DOMINGO 5. TIEMPO DE PASCUA. CICLO C

DIGNO DE AMOR Y MÁS ACTUAL QUE LA IGLESIA

Dividiré esta homilía en tres partes:

  • ¿Amar a Jesús?
  • El acceso emocional a Él
  • Razón de amor

¿Amar a Jesús?

“A quien me ame, mi Padre lo amará”. Jesús nos dijo que tenemos asegurado el amor de Dios Padre si le amamos.  Pero ¿no es verdad que de Jesús nos distancia dos mil años? ¿Será posible amarlo? En su tiempo muchas personas lo amaron, lo acompañaron y siguieron. No pocas hasta dieron su vida por Jesús. Hoy Jesús nos pregunta también como a Pedro: “Me amas”? 

El acceso emocional a Él

Nuestra fe no es solo intelectual, es emocional. Creemos en Jesús cuando nos emociona, y no a través de meros conocimientos teológicos. Amarlo es emocionarse.

 “Jesús es digno de amor porque es más moderno y actual que la misma Iglesia” (dijo Johan Baptist Metz). Amar a Jesús es soñar, contemplar la historia con casi una loca esperanza en aquello que vendrá.

 Quien sigue a Jesús siente que el universo se sustenta en un acto de amor continuo e infinitamente paciente; que es el amor lo que le permite seguir existiendo; que el amor mueve el sol y todos los demás astros”, como decía Dante. El Dios Amor es el fundamento de nuestra existencia. Dios “está tan cerca de ti como las venas de tu cuello”, escribe el libro sagrado de “El Corán”. 

Razón de amor

El gran teólogo Karl Barth describía a Jesús como “nuestro contemporáneo”. El Espíritu Santo lo trae a nuestro tiempo y espacio. De Jesús no habría que decir: “tan fascinante que es imposible conocerlo del todo! Él es el Creador en medio de su Creación. Y sin embargo, sometido a todo. Él decía con frecuencia: ¡no temáis” y enseñaba el arte de la no-violencia: “si alguien te pide el manto, dale también la túnica”, “si alguien te hieres en la mejilla derecha, ponle también la izquierda” (Mt 5,39). Transmitía sus enseñanzas en los camino, en los prados -donde pacen las ovejas-, en un monte o una llanura, también en el templo. Con sus bienaventuranzas enseñaba el arte de la felicidad. Deseaba forma una comunidad donde la violencia termina.

A quien le preguntó: “entonces quien podrá salvarse? Él respondió: ¡Con Dios todo es posible! (Mt 19,25-26). Hizo gala de una desconcertante despreocupación por la sexualidad y dirigió su propia vida sexual como si la tuviera, fuera de página. Rechazó, eso sí, explícitamente el divorcio. Y sobre la corrupción, le preocupaban los “sepulcros blanqueados”. Para Jesús, amor es más fuerte que la muerte.

Conclusión

Dios Padre que es Amor, nos ama cuando Jesús nos entusiasma, cuando le seguimos, cuando le amamos y establecemos amistad con Él. Las enseñanzas de Jesús son vida. Quien ama a Jesús se convierte en Morada de Dios. Cuando Dios está con nosotros, nada hemos de temer.

José Cristo Rey García Paredes, CMF.

DIGNO DE AMOR Y MÁS ACTUAL QUE LA IGLESIA

Dividiré esta homilía en tres partes:

  • ¿Amar a Jesús?
  • El acceso emocional a Él
  • Razón de amor

¿Amar a Jesús?

“A quien me ame, mi Padre lo amará”. Jesús nos dijo que tenemos asegurado el amor de Dios Padre si le amamos.  Pero ¿no es verdad que de Jesús nos distancia dos mil años? ¿Será posible amarlo? En su tiempo muchas personas lo amaron, lo acompañaron y siguieron. No pocas hasta dieron su vida por Jesús. Hoy Jesús nos pregunta también como a Pedro: “Me amas”? 

El acceso emocional a Él

Nuestra fe no es solo intelectual, es emocional. Creemos en Jesús cuando nos emociona, y no a través de meros conocimientos teológicos. Amarlo es emocionarse.

 “Jesús es digno de amor porque es más moderno y actual que la misma Iglesia” (dijo Johan Baptist Metz). Amar a Jesús es soñar, contemplar la historia con casi una loca esperanza en aquello que vendrá.

 Quien sigue a Jesús siente que el universo se sustenta en un acto de amor continuo e infinitamente paciente; que es el amor lo que le permite seguir existiendo; que el amor mueve el sol y todos los demás astros”, como decía Dante. El Dios Amor es el fundamento de nuestra existencia. Dios “está tan cerca de ti como las venas de tu cuello”, escribe el libro sagrado de “El Corán”. 

Razón de amor

El gran teólogo Karl Barth describía a Jesús como “nuestro contemporáneo”. El Espíritu Santo lo trae a nuestro tiempo y espacio. De Jesús no habría que decir: “tan fascinante que es imposible conocerlo del todo! Él es el Creador en medio de su Creación. Y sin embargo, sometido a todo. Él decía con frecuencia: ¡no temáis” y enseñaba el arte de la no-violencia: “si alguien te pide el manto, dale también la túnica”, “si alguien te hieres en la mejilla derecha, ponle también la izquierda” (Mt 5,39). Transmitía sus enseñanzas en los camino, en los prados -donde pacen las ovejas-, en un monte o una llanura, también en el templo. Con sus bienaventuranzas enseñaba el arte de la felicidad. Deseaba forma una comunidad donde la violencia termina.

A quien le preguntó: “entonces quien podrá salvarse? Él respondió: ¡Con Dios todo es posible! (Mt 19,25-26). Hizo gala de una desconcertante despreocupación por la sexualidad y dirigió su propia vida sexual como si la tuviera, fuera de página. Rechazó, eso sí, explícitamente el divorcio. Y sobre la corrupción, le preocupaban los “sepulcros blanqueados”. Para Jesús, amor es más fuerte que la muerte.

Conclusión

Dios Padre que es Amor, nos ama cuando Jesús nos entusiasma, cuando le seguimos, cuando le amamos y establecemos amistad con Él. Las enseñanzas de Jesús son vida. Quien ama a Jesús se convierte en Morada de Dios. Cuando Dios está con nosotros, nada hemos de temer.

José Cristo Rey García Paredes, CMF.

DOMINGO 5. TIEMPO DE PASCUA. CICLO C

¡LA COMUNIDAD QUE JESÚS SOÑÓ!

Dividiré esta homilía en tres partes

  • La Iglesia que Jesús soñó 
  • Iglesia en Misión
  • “Nueva Jerusalén”

La Iglesia que Jesús soñó 

Estamos en tiempo de Pascua, de Resurrección. Celebramos en estos días el Poder sin límites de Dios. ¡Todo es posible para Él! En el Espíritu, Dios Padre tiene la energía capaz de transformarlo todo. Jesús ha resucitado como primicia, pero tras Él resucitará también su Cuerpo, la Iglesia. La Iglesia podrá ser aquella nueva Jerusalén, casa del Amor y de la Misión que Jesús soñó cuando estaba físicamente entre nosotros.

Iglesia-Misión

La Iglesia que Jesús soñó es excéntrica: es decir, nació para salir (Iglesia en salida), para evangelizar a todas las Naciones y etnias, para bautizar en el nombre de la Trinidad Santa. La misión pertenece a la quintaesencia de nuestra comunidad cristiana. No es una actividad esporádica, temporal… es nuestro verdadero ser. Hemos sido bautizados para ser “sal de la tierra”, “luz del mundo”. Y no, vivir encerrados, en nuestras iglesias y comunidades.

Pablo y Bernabé, esos dos apóstoles –creativos, audaces, apasionados– expresaron de forma única el ser misionero de la Iglesia. La Iglesia de Antioquía se mostró desde el principio como una comunidad profética, con fuerte identidad misionera. Aquella Iglesia era ex-céntrica, centrífuga, en misión permanente. Todo se cocía en la oración, en el diálogo comunitario. La comunidad enviaba a sus mensajeros a anunciar el reino de Dios. No son ni Pablo, ni Bernabé quienes envían a la Iglesia, es la Iglesia la que envía a Pablo y Bernabé. 

Las actividades pastorales de nuestras comunidades nunca deberían prescindir de esta “mística”, de esta “conciencia” capaz de configurarlo todo de otra forma. Sin Misión no hay Iglesia, sino únicamente un grupo de empleados en tareas que nosotros mismos nos hemos asignado. Por eso, es urgente revivir en cada una de nuestras comunidades cristianas la experiencia de la Iglesia profética y misionera de Antioquía. ¡Ésa es la señal!

Iglesia-nueva Jerusalén

La vieja Jerusalén es conocida por su pasado violento y sus estructuras caducas, mientras que la nueva Jerusalén, que desciende del cielo, representa la novedad de Dios que transforma todo.

Esta nueva Jerusalén no se limita a ser una promesa futura; es un don que se manifiesta misteriosa y sacramentalmente a quienes Dios escoge como testigos. Estos testigos viven las realidades eclesiales con una conciencia transformada, dejando atrás estilos de poder, tradiciones muertas y valores caducos. Así, la nueva Jerusalén se revela como el Cuerpo resucitado de Cristo, invitándonos a preguntarnos: ¿a qué Iglesia sirvo, a la vieja o a la nueva Jerusalén?

Conclusión: la casa del Amor fraterno

El amor fraterno es la esencia y señal auténtica de la Iglesia de Jesús. Sin este amor, la comunidad pierde su unidad y sentido, convirtiéndose en algo distante del sueño que Jesús tuvo para su Iglesia. Él nos llama a amar como Él ha amado, superando divisiones y abriendo nuestros corazones hacia todos. Vivir el amor a los hermanos nos permite anticipar la nueva Jerusalén, colaborando con el Espíritu en la transformación del mundo. En el amor encontramos no solo la manifestación del Reino, sino también la vida misma que une y armoniza.

José Cristo Rey García Paredes, CMF

EN LA TRAMA DEL TIEMPO, LA IGLESIA CAMINA…

[Estribillo]
En la trama del tiempo, la Iglesia camina,
con la fuerza de ayer y el sueño que anima. 
Jesús nos inspira, su Espíritu guía: 
¡Continuidad que renueva, esperanza encendida!

[Primera estrofa] 
Hoy resuena su voz en la era digital, 
la inteligencia de Cristo nos invita a pensar. 
No tememos la máquina, buscamos verdad, 
la fe se hace diálogo, justicia y dignidad. 
Como León XIV proclama y Francisco soñó, 
la misión es salida, la Iglesia en acción. 
En la nueva Jerusalén, el amor es motor, 
¡creativos, audaces, con el mismo fervor!.

[Estribillo]
En la trama del tiempo, la Iglesia camina,
con la fuerza de ayer y el sueño que anima. 
Jesús nos inspira, su Espíritu guía: 
¡Continuidad que renueva, esperanza encendida!

[Segunda estrofa]
En el mundo de redes, de guerra y rivalidad,
la paz de Jesús es semilla de eternidad. 
No es huida ni miedo, es fuego y misión, 
su shalom nos transforma, nos da compasión. 
Forjamos los puentes, vencemos la división, 
el Evangelio es levadura de reconciliación. 
Nación tras nación, la Iglesia será 
testigo de la paz que solo Él nos da.

[Estribillo]
En la trama del tiempo, la Iglesia camina,
con la fuerza de ayer y el sueño que anima. 
Jesús nos inspira, su Espíritu guía: 
¡Continuidad que renueva, esperanza encendida!

[Tercera estrofa] 
En la era de algoritmos y de inteligencia artificial, 
el sueño de Jesús es humano y universal. 
La Iglesia reflexiona, abraza el desafío, 
con ética y ternura, discernimos el camino. 
No somos solo historia, ni tradición sin razón, 
el Espíritu sopla, renueva el corazón. 
En la casa del amor, la misión es servir, 
¡con Jesús a la cabeza, todo puede surgir!

[Estribillo (final)]
En la trama del tiempo, la Iglesia camina,
con la fuerza de ayer y el sueño que anima. 
Jesús nos inspira, su Espíritu guía: 
¡Continuidad que renueva, esperanza encendida!

DOMINGO 4. TIEMPO DE PASCUA. CICLO C

EL BUEN PASTOR: LIDERAZGO BELLO Y TRANSFORMADOR

Dividiré esta homilía en tres partes:

  • El Buen Pastor: un liderazgo que crea belleza
  • La crisis de liderazgo y la nostalgia del Pastor
  • El liderazgo como sacramento del Buen Pastor

El Buen Pastor: Liderazgo que crea belleza

El adjetivo “bueno” aplicado al Pastor va mucho más allá de lo meramente moral; abraza también una dimensión estética y espiritual. Un buen líder -sea Papa, obispo, presbítero, padre o madre, gobernante- no solo es bueno porque actúa con rectitud, sino, sobre todo, por la belleza que irradia, inspira, une y transforma. Es como un director de orquesta que, con su arte, convierte notas dispersas en una sinfonía armoniosa: el Buen Pastor ordena el caos y genera comunión.

Su liderazgo es, además, profundamente litúrgico: cada gesto, cada palabra, está colmado de sentido y gracia, ritual sin caer en el ritualismo vacío. Así, la vida misma se convierte en una celebración que revela la presencia de Dios.

La crisis de liderazgo y la nostalgia del Pastor

Jesús, movido por la compasión ante el pueblo “como ovejas sin pastor”, multiplica los panes y los peces. Un pueblo, una comunidad sin pastor, o dirigida por un mal pastor queda sumido en la desgracia; el malestar reina por doquier. Donde quien dirige es una persona iracunda, envidiosa, narcisista… ¿qué se puede esperar?

El buen pastor, como Jesús, no solo satisface el hambre material, sino que ofrece el alimento para el Espíritu. Jesús confía a Pedro ese ministerio de buen pastor que Jesús mismo ha ejercido. Hoy o mañana la Iglesia católica recibirá a un “nuevo Pastor”, a un nuevo Pedro. Que nos recuerde siempre a Jesús, buen pastor, con su servicio alegre, humilde y bello.

El liderazgo como sacramento del Buen Pastor

El verdadero ejercicio pastoral solo se justifica si es sacramento —signo visible— de Jesús, el Buen y único Pastor. Esto implica:

  • Una voz que evoque la voz y las palabras de Jesús: “Mis ovejas escuchan mi voz” (Jn 10, 27
  • Una Presencia constante: Jesús estaba con su rebaño. Un pastor ausente, enredado en trámites pierde su esencia.
  • Belleza transformadora: Su liderazgo debe crear armonía, como la liturgia que une cielo y tierra.

El Apocalipsis (7, 9) pinta una humanidad reconciliada, pastoreada por el Cordero. Esta visión utópica es posible si los líderes renuncian a sus egos y se convierten en canales transparentes del único Pastor: Dios.

Conclusión

Hoy más que nunca, la Iglesia y el mundo necesitan pastores que, como Jesús, sepan crear belleza en medio de la vida cotidiana, inspirando esperanza, unidad y sentido. Que los líderes de cada una de las comunidades cristianas se asemejen siempre más al buen Pastor. Roguemos para que así sea. ¡Será un verdadero milagro que transformará la Iglesia!

José Cristo Rey García Paredes, CMF

Introducción
Estrofa 1.

1. Donde la tristeza anida en las sombras,
tu voz enciende sonrisa secreta.
Donde la acedia pesa como niebla,
tu paso genera brotes de esperanza.
Donde la muerte extiende su manto,
tus manos resucitan la vida,
y el mundo, estremecido,
se abre a la luz inesperada.

Estribillo

Bello Pastor, Jesús,
seduces con palabras que despiertan auroras,
gestos que abren sendas en la noche,
intuiciones que sorprenden el alma,
milagros que siembran asombro.
Quienes te siguen claman:
¡Marana Tha, ven Señor!

Estrofa 2

2. Donde el caos se desborda sin tregua,
tus manos ordenan la danza secreta.
Donde todo embrutece y se apaga,
tu mirada engendra belleza.
Eres el arte que irrumpe en la ceniza,
la armonía que brota del abismo,
el soplo que convierte el desierto en jardín.

Estribillo

Bello Pastor, Jesús,
seduces con palabras que despiertan auroras,
gestos que abren sendas en la noche,
intuiciones que sorprenden el alma,
milagros que siembran asombro.
Quienes te siguen claman:
¡Marana Tha, ven Señor!

Estrofa 3

3. Tú conectas la tierra y el cielo,
la herida y el misterio,
la noche y el alba,
la muerte y la vida.
En tu paso, los límites se disuelven,
los problemas se abren al asombro,
y el corazón humano se eleva
en la melodía de tu enigma.

Estribillo

Bello Pastor, Jesús,
seduces con palabras que despiertan auroras,
gestos que abren sendas en la noche,
intuiciones que sorprenden el alma,
milagros que siembran asombro.
Quienes te siguen claman:
¡Marana Tha, ven Señor!

DOMINGO 3. TIEMPO DE PASCUA. CICLO C

DE LA “DIMISIÓN” A LA “MISIÓN

Dividiré esta homilía en tres partes:

  • Dimisión y amanecer
  • El examen del amor
  • Obedecer es dejarse llevar por Dios

Dimisión y amanecer

Hoy el evangelio de Juan nos dice que los discípulos, liderados por Pedro, se encontraban en Galilea, y ya ocupados en lo de antes. Pedro les dijo: “Voy a pescar” y ellos respondieron: “¡también nosotros vamos contigo!” Quedaba atrás la experiencia de dejarlo todo por Jesús. Ahora vuelve a lo de antes, porque ya no está Jesús. La misión “os haré pescadores de hombres” se convierte ahora en “dimisión”: y vuelve a … los peces.

Trabajan y bregan toda la noche. Y el resultado es ¡nulo!  Su trabajo, su esfuerzo, es inútil. Su decepción… muy fuerte. Vuelven cansados y vacío a la orilla. Allí alguien los espera y les sugiere: ¡echad la red al otro lado!

Ellos obedecen. Cambian de perspectiva. Se vuelven servidores de la Palabra que acaban de escuchar. Comienzan a reconocer que el crucificado está allá, pero Resucitado. Estalla su descubrimiento cuando la red se llena de peces y ellos no son capaces ni siquiera de remolcarla. El “discípulo amado” lo ve enseguida. Es el más sensible ante la presencia y confiesa: “¡Es el Señor!” Pedro es el más reactivo e inmediato: enseguida se lanza al agua. Poco a poco todos tienen la certeza de que es el Señor. Nadie pregunta. 

El examen del amor

Jesús los reúne en torno a la comida. Y Jesús, otra vez, toma la iniciativa: se acerca a Pedro y le pregunta no por su fe, sino por su amor, no una sola vez, sino tres veces. ¿Me amas?  E incluso “¿Me amas más que todo esto?” Pedro le responde: “Señor, tú sabes que te quiero…”Y Jesús le restituye la confianza: “Apacienta mis ovejas… mis ovejitas”.

Jesús quiere no un Pedro-pescador, sino un Pedro buen pastor dispuesto a dar la vida por las ovejas. 

Obedecer es “dejarse llevar por Dios”

Los discípulos abandonaron su iniciativa y se dejaron llevar. Perdieron el miedo. Renació la primera llamada. Confesaron su fe ante los tribunales. Pedro que calló su identidad ante una sierva del sumo Sacerdote, comienza a anunciar a Jesús aunque le cueste la muerte 

Conclusión

Reconozcamos la presencia del Resucitado en medio de nosotros: a través de la liturgia de la Palabra y la liturgia eucarística. No volvamos a la vida anterior a nuestra llamada. Recuperemos el amor y la misión. Amemos a Jesús aunque desaparezca. Pero cumplamos la misión, porque habrá una pesca abundante. 

¡Benditas experiencias de resurrección que nos hacen recuperar el optimismo de la vida y nos vuelven fuente de amor y de compasión!

José Cristo Rey García Paredes, CMF

DOMINGO 2. PASCUA. CICLO C

¿CREER EN LA RESURRECCIÓN?

Dividiré esta homilía en tres partes:

  • Creer en la victoria del bien sobre el mal.
  • La sombra” de Pedro
  • El vidente de Patmos   

Creer en la victoria del bien sobre el mal

La esperanza está precedida por la fe. Y la fe es visión en medio de la oscuridad. Nadie es capaz de ver lo que hay más allá. Por eso, no es extraño que muchos -y cada vez más- piensen que después de este viaje de la vida, ya no hay nada más. Todo acaba en la tumba.

Nuestra fe cristiana, llevada por su obstinada confianza siempre lo afirmación: “Creo en la resurrección de los muertos y en la vida eterna”. Y nuestro argumento es: Jesús fue resucitado por Dios Padre y el Espíritu y también nosotros -que estamos en comunión con su Cuerpo- resucitaremos.

La sombra de Pedro

La primera lectura nos dice que “por mano de los apóstoles se obraban muchos milagros y prodigios entre el pueblo”. Nos dice también “que sacaban los enfermos a las plazas y los ponían en lechos y camillas para que, al pasar Pedro, al menos su sombra alcanzase a alguno de ellos”. No por su autoridad, no por su cargo. Pedro estaba lleno de Jesús, que a través de él se desbordaba y actuaba… incluso su “buena sombra”. Por eso, le acercaban enfermos, porque su mera cercanía los curaba.

Y no solo Pedro. Aquella comunidad de discípulos de Jesús realizaba prodigios. La vida renacía. Más que palabras, comunicaban la fe con signos y prodigios.

En nuestro amor apasionado a Jesús pueden hoy acontecer las apariciones pascuales y los milagros de la Pascua. Hasta la sombra puede transmitir espíritu y vida.

El vidente de Patmos

En la segunda lectura, el vidente del Apocalipsis es agraciado con una sinfonía de símbolos: todo sucede en domingo, el día del Señor: el cielo se abre, desaparece la oscuridad -símbolo de una noche sin sentido. El vidente ve los cielos abiertos y queda en éxtasis ante una figura humana, que es Jesús, el Hijo de Dios Padre. Es sumamente bello. Es aquel que había sido crucificado, pero ahora se manifiesta con toda la belleza de la resurrección.

Conclusión

Nosotros, como algunos de los primeros testigos de la Resurrección, dudamos que exista resurrección. Para llegar a la certeza de ello necesitamos purificación en el corazón. Las mujeres del alba, que madrugaron para ungir el cuerpo de Jesús, recibieron ya en aquel amanecer la visitación de Jesús Resucitado. A los varones, como Tomás, les costó una semana llegar a reconocerlo como el Resucitado.

A nosotros Jesús se nos anuncia su bienaventuranza: Bienaventurados los que sin ver, creyeron. Si Jesús resucitó, también nosotros resucitaremos.

José Cristo Rey García Paredes, CMF

DOMINGO 1. PASCUA. CICLO C

¡LA RESURRECCIÓN LO HA CAMBIADO TODO “según las Escrituras”

Domingo de Resurrección

Dividiré esta homilía en tres partes:

  • La perplejidad ante la cruz y el sepulcro abierto.
  • La respuesta de Pedro: ¡según las Escrituras
  • Un acontecimiento colectivo

La perplejidad ante la cruz y el sepulcro abierto

Los primeros discípulos no entendían cómo había terminado Jesús en una cruz ni por qué se había dado esa alianza entre autoridades religiosas y políticas. ¿Quién era realmente Jesús? ¿Había actuado contra la Ley y los Profetas? Todo parecía un misterio. Sin embargo, el sepulcro vacío comenzó a revelar el sentido oculto: Dios mismo había actuado poderosamente a favor del condenado.

El evangelio de Juan narra cómo María Magdalena, Pedro y el discípulo amado enfrentaron este desconcierto. Al principio, pensaron en un robo o profanación. Pero fue el discípulo amado quien, al ver las vendas y el paño doblado, comenzó a creer y entender las Escrituras: la muerte de Jesús tenía un sentido profundo a la luz del Antiguo Testamento.

La respuesta de Pedro: según las Escrituras

El discurso de Pedro al centurión Cornelio ofrece tres claves fundamentales:

  • La misión de Jesús: Ungido por el Espíritu Santo, pasó haciendo el bien y liberando a los oprimidos. Dios estaba con Él.
  • La resurrección: Aunque fue condenado y ejecutado, Dios lo resucitó al tercer día y permitió que se manifestara a testigos elegidos, compartiendo mesa con ellos después de su resurrección.
  • El mandato: Jesús ordenó predicar y dar testimonio de su destino final como juez de vivos y muertos, ofreciendo el perdón de los pecados a quienes creen en Él.

Pedro conecta este testimonio con las Escrituras: los profetas ya hablaban de Jesús, y su vida cobra pleno sentido desde esta perspectiva.

Un acontecimiento colectivo

La resurrección no es un hecho aislado; es el inicio de una realidad colectiva: la resurrección de los muertos. Por eso, la Carta a los Colosenses afirma que hemos resucitado con Cristo y nos invita a vivir como resucitados, orientados hacia las cosas del Reino de Dios.

Cuando los acontecimientos parecen incomprensibles, necesitamos iluminarlos con la Palabra de Dios. Los profetas, los salmos y el Nuevo Testamento son instrumentos esenciales para descubrir el sentido profundo de nuestra historia. ¡En la luz de las Escrituras encontramos la clave para vivir con esperanza!

Conclusión

Y concluyo preguntándome: ¿qué significa para mí que Jesús haya resucitado? ¿Me ilumina cuando en la vida debo afrontar dificultades? ¿Vivo como alguien que sabe que al final “todo acabará bien y que Dios proveerá?

“¡No temamos! Vivamos con la certeza de que Cristo ha vencido la muerte y nos llama a caminar en su luz. ¡La resurrección es nuestro bello destino -aunque nos resulte inimaginable!”

José Cristo Rey García Paredes, CMF

DOMINGO 2. TIEMPO DE CUARESMA. CICLO C

CIUDADANOS… ¿DE DÓNDE? 

Dividiré esta homilía en tres partes:

  • Nuestro pacto con Dios
  • ¿Cuál es nuestra ciudadanía?
  • La ciudadanía del Jesús transfigurado.

Nuestro pacto con Dios

Dios estableció un pacto con Abraham. Judíos, musulmanes y cristianos reconocemos a Abraham como nuestro padre en la Fe y, por  lo tanto, unos a otros como “hermanos”. Todos los hijos de Abraham estamos ligados por el mismo Pacto. ¿Confiamos en que Dios sigue siendo fiel al pacto y cumplirá su promesa también “hoy”, con nosotros?

¿Cuál es nuestra ciudadanía?

Decía Schelling el filósofo idealista que “todo el cosmos extenso en el espacio no es otra cosa que la expansión del corazón de Dios”. Se dice que en algunas partes del cuerpo está representado todo el cuerpo: ¡la reflexoterapia! También se dice que en el cuerpo humano está representado todo el cosmos: “en los ojos se encuentra el fuego; en la lengua, que forma el habla, el aire; en las manos que tienen en propiedad el tacto, la tierra; y el agua en las partes genitales” (Bernardo de Claraval).

En su tratado “Del Alma” Aristóteles sólo habla del cuerpo. ¿No parece extraño en el filósofo de la lógica? ¡Ésa es precisamente su gran intuición! El cuerpo es “lo abierto”, lo “no-cerrado” en sí mismo; el cuerpo no es prisión, sino camino de éxodo, extensión que parece ser casi infinita… ¡alma! también. El alma es el cuerpo en su misteriosa apertura. El cuerpo es el alma en su concreto inicio de expansión.

San Pablo nos recuerda que ¡somos ciudadanos del cielo! Aquí en la tierra todavía somos nómadas, peregrinos. En este año jubilar nos definimos como ”peregrinos de la esperanza”, porque aquí no tenemos ciudadanía permanente.Isabel Guerra (monja cisterciense)

La ciudadanía del Jesús transfigurado

El Cuerpo de Jesús entró en el silencio, en la oración contemplativa. Transfigurado, mostró su apertura al infinito. Antes de que en Jerusalén, en la última Cena, Jesús dijera “Hoc est enim Corpus meum”, los discípulos contemplaron la Gloria de su Cuerpo. Ellos quedaron estupefactos. No entendían. No sabían lo que decían. Pero allí contemplaron el Cuerpo resucitado. No se trataba únicamente de la individualidad de Jesús. Su cuerpo “abierto” sería más tarde el Cuerpo “eclesial”, el Cuerpo “eucarístico”; la resurrección individual de su Cuerpo formaría parte de la Resurrección de los Cuerpos.

El relato de la Transfiguración de Jesús en el Tabor nos ha anticipado la imagen de la ciudadanía del cielo: Dios Padre, Jesús revestido de blancura divina y Belleza, el Espíritu nube luminosa, Moisés y Elías como representantes del nuevo Pueblo de Dios. Y tras esa experiencia, Pedro exclamó: ¡Maestro, qué bueno es que estemos aquí! Y quiso iniciar así la nueva ciudadanía. Pero llegó la nube y todo concluyó: Jesús sólo. Ellos guardaron silencio.

Conclusión

No celebramos en este segundo domingo de Cuaresma la mortificación, la maceración del cuerpo, sino su transfiguración. Es también la fiesta del Corpus Christi, pero esta vez del Corpus transfigurado, glorificado.

Formar parte de la Iglesia es formar parte del Cuerpo de Cristo. Somos sus miembros. ¡Que seamos sus miembros transfigurados!

José Cristo Rey García Paredes, CMF

DOMINGO 8º. TIEMPO ORDINARIO. CICLO C

CONSEJOS DE LA SABIDURÍA

Dividiré esta homilía en tres partes:

  • El mucho hablar, ¿qué desvela?
  • ¡Corrupción!
  • Dichos de Sabiduría

El mucho hablar ¿qué desvela?

La primera lectura del libro del Eclesiástico nos advierte que no nos dejemos impresionar por las personas que encontramos: ¡no las elogiemos antes de que hablen! Y para conocerlas adecuadamente se nos proponen tres símbolos: la criba, el horno y el fruto.

La criba: cuando una persona habla, se descubren sus defectos, porque “en el mucho hablar, nunca faltará pecado”.

El horno: porque, así como el fuego prueba la solidez de las vasijas, así también se reconoce a cada persona por su conversación. ¡Cuidado con nuestras conversaciones… porque en el mucho hablar no faltará pecado!

 Y el fruto: “por sus frutos los conoceréis”, nos dijo Jesús.

“Discernir” es propio de sabios. Someter todo lo que nos acontece a prueba es inteligente. La masa se deja guiar por las impresiones primeras. La mujer sabia, el hombre sabio nunca se precipita: examina, prueba, espera… contempla.

¡Corrupción!

En la segunda lectura aparece la palabra “corrupción”. Escuchamos a nuestros políticos denunciar muy frecuentemente la “corrupción” de los demás. Hay corrupción allá donde se descubre en el cuerpo social algo que se degrada, es mal oliente, antiestético, pernicioso. Procesos de corrupción se dan a muchos niveles: en la naturaleza, en nuestro cuerpo, en los grupos y comunidades, en la sociedad en cuanto tal. Quizá haya que decir que todo lo mortal llegará en un momento u otro a la descomposición, a la corrupción.

Nuestra reacción inteligente ante lo corrupto suele ser amputarlo, aislarlo, expulsarlo. Y está bien, porque al menos no contamina ni se extiende. Lo peor es cuando la corrupción se extiende, crece y se apodera de todo.  San Pablo nos abre una ventana a la esperanza: “cuando esto corruptible se vista de incorrupción”… Llegará un momento en que la vida triunfe sobre la muerte, la incorrupción sobre la corruptibilidad. Jesús fue el primero que venció la corrupción y a los corruptos. En la comunidad de Jesús hemos de ser intransigentes con la corrupción.

¡Dichos de Sabiduría!

“El evangelio de san Lucas muestra a Jesús como un sabio consejero. Advierte sobre los ‘guías ciegos’, líderes que atraen seguidores pero no pueden ver ni guiar correctamente. Estos guías y sus seguidores rara vez reconocen su ceguera. Jesús también cuestiona la arrogancia de quienes pretenden superar al maestro, sugiriendo que algunos podrían incluso traicionarlo por ambición.

La metáfora de la mota y la viga subraya la importancia de la autocrítica: es fácil ver los defectos ajenos mientras se ignoran los propios, especialmente entre quienes se creen superiores o infalibles. Jesús pide humildad y autoconciencia.

Finalmente, Jesús enseña que los frutos revelan la verdadera naturaleza de las acciones y las personas. Debemos ser pacientes y no juzgar prematuramente, ya que a veces condenamos a quienes luego dan buenos frutos y alabamos a quienes resultan dañinos.”

Conclusión

Necesitamos “consejos” para caminar sabiamente en la vida. ¡Cuántas gracias debemos dar a Dios Padre por habernos concedido a Jesús y al Espíritu Santo como “nuestros Consejeros”.

José Cristo Rey García Paredes, CMF

DOMINGO 7. TIEMPO ORDINARIO. CICLO C

LA MAGIA SECRETA DEL PERDÓN

Hay en los textos bíblicos de hoy un hilo conductor: desde el relato de 1 Samuel hasta las enseñanzas de san Lucas, pasando por la compasión del Salmo 102 y la llamada a la transformación en 1 Corintios, se nos explica la magia del perdón, que nos transforma.

Dividiré esta homilía en tres partes:

  • David pudo matarlo… pero Dios lo sedujo.
  •  De la vieja forma a la trans-formación.
  • ¿Es posible amar a los enemigos?

David pudo matarlo… pero Dios lo sedujo

La historia de David y Saúl en 1 Samuel nos muestra el poder del perdón y la misericordia. David tuvo la oportunidad de matar a Saúl, su perseguidor, pero eligió perdonarlo. Este acto de misericordia no solo evitó un derramamiento de sangre, sino que también subrayó la confianza ciega en la justicia de Dios. Practiquemos el perdón, liberémonos de rencores. Confiemos en la justicia de Dios. Ella prevalecerá.

Y así lo canta el Salmo 102. Podría definirse como “bálsamo para la persona afligida. En primer lugar, nos recuerda que el Señor es compasivo y misericordioso. Y si estamos ciertos de ello, también nosotros querremos ser compasivos y misericordiosos. Surgirá en nosotros la empatía, la bondad. Crearemos un entorno protector. Nos quitaremos un peso de encima.

De la vieja forma a la trans-formación

Pensamos, a veces, que el más fuerte es aquel que puede vengarse y hacer pagar al enemigo todo lo que merece.

Sin embargo, san Pablo nos invita en 1 Corintios 5 a adoptar una nueva forma de ser, renunciar a la vieja forma de ser, que hemos heredado de una historia de maldad.

La nueva forma de ser es la vida en el Espíritu, que nos identifica con el Nuevo Adán, que fue y es Jesús. Él murió perdonando. El viejo Adán nos deforma. El nuevo Adán nos transforma. Donde hay perdón, allí hay belleza, emerge el nuevo Ser.

 ¿Es posible amar a los enemigos?

Los enemigos son siempre enemigos: así lo entendemos en nuestra sociedad. Hay cristianos que “odian” a sus enemigos y los tienen siempre presentes. La estupidez del odio consiste en no olvidar nunca al enemigo para poder denigrarlo, hablar mal de él, estar constantemente expulsándolo de nuestra vida y nunca hacerlo de forma definitiva.

Jesús nos plantea en el Evangelio lo que parece imposible: ¡Amar a nuestros enemigos, bendecir a los que nos maldicen y orar por quienes nos calumnian! ¡Vaya programa tan alternativo! Pero en eso consiste el amor cristiano: hasta en buscar el bien de aquellos que nos hacen daño. Ser desinteresado y generoso es el poder que se nos concede para transformar las relaciones y a su vez, colaborar, en la transformación del mundo.

Conclusión

Quien perdona

  • Alivia el peso de su resentimiento: se libera de las cargas emocionales que nos impiden avanzar.
  • Encuentra paz y esperanza porque confía en la compasión de Dios y Dios nos fortalece.
  • Fomentar relaciones saludables y amorosas. Amar sin condiciones, enriquece nuestras relaciones y construye comunidades y familias fuertes.

José Cristo Rey García Paredes, CMF