¡ENVIADOS A TRANSFORMAR EL MUNDO!
Dividiré esta homilía en tres partes:
- El envío misionero como objetivo.
- Instrucciones a los enviados
- La recompensa
El envío misionero como objetivo
Jesús nos envía porque quiere cambiar el mundo según el sueño de Dios: que se convierta en una “Nueva Jerusalén”, ciudad de paz, de acogida, de bienestar… de adoración. Evangelizar es suscitar ese deseo y expresarlo en la oración del Padrenuestro: ¡”venga a nosotros tu Reino”. Tener la certeza de que llegará no es fácil, pero Jesús lo ratificó cuando nos dijo: “la mies es mucha”; pero también lo que falta: “los obreros son pocos”

Instrucciones a los enviados
Jesús nos pide cinco cosas:
- Primera: Ir de dos en dos. Nada de individualismos… al menos dos. Así se expresa la fuerza del testimonio. Y dos con la certeza de que la cosecha es abundante.
- Segunda: confiados: quienes van han de saber que después aparecerá el mismo Jesús.Si al principio no hay éxito… cuando llegue Él todo será distinto.
- Tercera: Vulnerables: los misioneros de Jesús no llevan armas, ni distintivos de poder político, económico, intelectual o religioso. Son como corderos en medio de lobos. Hacen de la paz su arma más poderosa, representan a la nueva Jerusalén. Si no los reciben, que se sacudan el polvo de los pies, pero en última instancia anuncien lo que viene: el Reino de Dios
- Cuarta: los misioneros de Jesús tienen poder para someter el mal y vencer las fuerzas diabólicas; con su semblante pacífico amansan las fieras; con su calidez expulsan la frialdad de los corazones; con su fe, borran todos los miedos. Salen indemnes de todos los peligros y curan los males de la gente. Por eso, su característica fundamental es la confianza alegre, la alegría confiada.
- Quinta: la marca: Los misioneros y misioneras de Jesús llevan como tatuaje ¡no la circuncisión! Sino ¡la marca de la cruz.

La recompensa:
“Vuestros nombres están inscritos en el cielo”, es decir, en el corazón de Dios Abbá. ¡Han sido admitidos para el premio final: ¡el cielo!
La crisis de misión es crisis de todo en la Iglesia. Tener experiencia y conciencia de ser enviados es lo mejor que nos puede ocurrir.
José Cristo Rey García Paredes, CMF