya más de 20 siglos: el maravilloso día en que una joven doncella, María de Nazaret, prometida como esposa a José de la casa de David, dijo “fiat” (“hágase”) al mensajero divino. En ese momento se inició en su cuerpo -sin estrenar- un tipo de maternidad misteriosa, única, virginal, trascendente. Su cuerpo femenino fue penetrado y consagrado por el Espíritu de Dios y la potencia del Altísimo la cubrió con su sombra. Durante nueve meses el Abbá y el Espíritu realizaron en ella la más misteriosa encarnación del Hijo eterno de Dios.

En su carta a los Gálatas san Pablo nos describe este misterio y lo prolonga en nosotros. Sus palabras son concisas y emocionantes: 

  • Se cumplió el tiempo. 
  • Dios envió a su Hijo, nacido de mujer para que recibiéramos la filiación adoptiva.
  • Porque somos hijos de Dios, envió a nuestros corazones al Espíritu de su Hijo que clama “¡Abbá!”

María fue adoptada como madre y nosotros como hijos. Por eso, gracias al Espíritu podemos decir: ¡Abbá! Gracias al Espíritu María podía decir a Jesús: “¡Hijo mío!”.  

La bendición llegó a la humanidad por medio de la maternidad de María. Y lo que ella revela es no solamente que Jesús es el Hijo de Dios, sino que también nosotros lo somos por pura gracia y misericordia.

3.   Presentación humilde en sociedad e imposición del nombre

El evangelio de este día nos narra con sencillez cómo el Niño fue presentado en sociedad por María y José. Lo presentaron a los pastores, que les transmitieron el sorprendente mensaje de los ángeles. La actitud de la madre, María, nada tenía de arrogante. Humilde, estremecida, “meditaba todo esto en su corazón”. José no asumía ningún protagonismo. Allí estaba, silencioso, pero siempre alerta y disponible para cualquier emergencia. 

Al cumplirse los ocho días, María y José hacen que el Niño divino sea circuncidado para quedar marcado en su cuerpo por el signo de la Alianza. Además, le imponen el nombre inspirado por el ángel: el nombre abreviado de Josué, es decir, “Jesu”. María y José, al imponerle el nombre, lo reconocen oficialmente como su “hijo”; y desde el simbolismo, consideran que salvará al pueblo y lo llevará a la tierra prometida.

Conclusión

Al comenzar este año, acerquémonos simbólicamente a María para honrar su magnífica maternidad y proclamar que gracias a ella la humanidad está en manos de Dios. Y que la bendición de Dios se derrame sobre todos los seres humanos y sobre la madre tierra y todo lo que la habita.

José Cristo Rey García Paredes, cmf

DÍA DE NAVIDAD

MISTERIOSO NACIMIENTO

Para celebrar, hoy 25 de diciembre, la Navidad de Jesús la Iglesia escoge y proclama algunos de los textos más sublimes y difíciles de interpretar del nuevo Testamento: unas líneas iniciales de la carta a los Hebreos y el misterioso prólogo del cuarto Evangelio. Anoche se nos relató el hecho histórico. Hoy se nos revela, en tres momentos, su misterioso significado para la creación y la humanidad.
1. “El Verbo se hizo carne”;
2. Era “el Hijo de Dios”;
3. El portador de un inimaginable anuncio.

1.   “El Verbo se hizo carne” (Cuarto Evangelio)

El evangelio -apenas proclamado- nos transmite el nacimiento de Jesús con estas palabras sorprendentes: “la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros”. En el recién nacido y reclinado en un pesebre, contempla el evangelista -nada más y nada menos- a la Palabra de Dios, que era Dios, que es la luz de todos los hombres, por la que todo fue creado, y que ahora se hace carne y pone su tienda, su morada entre nosotros. 
Quien ha nacido es el Verbo, la Palabra de Dios. En ella está la vida. La Palabra de Dios es Luz. Cuando esta Palabra es pronunciada, todo se ilumina y desaparecen las tinieblas. 
Sin embargo, el evangelista nos pone alerta. Las tinieblas se oponen a la Luz. No quieren recibirla. De hecho, hubo y sigue habiendo seres humanos que se oponen a la Luz. La Palabra se hizo carne. Jesús era la Palabra de Dios hecha carne.

2.   “Era el Hijo de Dios” (la carta a los Hebreos)

La carta a los Hebreos -de autor desconocido- nos habla de una forma más concreta y menos abstracta. Nos revela algo absolutamente impensable para los hebreos, contemporáneos. Dios ha hablado de muchas maneras en los tiempos antiguos: a través de los profetas, de los autores sagrados; pero lo absolutamente inimaginable es que -en estos últimos tiempos- nos hablado a través de su Hijo “al cual ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha realizado las edades del mundo”.
Esta revelación es inaudita para un hebreo: ¡que Dios nunca ha sido un Dios solo, único, célibe! ¡que Dios ha tenido un Hijo desde siempre! ¡que últimamente nos ha hablado a través de ese Hijo! Se trata de Jesús de Nazaret. 
También para nosotros es inimaginable que un niño recién nacido pueda ser el “Unigénito”, el “hijo único de Dios”. El autor de la carta a los hebreos añade: es “el reflejo de la belleza de Dios, la impronta de su ser, el que sostiene el Universo con su palabra poderosa”

3. El portador de un inimaginable Anuncio (Isaías)

Podríamos celebrar el nacimiento de muchos seres humanos, hombres y mujeres, que han sido enormes regalos para la humanidad. Pero ¿por qué esta navidad del 25 de diciembre?
La liturgia recurre hoy al capítulo 52 de Isaías. ¡Qué bellos son sobre los montes los pies del Mebasser que anuncia la Paz y trae la buena noticia, que pregona la victoria, que dice a Sión: “Tu Dios es rey”!
Esta lectura no nos habla de un profeta de desventuras. Hace referencia al profeta de Buenas noticias para toda la humanidad: el “Mebasser” en lengua hebrea. Verle caminar sobre los montes a pie descubierto para transmitir la noticia, es un espectáculo de grandísima belleza. Y su mensaje no podía ser mejor: “Tu Dios es rey de la tierra, del universo”. Se inaugura el Reinado de Dios.

Conclusión

Y esa fue la noticia extraordinaria que desde Jesús hasta hoy se debe transmitir. No estamos dejados de la mano de Dios. Aunque no lo parezca Dios reina en el mundo. Y hay paraíso. “Hoy estarás conmigo en el Paraíso”. ¡Feliz Navidad, hermanos!

José Cristo Rey garcía Paredes, cmf

NOCHEBUENA

HACIA EL PORTAL DE BELÉN

“DADO A LUZ EN LA NOCHE” 

 

Esta noche tiene un encanto especial: en ella nació Jesús. Solamente hay, otra se le parece y que la culmina: la vigilia pascual, en que Jesús resucitó. En estas dos noches la Iglesia se pone en vela. La magia de esta noche hace acto de presencia en nuestra sociedad secularizada: música ambiental navideña, regalos mutuos y deseos de paz, cenas familiares. Nosotros la celebramos en la intensidad misteriosa de la Eucaristía de medianoche. En la proclamación de la Palabra se nos transmite un triple mensaje:
1. Una luz grande en medio de la noche (Isaías)
2. Dios floreció en la historia (Lucas)
3. A la espera de la aparición gloriosa (carta a Tito)

1.   Una luz grande en medio de la noche (Iasías)

Acabamos de escuchar las solemnes palabras del profeta Isaías: 

“el pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande; habitaban en tierra de sombras y una luz brilló”. 

Esa luz grande emerge del seno de una joven mujer. Ella da a luz un Niño, descrito por el profeta con estos términos: Consejero, Dios guerrero, Padre, Príncipe de la paz. Ha llegado el esperado en las cuatro semanas del adviento. “Ha aparecido la gracia de Dios, que trae la salvación a todos los hombres”, que es el “gran Dios y Salvador nuestro, Jesucristo” -como nos dice la segunda lectura tomada de la carta de san Pablo a Tito.

2.   El relato: contexto, hecho y signo

El evangelista san Lucas nos relata con tres rasgos cómo sucedió: el contexto, el hecho y el signo. 

  • El contexto histórico: sucedió cuando el emperador romano Augusto decretó hacer el censo en todo el imperio. Con ese motivo, José –descendiente de David- y su esposa, María, tuvieron que desplazarse a la ciudad de Belén o Bethlehem cuyo significado era “casa del pan”. 
  • El hecho: María, la esposa de José dio a luz a su primogénito”. Y unos pastores -que velaban sus rebaños en la noche- se vieron sorprendidos por una luz de cielo y multitud de ángeles que cantaban la gloria de Dios, anunciaban lo que acababa de suceder: el nacimiento de un Salvador. 
  • La señal: un ángel los encaminó hacia Belén y les ofreció este signo: “Encontraréis a un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre”. Emergió la luz de Dios en el espacio más insospechado y humilde.  

3.   ¡Cantemos villancicos!

La liturgia de esta noche nos invita -como los ángeles a los pastores- a trasladarnos simbólicamente al portal de Belén y allí adorar al Salvador que nos ha sido enviado por Dios Padre.

Cantaremos el bellísimo canto compuesto en el siglo XVII “Adeste, fideles” y otros villancicos, con los cuales nos introduciremos en el Misterio de esta noche santa. Cantar villancicos es orar, es proclamar el evangelio, la buena noticia. Así lo hacían los aldeanos (en latín villanus) cristianos de los siglos V y VI. Con un lenguaje popular inventaban melodías sencillas para transmitir –en sus catequesis- los hechos del Evangelio, especialmente la Navidad. Porque procedían de los villanos, se les llamó pronto “villancicos”.

Conclusión

De esta forma sencilla, popular, festiva, acogemos la presencia de la Luz, del Hijo de Dios, que llega a nosotros sin protocolos, humilde, con la señal de la pequeñez. ¡Ay qué Dios tan accesible! ¡Feliz Navidad!

José Cristo Rey García Paredes, cmf

TIEMPO DE NAVIDAD

TIEMPO DE NAVIDAD

Navidad significa nacimiento, origen, génesis incesante y poderoso, que vence la muerte y la nada. Pertenecemos a la historia de la Navidad permanente. Pero hay una Navidad que ilumina y engrandece todas las navidades: el Espíritu Santo y María de Nazaret la protagonizan. A ese misterio vamos a dedicar nuestra liturgia en los próximos días. Ese es el camino que vamos a recorrer en cuatro etapas:
Primera: Hacia el portal de Belén para contemplar -como los pastores- el nacimiento de Jesús (noche del 24) y comprender su misterioso significado (de día, el 25).
Segunda: Hacia la casa familiar donde se despliega el maravilloso proceso de la maternidad de María: el Hijo es contemplado desde la Madre, mujer habitada por el Espíritu y esposa de José (1 de enero 2023).
Tercera: Tras la estrella hasta el portal con los Magos: el día de la irradiación misionera, pues la gloria de Dios es revelada a representantes de todos los pueblos (6 de enero 2023).
Cuarta: Hasta el río Jordán, donde Jesús es bautizado: Juan Bautista es el testigo privilegiado de segunda epifanía o manifestación de Jesús como hijo de Dios y ungido por el Espíritu (8 de enero 2023).
Recorramos los caminos de la Navidad. Volvamos al origen. Enraicémonos en la raíz y todo florecerá de nuevo. 
                                                                                                                                                                                                                                                                                                                   José Cristo Rey García Paredes, cmf

DOMINGO IV. ADVIENTO. CICLO A

GUARDIANES DE LA ESPERANZA

La esperanza necesita cuidados: es frágil e indefensa. La gente quiere certezas y califica como mentira cualquier esperanza que después no se convierte en realidad. Si a esto, añadimos el creciente agnosticismo, indiferencia y ateísmo que se extienden por la sociedad, el resultado es que la esperanza cristiana y religiosa parece una quimera, un sueño imposible, una esperanza vana. Las lecturas de este domingo nos invitan a no desalentarnos: 1) Pide una señal; 2) La esperanza se cumple: ¡reinará por siempre! 3) Guardianes de la esperanza. 

¡Pide una señal! (Isaías)

Nuestra esperanza necesita señales, signos que, provengan de Dios y nos den seguridad. Eso fue lo que -según la primera lectura- el profeta Isaías le exigió al rey Ajab: 

“Pide una señal al Señor, tu Dios: 
en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo”. 

Ajab se resistió diciendo: “no quiero tentar a Dios”. Entonces el profeta le comunicó que Dios mismo iba a ofrecer una señal al pueblo: ¡una joven mujer embarazada, iba a dar a luz y desde la monarquía davídica no debería temer nada. 
No deja de ser llamativo que la esperanza de un pueblo pueda encerrarse en el germen de vida que hay en el seno de una mujer.

La Esperanza se cumple: ¡reinará por siempre! (Evangelio) 

El evangelio de este domingo cuarto de Adviento nos propone ese mismo “signo” de Dios, pero ya realizado en la plenitud de los tiempos: otra joven mujer, embarazada, dará a luz a quien llamarán Emmanuel, Dios presente en medio de su Pueblo.

El “signo” implica ahora al no-padre físico, pero sí legal: a José, el esposo de María. Según la ley (Deut 22,20-21), debería denunciar el embarazo irregular de su esposa, exponerla a pública infamia y al apedreamiento. José se sabía esposo, pero no padre.
Pero… José era “justo” y su justicia lo situó más allá del ámbito legal: le fue revelado por el ángel que en su esposa se estaba realizando la profecía de Isaías, y se estaba cumpliendo la esperanza de Israel. Y José “hizo” lo que el ángel le pidió. Como María dijo él también al ángel que se le apareció en sueños: “hágase en mí, según tu Palabra. José se convirtió en el guardián de la Esperanza del mundo y de María, la causa de nuestra Esperanza.

Guardianes de la Esperanza ante el Dragón (Apocalipsis)

Todo aquello que nos trae esperanza, futuro, salvación, está siempre muy amenazado. 

Lo nuevo está siempre fuera de la norma. La verdadera justicia no consiste en defender lo que siempre se ha hecho, sino en hacer viable, lo que hasta ahora no ha sido. José se convierte en el hombre del Adviento y de la Esperanza. Hace viable lo nuevo, aunque supere todas sus expectativas y sus aparentes derechos.

Sabemos que hoy hay nuevas iniciativas de paz, de justicia, de cuidado de la creación, de defensa de los derechos humanos, de vivencia y transmisión de la fe. Estamos en un mundo en el que muchas mujeres embarazadas nos dicen que Dios da futuro a nuestro planeta y a nuestra humanidad, nuevas generaciones aportan ideas frescas, proyectos no estrenados, impulsos inéditos. Quienes solo se dejan regir por la norma, podrían hacer abortar lo nuevo que puja por ser alumbrado. Serían los nuevos Herodes, los que imposibilitan que la vida salga victoriosa. Tampoco el Dragón apocalíptico quería que naciera el Hijo de la Mujer y estaba dispuesto a devorarlo apenas fuese dado a luz.
La esperanza debe ser cuidada, defendida. José es el Guardián de la Esperanza. De él debemos aprender, cada uno en nuestro ambiente, y desde él en nuestro mundo, a sembrar esperanzas a pesar de los terribles sueños que a veces nos acosan.

José Cristo Rey García Paredes, cmf