Cuarto domingo de Adviento. ciclo b

“SI EL SEÑOR NO CONSTRUYE LA CASA” 

La liturgia de la Palabra de este domingo cuarto de adviento nos ofrece unas claves de respuesta. Dividiré la homilía en tres partes:

  • ¿Quién le construirá una casa a Dios?
  • En la “casa” de José y de María.
  • “Mi casa es toda de viento”

¿Quién le construirá una Casa a Dios?

La primera lectura tomada del segundo libro de Samuel nos relata un buen proyecto del rey David: mientras él moraba en un palacio de cedro, el arca de la Alianza estaba depositada en una humilde tienda de campaña. Con remordimiento, David se propuso construirle al Arca una digna morada: un templo y el profeta Natán -su profeta- lo animó a ello. 

Sin embargo, quedó David muy sorprendido cuando Dios le respondió: “No serás tú quien me construya una casa… Seré quien te construya a ti una casa permanente para que tu reinado no tenga fin y dure para siempre”.

En la “casa” de José y de María

La lectura del Evangelio ratifica aquella sorprendente promesa hecha por Dios a David. Un lejano descendiente de David, José, el esposo de María, sería el padre legal de Jesús. Y Jesús sería su hijo “legal” y, por lo tanto, descendiente también de David. El ángel Gabriel le ratificó a María, que su hijo heredaría el trono de David… y para siempre: “el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará eternamente sobre la casa de Jacob y su Reino no tendrá fin” (Lc 1,32-33). Con José y María se cumplió la inaudita profecía hecha a David: “tu reino no tendrá fin y durará para siempre”. 

Jesús no es una improvisación de Dios: es el final de un bendito proyecto. En él converge toda la historia: desde Adán y Eva “pondré enemistades entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo; él te herirá en la cabeza” (Gen 3,15), desde David y el pueblo de Israel.  

A María se le revela todo el misterio del hijo de su seno: será Grande, será llamado Hijo del Altísimo, será Santo, reinará en la Casa de Jacob por los siglos de los Siglos, se sentará en el Trono de David su Padre. 

Sin embargo, el escenario nos volverá hacia la pobre tienda, donde estaba el arca de la Alianza. ¡Ahora se trata de una cueva de pastores, de un pesebre y no de un Gran Palacio! Además, el Niño Rey es perseguido a muerte por enl usurpador del trono davídico, Herodes. José protegió al Niño y a la Madre y “huyó a Egipto” y después volvió a Nazaret. A su hijo Jesús lo aclamaría la gente diciéndole: “¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí! 

Mi casa es toda de viento 

Un villancico -con letra y música de los claretianos P. Tomé y P. Mielgo- se titulaba así: “Mi casa es toda de viento”. Todos tenemos experiencias de la inconsistencia de nuestras casas, de nuestras familias y comunidades.  Cualquier evento es capaz de tambalearla, de crear desunión, conflictos, abandonos… Cuando Dios bendice un matrimonio, se sueña con la casa construida sobre roca… pero a veces se descubre que fue construida “sobre arena” y ante las menores dificultades, comienza a derrumbarse. 

En cada celebración del matrimonio Dios desea “construir” con una casa con sólidos cimientos. María dijo: “Fiat” (¡hágase!). Porque “si el Señor no construye la casa en vano se cansan los albañiles” (salmo 126). 

Toda casa construida por nosotros es frágil, incierta. Hay que confiar mucho en quien la construye, que es nuestro Dios. Necesitamos una fe-roca, una casa construida sobre la roca, que es la fe. “Si el Señor está con nosotros, ¿quién contra nosotros”? En la segunda lectura nos lo recomienda san Pablo: ¡sed obedientes a la fe y esperadlo todo de Dios! 

Conclusión

Dios suele elegir a instrumentos débiles, para confundir a los fuertes. Nuestra debilidad tiene que convertirse en fortaleza. Los que se creen fuertes, en cambio, pueden perderlo todo. Se acerca la Navidad de los débiles, que lo pueden todo en Aquel que es su fuerza.

José Cristo Rey García Paredes, CMF

TERCER DOMINGO DE ADVIENTO. CICLO B

LA ALEGRE ESPERANZA

  • La espera y la esperanza
  • La puerta de la Esperanza… siempre abierta 
  • Los rasgos de la esperanza

La espera y la esperanza

El pensador español Pedro Laín Entralgo nos regaló una excelente distinción entre “La espera y la esperanza”. La espera no es todavía esperanza: es “aguardar”. Cuando se aguarda, la incertidumbre se apodera de nosotros. ¡Estoy a la espera!¡Estoy aguardando… al autobús, mi turno… que me toque la lotería! 

La Iglesia se encuentra ahora en estado de “sínodo”. Estamos a la espera de sus resultados. Pero ¿tenemos esperanza o indiferencia? ¿Nos lanza hacia un futuro que creemos cierto o hacia lo incierto e inesperado?

La puerta de la Esperanza… siempre abierta 

La primera lectura respira esperanza. El profeta no está a la espera, sino que ya disfruta de aquello que esperaba: ha sido ungido por el Espíritu, proclama la realización de las promesas de Dios. Desborda de gozo. Ha llegado el momento del triunfo. Todo lo soñado está ya brotando. Y el salmo idéntifica a este profeta con María, la madre de Jesús, que proclama el Magnificat.

También la lectura del Evangelio abre la puerta de la esperanza. Tras largos siglos de espera, por fin, se le concede a Israel lo que esperaba: “por los profetas lo fuiste llevando con la esperanza de la salvación” -dice una de las plegarias eucarísticas-. Y ahora el evangelio proclama: “Surgió un hombre enviado por Dios…” Anunciaba el fin de la espera y abrió la puerta de la esperanza: “En medio de vosotros hay uno que no conocéis… viene detrás de mí… no soy yo”. Y repite una y otra vez: ¡no soy yo! Hay uno que no conocéis, que viene detrás de mí”. ¡Hay que pasar de la espera a la esperanza!

 Los rasgos de la esperanza

La espera suscita en nosotros inquietud, nerviosismo, incertidumbre. Nos desagrada el tener que “esperar”, guardar fila, aguardar. Sin embargo, la esperanza nos moviliza, nos alegra. Y tenemos muchas razones para ello. Exclamemos con la primera lectura del profeta Isaías: ¡desbordo de gozo con el Señor y me alegro con mi Dios”… hemos triunfado… brotan las semillas… Y con el Magnificat de nuestra madre María: el Poderoso ha hecho obras grandes por nosotros… su misericordia de generación en generación

La segunda lectura no pide algo que les falta a no pocos cristianos: ¡Estad siempre alegres! ¡Siempre! ¡Sed constantes en orar! ¡Constantes! ¡Dad gracias en toda ocasión! ¡En toda ocasión! Y el gran deseo: ¡Que el Dios de la paz os consagre totalmente hasta la venida de nuestro señor Jesucristo! El vendrá… cumplirá sus promesas.

Conclusión

La espera nos coloca ante la incertidumbre. La esperanza ante lo cierto.

Gran parte de la humanidad está a la “espera”. Quienes hemos recibido la gracia de la fe tenemos esperanza. Y una esperanza audaz, que supera cualquier contradicción. Por eso, un santo triste es un triste santo. Un adviento triste es un triste adviento.

José Cristo Rey García Paredes, CMF

SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO. CICLO B

EL “MEBASSER” Y SUS BUENAS NOTICIAS 

Las expectativas se suelen cerrar o con una mala noticia -y el mundo se nos echa encima y nos apenamos- o con buenas noticias -y la exultación nos hace vibrar y sonreír. El adviento ritualiza un tiempo de expectación. Hoy se nos invita a esperar incluso aquello que nadie sería capaz de imaginar.

Dividiré esta homilía en tres partes:

  • Quien evangeliza transmite “una buena noticia”
  • Se nos ofrece un cielo nuevo y una tierra nueva. 
  • También nosotros… como Juan el Bautista

Quien evangeliza transmite “una buena noticia”

La primera lectura nos habla hoy de un “mensajero de buenas noticias”. Nada tiene que ver con los profetas de desgracias. El mensajero del que nos habla el profeta Isaías es el “mensajero de la Alegría, de la noticia más sublime e inesperada. El autor hebreo le da un nombre femenino, en primer lugar: lo llama “Mebasseret” (Is.40). Y más tarde, un nombre masculino: “Mebasser” (Is 52). Para traducir esta palabra hebrea al griego, se escogió el término “evangelizador” o el que anuncia un “Evangelio”, es decir, una buena noticia. 

Cuando parece que todo se hunde y no hay escapatoria, cuando más nos sentimos amenazados y sin salida, Dios nos envía a su profeta para devolvernos el ánimo, la alegría y la paz. Nos envía un “Mebasser”, un “evangelizador”. 

¡Qué bellos sobre los montes los pies del Mebasser!, exclama la profecía de Isaías. Y se le pide al Mebasser que se suba a un alto monte y proclame que Dios está ahí y que no permitirá que su pueblo quede en manos enemigas. Que Dios vendrá como un buen pastor a recoger a su rebaño y guiarlo. Para liberarlo de guías perversos.

Se nos ofrece un cielo nuevo y una nueva tierra

La segunda lectura de hoy está tomada de la segunda carta de Pedro. El apóstol anuncia también una buena y excelente noticia a los cristianos que se sentían perseguidos, ignorados y despreciados: “Pronto llegará -les dice- el día del Señor”: Él os defenderá y os dará la razón. Él se manifestará. Y que sepan los demás que como sigan así, tienen fecha de caducidad y los días contados. El imperio del mal, en cualquiera de sus formas, desaparecerá. Los “elegidos de Dios” tienen todo a su favor. Nos espera un cielo nuevo y una tierra nueva. Por eso, san Pedro nos exhorta a vivir en paz, a no preocuparnos y a esperar…

También nosotros… como Juan el Bautista

La tercera lectura ha sido tomada del inicio del Evangelio de san Marcos. El evangelista tuvo la magnífica idea de escribir la primera vida de Jesús, que tituló “Evangelio de Jesucristo”. Es decir: ¡buena y bella noticia! De esta manera san Marcos nos presentó a Jesús como el “Mebasser”, el mensajero de la Alegría.

David Zelenka

Pero quien le preparó la escena fue Juan Bautista. Se encargó de preparar a la gente para acoger a Jesús por medio de un bautismo de purificación. No hablaba de sí mismo, sino del que venía detrás de él. Le preparaba el camino y un pueblo bien dispuesto.

En este segundo domingo de Adviento, nuestra madre la Iglesia nos pide que también seamos como un nuevo Juan Bautista: apasionados por el que está viniendo y preocupados para que sea muy bien acogido en nuestra sociedad, a veces tan atea, otras tan agnóstica, otras tan indiferente. La Navidad llega al corazón de todos. Pero no todos los corazones se acercan de verdad al Niño Dios. Se acerca la Navidad y también es el momento de un nuevo amanecer, de un nuevo comienzo de la fe: ‘todo es posible”. Pero se necesitan hombres y mujeres “Mebasser”, anunciadores de la Buena Noticia y que lo hagan con convicción, belleza y seducción. Dios quiera que en la noche de la Navidad quienes están lejos puedan acercarse al Portal de Belén y exclamar: Padre nuestro, ¡venga a nosotros tu Hijo Jesús. ¡Perdónanos! Bautízanos con tu Espíritu y haznos renacer a la fe!

José Cristo Rey García Paredes, CMF

PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO. CICLO B

DESPERTAR LA PASIÓN DE LA ESPERANZA

  • Cuando la fe se deteriora
  • Enriquecidos en todo
  • ¡Velad y estad alerta!

Hace años me sentí impresionado ante una frase del teólogo alemán Hans Küng que decía más o menos así: “con qué ligereza muchos jóvenes se van alejando de la fe, sin darse cuenta de lo difícil que les resultará después recuperarla”. Y es que cuando se rompe una alianza de amor, cuando uno de aleja de un amor apasionado, no resulta fácil -después- volver al amor primero… aunque para Dios nada hay imposible.
El mensaje de la primera lectura de este domingo, tomada del Tercer Isaías expresa el deseo fuerte de que Dios vuelva a nosotros y nos transforme: que rasgue el cielo y se haga presente; que nos obligue a entrar en el buen camino, y que llene de ternura nuestros corazones endurecidos. Que limpie nuestras impurezas… ¡Que baje, que se haga presente! 

En la segunda lectura san Pablo les dice a los corintios que han recibido una gracia inmensa: creer y acoger a Jesucristo. Y por medio de esta fe han sido enriquecidos “en todo”. “De hecho no carecéis de ningún don”. Una comunidad cristiana con esas características es envidiable.

 

Pero contemplemos también con los ojos de san Pablo nuestra comunidad cristiana, nuestra parroquia. Veremos que hay mucha riqueza escondida en las personas que formamos la asamblea dominical. Si nos conociéramos más, nos daríamos cuenta de ello: ¡cuántos dones ha derramado Dios en unos y otros! ¡Cuántos carismas, a veces ocultos o desconocidos! Pero más aún: el mayor don es que “Dios nos llamó a participar en la vida de su Hijo Jesucristo”. Y esto sucede en cada Eucaristía: cuando escuchamos la Palabra de Dios, cuando comulgamos el Cuerpo de Cristo. La puerta de la fe nos introduce en un mundo misterioso del cual tantas veces no tomamos conciencia.

Todo adviento es la llegada de lo inesperado. Pero cuando lo inesperado es lo más importante y decisivo para los seres humanos, hay que estar alerta y vigilar. ¡Que no perdamos la oportunidad de acoger lo más necesario para seguir viviendo! 

“Lo peor no es tener un alma perversa, sino un alma acostumbrada”, dijo el autor Charles Péguy. Las costumbres nos incapacitan para la auténtica expectativa. Solo quienes buscan encuentran, a quienes llaman se les abre. Hay que dejarse invadir por grandes deseos. Sin deseos el Adviento se vuelve apático, irrelevante. Acerquémonos al fuego aunque nos quememos.  Hay un pesimismo político, social, que nada tiene que ver con el Adviento. Hay un adviento, sin embargo, que nos ilusiona y apasiona, aunque parezca que toda va de mal en peor. 

Si creemos en Dios, Dios actuará. Es el Dios del adviento. Y a él nos dirigimos con este poema: Dios de los imposibles posibles.

Dios de los imposibles posibles,
te damos gracias
porque nos anuncias un año más
realidades que parecen sueños:
habitar el lobo con el cordero,
convivir todos los pueblos en paz,
brotar un renuevo del tronco casi seco…

Dios de los imposibles posibles,
despierta nuestro corazón
para que se abra a esta palabra de esperanza y futuro
que llega de muy lejos y de muy cerca:
de tu corazón, al lado del mío, Dios de la vida.

Dios de los imposibles posibles,
te damos gracias porque nos pones por tarea
hacer nuevo el corazón
para así hacer nueva la creación.

En tu Hijo Jesús, que viene, que llega,
ya está todo lo nuevo inaugurado y cumplido.
Te damos gracias porque podemos escuchar
ésta tu llamada de Adviento:
lo imposible es posible…

José Cristo Rey García Paredes, CMF

JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO. CICLO A

JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO: EL LÍDER SOÑADO Y ALTERNATIVO

Dividiré la homilía en tres partes:

  • Añoranza del líder perfecto.
  • Cristo tiene que reinar.
  • Reunirá a todos, pero también juzgará

Añoranza del líder perfecto

¿Dónde encontrar aquí en la tierra y el líder perfecto, el líder soñado? Del buen líder esperamos que nos re-una, nos ayude a ser gran nación, comunidad feliz, que haga crecer en todos un espíritu común y entusiasta: ¿dónde encontrar una persona así… el presidente perfecto, el papa perfecto, el obispo o párroco perfecto, el superior perfecto?  

En la primera lectura el profeta Ezequiel se muestra totalmente escéptico ante la posibilidad -aquí en la tierra- de un “líder perfecto”. Nadie, nadie lo es. ¡Sólo Dios! o ¡aquel en quien Dios se encarne! ¡Solo hay un Pastor capaz de re-unir a los dispersos! Dios mismo será nuestro pastor, nuestro líder; el cuidará de todos; no actuará con favoritismos, ni con prejuicios: “Juzgará rectamente entre oveja y oveja, persona y persona”.

¡Cristo tiene que reinar!

En la segunda lectura de san Pablo, el apóstol afirma con rotundidad “¡Cristo tiene que reinar!”. Se refería a Jesús en su tiempo, pero también a lo largo de la misteriosa historia de la humanidad. Cristo tiene que reinar en todo momento histórico y gobernar el mundo.

Hoy también Jesús “reina” como nuestro “rey invisible”. El día del Corpus lo hacemos visible en nuestras calles. Y si “reina” está poniendo a sus enemigos bajo sus pies. Jesús no nos somete a base de armas violentas, sino lentamente, porque “hace del amor su arma más poderosa” y … espera Irá derrotando a todos sus enemigos… El último será la muerte: cuando haya sido vencida, Jesús entregará el Reino a Dios-Padre, el Abbá.

Reunirá a todos… pero también juzgará

El evangelio nos presenta a Jesús bajo la imagen del Hijo del Hombre. Le encantaba a Jesús llamarse así: Hijo del Hombre. Esa era su tarjeta de visita. Una expresión que procedía del profeta Daniel. En su profecía hizo referencia a los poderes monstruosos y bestiales, que aparecen tantas veces en nuestra historia: son los que promueven guerras, crímenes, pobreza, abusos… Estos poderosos no tendrían la última palabra. El profeta Daniel profetizó la llegada de otro Poder que él denominó: “el Hijo del Hombre”: el poder alternativo a cualquier poder bestial. Y con esa imagen se identificó siempre Jesús: “Yo soy el Hijo del Hombre”, el rey del rostro humano.

Jesús es nuestro rey porque nos reúne cuando estamos distanciados y enfrentados. Nos reúne como individuos y como pueblos. Como hombres y mujeres. El Hijo del Hombre es nuestro juez justo y misericordioso. El Hijo del Hombre se identifica con quienes sufren el hambre, la sed, la cárcel, la enfermedad, la marginación…. En ellos está y por eso juzgará como Aquel que se identifica con los hambrientos, los sedientos, los enfermos, los encarcelados. ¡Misterioso rey que tiene su trono entre los últimos y olvidados!

Conclusión

José Cristo Rey García Paredes, CMF

DOMINGO 33. TIEMPO ORDINARIO. CICLO A

EL ELOGIO DE LA FIDELIDAD CREADORA (Mt 25, 14-30)

Este domingo puede titularse así: “el Elogio de la fidelidad creadora” y “trabajadora”. Hay una fidelidad líquida, que parece estable durante un tiempo, pero después se desparrama, se derrama y desaparece. Otra es la fidelidad creadora y trabajadora, que nunca se cansa: sabe padecer, perseverar y en las dificultades se crece. ¡Esta es la fidelidad a la que nos invitan las lecturas de este domingo!
Dividiré esta homilía en tres partes:

  • La fidelidad es bella
  • El día del Señor, sorprendente como un ladrón.
  • El dinero encomendado y sus frutos

La fidelidad es bella

La primera lectura del libro de los Proverbios y el salmo 127, ensalzan la fidelidad creadora: fidelidad a la propia familia y a todos los que la forman. La esposa y madre fiel, organiza, es previsora y providente; merece ser alabada porque respeta a Dios, vive en su presencia, es fiel a su esposo; es hacendosa y creadora de belleza; es una auténtica perla preciosa. Y el salmo 127 lo ratifica: el padre encuentra en una esposa así y en sus hijos la bendición de Dios.

El día del Señor… sorprendente como un ladrón

La segunda lectura de la primera carta a los Tesalonicenses nos pone en alerta: la fidelidad será examinada el día en que Dios venga como un ladrón en la noche.

En aquel momento temblarán las tinieblas del corazón y será castigado el mal y la infidelidad. Jesús el testigo fiel, el Hijo de Hombre y traerá consigo la Salvación, el Reino de la alegría y de la paz para los que han sido fieles; para ellos será como dar a luz con dolores de parto.

El dinero encomendado…. y sus frutos

El evangelio Jesús tenemos una breve parábola en tres partes: 1) Un hombre, muy sagaz en los negocios, sale de viaje y entrega la administración de sus bienes a tres siervos; 2) dos de ellos los administran perfectamente, negocian y duplican lo recibido; el tercero se deja llevar por la desidia, no negocia y deja infructuoso lo que ha recibido; 3) cuando el señor vuelve, les pide cuentas a los tres. A quienes negociaron los invita a entrar “en el gozo de su señor”; el tercero le devuelve lo recibido: ¡Aquí tienes los tuyo! El señor encolerizado lo expulsa a las tinieblas. La fidelidad no es “conservadora”: la fidelidad es creadora, negociadora, supera cualquier dificultad.
Nunca hay que dar por supuesto la fidelidad. La fidelidad hay que trabajarla día a día. ¿Qué hemos hecho con nuestro bautismo? ¿Qué hemos hecho con nuestra primera comunión? Hay cristianos que en el día del juicio le ofrecerán a Dios sólo un bautismo sin estrenar, una primera comunión sin estrenar, unos primeros votos sin estrenar, un matrimonio que a las primeras dificultades, se abandona.
Nuestro Dios no tolera tanta indolencia. Nos desea creativos, activos, personas con iniciativa. Su amor es fuente de exigencia, como un entrenador a su mejor jugador, un maestro a su mejor alumno…

José Cristo Rey García Paredes, CMF

DOMINGO 32. TIEMPO ORDINARIO. CICLO A

EL DÍA DE LA SABIDURÍA

  • Misteriosa es la sabiduría
  • La suerte de los difuntos
  • ¡Estad en vela!

Misteriosa es la Sabiduría

¿Qué nos dice hoy la primera lectura? Que la sabiduría es misteriosa, pero accesible. Quienes la aman, la encuentran. Se ofrece a quienes la desean y busca a quienes la merecen. Les sale al paso a los caminantes, a los que madrugan.

A la virgen María la llamamos “Trono de la Sabiduría”. Y es que la Sabiduría es su Hijo Jesús. El Señor está muy cerca de nosotros. Él es la sabiduría. No hay mayor sabiduría que las enseñanzas de Jesús. Por eso, venimos aquí, todos los domingos a escuchar su Sabiduría.

Y también nosotros estamos llamados a ser sabios, porque la sabiduría no habla mucho, pero emociona. Utiliza pocas palabras, pero muestra la verdad, insinúa el misterio. Es penetrante y no superficial. Se la encuentra después de un largo camino hacia ella. Una gota de sabiduría vale mucho más que mares de ciencia y ríos de saberes.

¡La suerte de los difuntos!

Cuando hablamos de la muerte nos sentimos inquietos, llenos de zozobra, por la muerte de quienes amamos, y después por nuestra propia muerte. Pero la Sabiduría nos sale al encuentro y nos habla de las Promesas de Dios. Nos habla por boca del apóstol san Pablo en la segunda lectura y nos dice:

  • No ignoréis la suerte de los difuntos. ¡No os aflijáis!
  • Tened fe… dejad toda la iniciativa a Dios Padre. Poned vuestra vida en sus manos.
  • El Señor Jesús vendrá a nuestro encuentro y nos rescatará.
  • ¡Estaremos siempre con el Señor!

Esta es la fe, la esperanza, que da sentido a tanto sufrimiento, a tantos hechos luctuosos que van marcando los días de nuestra vida.

¡Vigilad!

En el evangelio hoy Jesús nos pide vigilancia, estar alerta “Velad, porque no sabéis ni el día, ni la hora”. Esta es nuestra condición humana: ¡no saber ni el día, ni la hora!  

Decía Kierkegaard que vivía cada instante como si fuera el último de su vida. Nos decía Jesús: “no os preocupéis por el mañana”. Le basta a cada día su afán.  Esta es la sabiduría de la vida: ¡llenar el presente de sentido, de vida, de plenitud! Quien está a la espera no se sorprende, no le pilla nada desprovisto. Es como las vírgenes prudentes, provistas de buen aceite en sus lámparas.

Es bueno aprovechar las oportunidades que la vida nos concede… Vivir despiertos exige tener siempre todas nuestras energías a punto, estar en forma.

Conclusión

Para seguir a Jesús de verdad, no necesitamos saber muchas cosas. Pero sí necesitamos anhelar y buscar la Sabiduría. Encontrarse con Jesús es encontrarse con la Sabiduría. Y quien la encuentra ha encontrado un teoro.  Hay personas que saben mucho, pero ¡sin sabiduría! Hay personas que al parecer saben poco, pero Dios les revela sus misterios y viven por eso felices y superar todos los miedos.

José Cristo Rey García Paredes, CMF

DOMINGO 31. TIEMPO ORDINARIO. CICLO A

AUTORIDAD… ¿sin alma? o ¿con alma?

Hoy la Palabra de Dios nos habla de diferentes formas de ejercer la “autoridad”: la autoridad empática, es decir, “con alma” y la autoridad farisaica, engañosa.
Dividiré esta homilía en tres partes:

  • Una autoridad lamentable… “sin alma”
  • La autoridad de la ternura y empatía
  • La alternativa de Jesús: denuncia y anuncio

Una autoridad lamentable… “sin alma”

Acabamos de escuchar la profecía de Malaquías. Su denuncia contra los Sacerdotes del Templo de Jerusalén fue terrible: ¡no dan gloria a Dios! Y ¿por qué? Porque su autoridad estaba emponzoñada por el engaño y la mentira, el favoritismo y la acepción de personas, la corrupción, el abuso de autoridad. Este hecho nos recuerda los abusos del clericalismo en la Iglesia, no digamos, los abusos sexuales con menores que nos han emponzoñado.

Malaquías los maldice y los amenaza con echarles estiércol a la cara. Pero concluye su profecía con una lamentación:

“¿No tenemos todos un solo Padre?” ¿Por qué el hombre despoja a su prójimo, profanando así la Alianza?

La autoridad de la ternura y la empatía

La carta a los Tesalonicense, firmada por el trío de evangelizadores -Pablo, Timoteo y Silvano- muestra un talante muy diferente a los sacerdotes del templo, denunciados por Malaquías. Así le hablan a la comunidad:

  • “Os teníamos tanto cariño. Os queríamos entregar hasta nuestras propias personas… Os habíais ganado nuestro amor”
  • “No cesamos de dar gracias a Dios”

¿No es ésta una forma de autoridad “con alma”? ¡Qué alejada de la frialdad, de la actitud controladora, de la falta de empatía, del distanciamiento jerárquico! Es una autoridad para hacer el bien y nunca para imponer los deseos perversos del “ego”.

La alternativa de Jesús: denuncia y anuncio

Jesús invita a obedecer a las autoridades, pero con reservas: “haced lo que ellos os dicen, no lo que ellos hacen”:

  • cuando son hipócritas, falsos, impositivos y holgazanes: “lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente, pero no están dispuestos a mover un dedo para empujar”;
  • cuando son vanidosos y todo lo hacen para que los vea la gente;
  • cuando solo buscan los primeros puestos y que la gente los llama “maestros”.

La alternativa que Jesús propone es ésta:

  • ¡No aceptéis títulos, ni protocolos mundanos! Vosotros, no os dejéis llamar “maestro”… ni “consejeros”… ni “padre”
  • ¡Poneos en el último lugar y… nada de precedencias! El primero entre vosotros, sea el servidor
  • Dios pondrá la auténtica autoridad en su lugar: El que se enaltezca será humillado. El que “abuse” será descubierto y condenado.

Conclusión

¿Hay todavía entre nosotros algo de esto? ¿Hay vanidad, hipocresía, personas que buscan siempre un cargo más elevado, vedettismo religioso? El papa Francisco denuncia el “clericalismo”, como uno de los males de la Iglesia actual. ¡Aprendamos todos la lección de Jesús, del profeta y del  trío apostólico de Tesalónica!

José Cristo Rey García Paredes, CMF

festividad de Todos los Santos. 1 de noviembre de 2023

LOS SANTOS DE LA “PUERTA DE AL LADO” 

Hace ya más de cinco años (el 19 de marzo de 2018, festividad de san José) nos regaló el papa Francisco una exhortación apostólica sobre “la llamada a la santidad en el mundo actual”. La tituló “Gaudete et exsultate”(=GEx) Y nos invitó a suplicar al Espíritu Santo que infunda en nosotros un intenso anhelo de ser santos; y que nos alentémonos mutuamente en el camino de la santidad.
Escuchamos con frecuencia expresiones como ésta: “mi madre era una santa”. Con todo, se constata que el horizonte de la santidad se han ido difuminando. Apenas se habla de la “santidad” y eso que el Concilio Vaticano II dedicó todo un capítulo de la constitución sobre la Iglesia a la “vocación universal a la santidad”. No a vocaciones “particulares” a la santidad… sino “vocación universal”… la vocación de todos. El Concilio nos invitaba a descubrir esa llamada interior en todos nosotros.
Nos ha precedido «una nube tan ingente de testigos» (Heb 12,1) que nos alientan a no detenernos en el camino y nos estimulan a seguir caminando hacia la meta. Y entre ellos, la más sublime, la más santa, ¡la “Santísimas virgen Maria” y su esposo San José..
El Papa Francisco nos dice que la santidad está presente no solo en los héroes y mártires, sino también en “la puerta de al lado”, en personas que viven cerca de nosotros “y son un reflejo de la presencia de Dios. La santidad es el rostro más bello de la Iglesia.
Dios tiene para cada ser humano un camino y un proyecto único. “Nadie irá, ni fue nunca hacia Dios, por este camino que yo voy. Para cada uno tiene un camino virgen Dios”, decía el poeta León Felipe. Cada creyente ha de discernir su “propio camino” y sacar lo mejor de sí mismo, sabiéndose llamado por Dios y capacitado por Dios para recorrerlo (cf. 1 Co 12, 7). 
La vida divina se nos comunica de formas muy diversas. Hay muchos estilos de santidad; y todos ellos reflejan la santidad de Dios. La santidad no está reservada para la élite. Es una llamada para todos. Y concluyo con una cita del Papa Francisco:

“¿Eres consagrada o consagrado? Sé santo viviendo con alegría tu entrega. ¿Estás casado? Sé santo amando y ocupándote de tu marido o de tu esposa, como Cristo lo hizo con la Iglesia. ¿Eres un trabajador? Sé santo cumpliendo con honradez y competencia tu trabajo al servicio de los hermanos, como san José. ¿Eres padre, abuela o abuelo? Sé santo enseñando con paciencia a los niños a seguir a Jesús. ¿Tienes autoridad? Sé santo luchando por el bien común y renunciando a tus intereses personales”.

Y, finalmente, el test para conocer la santidad son las Bienaventuranzas: Pobreza de espíritu, pureza del corazón, mansedumbre,… dichosos cuando os persigan a causa de mi nombre… ¡Si puedes ser llamado bienaventurado… eres santo!

DOMINGO 30. TIEMPO ORDINARIO. CICLO A

EL GRAN MANDAMIENTO: ¡AMARÁS!

Las lecturas de este domingo nos hablan del “amor”; nos invitan a descubrir ese fuego que circula por nosotros de mil formas, en mil direcciones, de dentro afuera y de afuera adentro. ¿Qué es amar? Lo mejor no es definirlo, sino experimentarlo. Cuando se ama ha un “tercero misterioso” que se revela.
Dividiré esta homilía en tres partes:

  • El Compasivo… y su ira encendida.
  • El mandato: ¡Amarás!
  • Un amor elocuente

El Compasivo… y su ira encendida

“Forasteros, emigrantes, viudas, huérfanos, pobres y prójimos”. He aquí los nombres de aquellas personas en las que Dios derrama su amor, su predilección. Son ellas las que conmueven sus entrañas y son las favoritas de su amor. Solo una razón lo justifica y es ésta: “¡porque soy compasivo!”

Dios es compasivo: padece con los que padecen, sufre con los que sufren, se siente débil con los débiles. Dios ama a sus pobres como a sí mismo… Por eso, su mandato respeto a ellos es claro: ¡No oprimirás! ¡No explotarás! ¡No serás usurero! ¡Devolverás! Estos son los verbos del amor celoso y preferente de Dios hacia los pobres. Quien cometa contra ellos el mal, encenderá la ira de Dios. El Compasivo puede ser el peor enemigo de quien no tiene compasión.

El mandato: ¡Amarás!

Jesús vino como el Maestro del Amor. Hizo de toda su vida amor. Cuando le preguntaron por el primer mandamiento, le querían tender un lazo: Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?, le pregunta un fariseo. Jesús no le responde, como era habitual: “Dios es solamente uno, a Él solo adorarás”. Más que la adoración le interesa el amor, y el amor “en todas las direcciones”: hacia Dios y hacia los demás. 

¿Qué es el amor? ¿En qué consiste? El escritor austriaco, Peter Handke, lo ha descrito con bellas frases, de seguro inspiradas por el Espíritu de Jesús:

“Acabo de ver con total claridad (¡fue un descubrimiento!), que en el amor, para el amor, no bastan únicamente dos: una y otra vez necesito a un tercero a quien poder dirigirme, para tranquilizarme, para fortalecerme, para permanecer firme, para volver a despertar, para decir gracia… Y a este tercero en mi amor, que cuida de mí siempre que me vuelvo hacia él, sólo puedo concebirlo con el nombre de “Dios”  (Peter Handke).

Amor se conjuga en activa y pasiva, en divino y en humano.  

Un amor elocuente 

Pablo y sus compañeros reconocen -en la segunda lectura- que la comunidad cristiana de Tesalónica acogió apasionadamente la Palabra de Dios y se dejó encender en su fuego de amor. De modo que “desde vuestra Iglesia la palabra de Dios ha resonado en todas partes”. 

“El que me ama guardará mi palabra y mi Padre lo amará y vendremos a él”. La comunidad de Tesalónica estuvo habitada por el Amor, por la Palabra. Y es que el amor crece cuando se conoce. La Palabra enciende el corazón. Es eficaz y llega a lo más profundo del corazón

Conclusión

Cuando se constatan tantos fracasos en el amor (divorcios, amistades rotas, egoísmos cerrados), uno rehúye espontáneamente el romanticismo. Pero si Dios es amor, el amor es posible, es necesario. Los ríos no pueden anegar el amor. Quien ama nunca se equivoca. Así es nuestro Dios, porque Dios es Amor.

José Cristo Rey García Paredes, CMF