EPIFANÍA DEL SEÑOR. CICLO B

EPIFANÍA: EL ESPÍRITU DE LA ESTRELLA

Dividiré esta homilía en tres partes:

  • La búsqueda del tesoro
  • El encuentro sorprendente
  • El misterio de la Estrella

La búsqueda del Tesoro

Se puede vivir miserablemente, mientras está al alcance un inmenso tesoro… Se necesita alguien que sepa dónde se encuentra. Al alcance de la mano de todos nosotros hay un tesoro, pero muchos no lo saben.

A los magos de Oriente les fue revelada la existencia del mayor tesoro que ha podido ocultarse en la tierra. Creyeron esa revelación. Y no solo se dispusieron a buscarlo, sino que incluso prepararon regalos (oro, incienso y mirra) como homenaje y agradecimiento a quienes custodiaban aquel tesoro.

Emprendieron el largo viaje… Una estrella los conducía… Y hasta se posó en el lugar exacto hacia el que se encaminaban. No les importó el cansancio, ni tampoco el despiste que sufrieron en Jerusalén ante el rey Herodes. Se empeñaron en encontrar el tesoro y se dejaron conducir por la estrella.

Creer es también crear. La fe mueve montañas. El que cree descubre lo insospechado. Quien no busca vivirá siempre miserablemente. Quien busca encontrará.

El encuentro sorprendente

El destino al que los magos fueron conducidos les resultó sorprendente: una casa humilde, dos jóvenes esposos y un niño recién nacido. Ellos no dudaron. Era él, el niño nacido apenas unos días antes. ¡Él era el Tesoro que Dios había depositado en la humanidad! Y con mucha, muchísima fe… lo adoraron…

Estos magos se hicieron tan famosos que han pasado más de 2023 años y todavía los recordamos, especialmente los niños. Donde encontraron el tesoro no fue en el Palacio de Herodes, ni tampoco en el Templo de Jerusalén… fue en una pobre casita alquilada. Y ahora los magos siguen siendo recordados en nuestros pueblos y ciudades. Buscan, sobre todo, a los niños… pero entre todos ellos, al Niño-Dios.

 El misterio de la Estrella

Muchos se preguntan por el significado de la estrella. Recurren para ello a la astrología e investigan si ya a comienzos del siglo I hubo una “coniunctio magna” o un acercamiento entre dos planetas…, interpretada por los magos como anuncio de un gran acontecimiento.

Quizá lo mejor sea decir que -como siempre- el Espíritu Santo fue la estrella que condujo a los magos de Oriente hacia Jesús y la casa en que se encontraba. El Espíritu siempre tiene como destino a Jesús: sobre Él descendió en el Bautismo: hacia Él condujo a los magos. El Espíritu nos lleva siempre hacia Jesús. Es nuestra buena estrella.

Y como “tanto amó Dios al mundo” –¡no solo a Israel!– que le entregó a su Hijo único, así también hoy nos ama tanto que no permite que nos olvidemos ni de la Estrella, ni de los Magos. Esta humanidad de hoy tampoco se olvida de Dios. Hasta los más incrédulos, sienten en su corazón el estímulo de la estrella y el encanto de los magos de Oriente. ¡Feliz Epifanía! María, José, el Niño. Oro, incienso y mirra.

Esta celebración de hoy nos conduce hacia lo nuclear de nuestro ser humano: ¡busquemos apasionadamente a Dios y lo encontraremos! Y aparecerá la Estrella, el Espíritu Santo que nos lo facilitará. ¿Nos hemos preguntados dónde y cuando se nos aparece la Estrella y nos moviliza?

José Cristo Rey García Paredes, CMF

SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS. CICLO B

“LA MADRE DE DIOS”: BENDITA Y BIENAVENTURADA

Dividiré esta homilía en tres partes:

  • Deseos de bendición
  • El bautismo: marca indeleble de pertenencia.
  • La primera exposición del Santísimo
  • Bendición para los demás

Deseos de bendición

La primera lectura nos muestra cómo Aarón y sus hijos debían bendecir a los israelitas.  La Iglesia también se identifica hoy con ese modo de bendecir y le pide a Dios, nuestro Señor que cumpla cuatro deseos:

  • Que nos sea propicio
  • Que nos proteja,
  • Que vuelva hacia nosotros su rostro y lo haga brillar …
  • Que nos conceda la paz. 

No hay mayor bendición para un ser humano -al comenzar un nuevo año- que unir su vida a Dios, invocándolo.

El salmo 66, que ha sido proclamado después de la lectura del libro de los Números insiste en lo mismo: “El Señor tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros… que Dios nos bendiga”.

El bautismo: marca indeleble de pertenencia

Los israelitas se sentían bendecidos por Dios cuando en su cuerpo quedaba marcada la señal de la circuncisión. Era la señal indeleble de su pertenencia a Dios.

Nosotros tenemos otra señal indeleble de bendición de Dios: es el bautismo-confirmación. Quedamos sellados en nuestro cuerpo por el agua y el óleo consagrado. Estar en Alianza para siempre con Dios es el mayor regalo que un ser humano puede recibir.

Los padres de Jesús quisieron que también su pequeño hijo recibiera la marca de su pertenencia a Dios y al pueblo para siempre. Y por eso, como nos dice hoy el Evangelio, fue circuncidado a los 8 días de nacer. Así Jesús “nació bajo la ley para rescatarnos”. Y el rescate consistió en transformar la circuncisión del cuerpo por el bautismo del nuevo nacimiento… que nos hace hijos de Dios por adopción” y nos vuelve templos del Espíritu Santo. El mismo Espíritu que en nosotros clama: “Abbá, Padre” y nos revela así que somos hijos de Dios.

La primera exposición del Santísimo

El evangelio de hoy nos relata el encuentro de los pastores con Jesús. Llama la atención el detalle del evangelista Lucas: ¡el niño Jesús estaba recostado en un pesebre!

Sabemos que el pesebre era, por así decirlo, la mesa en la que comían los animales. Y, sobre aquella mesa no había alimento para los animales. Quien allí estaba depositado -¡expuesto!- era Aquel que se autodefinió así: “Yo soy el Pan de Vida”. Y el contexto no podía ser más elocuente: todo esto sucedía en Belén -en hebreo Beth-lehem, que significaba la “casa del Pan”.

¡Esta fue la primera exposición del Santísimo! El pequeño Jesús es colocado en la mesa más pobre que podamos imaginar como Alimento de Dios, bendición de Dios. ¿Quién no se comerá a besos este regalo que recibimos de las manos de María y de José? 

Bendición para los demás

La celebración de la Navidad trasciende los límites de las religiones. Algo indescriptible sucede en la humanidad. Se siente la necesidad de regalar, encontrarse, el deseo de paz, armonía, surge la nostalgia de amores imposibles, la evocación de quienes nos dejaron… Las luces en la noche nos hablan de sueños flotantes que nos devuelven la ilusión. Una misteriosa Bendición envuelve a nuestro planeta. Y no cesa…

José Cristo Rey García Paredes, CMF

SAGRADA FAMILIA. CICLO B

MISTERIOSA FAMILIA: entre Belén, Egipto y Nazaret

Dividiré esta homilía en cuatro partes:

  • Misteriosa familia
  • Familia emigrante en Egipto.
  • Familia de Nazaret.
  • Familias con alma y corazón.

Misteriosa familia

José y María se casaron legalmente. María concibió a su hijo Jesús, sin la intervención de José. Y éste, tras enorme perplejidad comprendió que su esposa había concebido por obra del Espíritu Santo, y decidió no abandonarla. Entonces encontró el verdadero sentido de su vida, como esposo y padre. Para Jesús sería José el transmisor de la bendición de David. José y Jesús fueron auténticos “davídidas”. Así lo muestran las generalogías y también las aclamaciones populares al Jesús adulto, dirigiéndose a Él como “hijo de David” o entrando solemnemente en Jerusalén y así aclamado.

María tampoco dudó al decirle a su hijo -perdido en el templo-: “Tu padre y yo te buscábamos”.

Familia emigrante en Egipto

Cuando Jesús-niño fue presentado por sus padres en el templo, el profeta laico, Simeón, y la anciana profetisa del templo, bendijeron y acogieron al Niño -pero ninguno de los Sacerdotes del Templo-. Simeón y Ana reconocieron la identidad misteriosa del recién nacido Jesús. Simeón, por su parte, reconoció que Jesús sería un “signo de contradicción” y que María estaría implicada en su suerte. De hecho, Herodes persiguió a muerte a su Hijo. José fue su guardaespaldas y desapareció del mapa de Israel, cargando con una terrible responsabilidad. Y con mucho éxito.

Familia de Nazaret

Jesús niño y adolescente fue creciendo en un contexto humano “único”. Su grandiosa y equilibrada humanidad fue siendo educada bajo la atención e influjo permanente de José y de María. El equilibrio y la energía de Jesús no fueron únicamente un don divino, sino también el resultado de un contexto educativo único, que sus padres le ofrecieron. favorable para el despliegue de su identidad divina.

En el cómputo total de sus años, Jesús vivió la mayoría de ellos en la comunidad familiar de Nazaret. Y cuando tenía los treinta años inició su trienio misionero y profético e inauguró otro modelo familiar cuando dijo: ¿quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?

Familias con alma y corazón

Las comunidades familiares son hoy muy diversas y plurales. En ellas los seres humanos esperamos encontrar un lugar seguro, confiable, acogedor. El amor está llamado a superar las divergencias y a tejer una convivencia que sea humanizadora. Y son muchas las familias que lo consiguen porque han encontrado la pedagogía que conduce a situaciones estupendas y luminosas.

Hay también demonios que se introducen en el contexto familiar. Emergen poco a poco, casi sin advertirlo. Crean divisiones, disputas… hasta odio. Y lo que parecía un lugar seguro, se convierte en un espacio amenazador y de alto riesgo.

La familia requiere cuidados intensivos en todas sus etapas. Cuando la familia vive ante Dios y en Dios, encuentra los mejores recursos para que acontezca el milagro y los sueños iniciales se hagan realidad. ¡Que toda familia descubra su vocación a convertirse en “sagrada Familia”! Para eso necesita una bendición sacramental inicial.

José cristo Rey García Paredes, CMF

NAVIDAD. CICLO B

SONÓ EL RELOJ DE LA POBLACIÓN… Y NACIÓ EL HIJO DE DIOS

Dividiré esta homilía en tres partes:

  1. Las estadísticas de la vida
  2. Acoger el regalo de la vida
  3. El nacimiento de alguien “muy especial”

Las estadísticas de la vida

El reloj de la población lleva ya más de un millón de años sin detenerse. Quienes mueren son inmediatamente sustituidos por muchos otros que nacen. La humano-diversidad se adueña de nuestro planeta. Y hasta pensamos sin el un inmediato futuro habrá espacio para todos. El reloj de la vida es el reloj de la Navidad. 

La vida en nuestro planeta azul no se agota en nosotros. Este es el planeta de la vida. Los seres humanos superamos ya los 8.000 millones de habitantes. Pero no somos los únicos vivientes. Más todavía somos sólo una diezmilésima parte de la vida que en la tierra germina. las plantas forman el 81,8 % de la vida, las bacterias 12.7 %, los hongos el 2,2%, los animales el 0,36, los peces el 0,7% y nosotros, los seres humanos sólo el 0,01%.

Ahora somos mucho más conscientes que antes, de cómo hemos de respetar la Vida: la vida humana, la vida vegetal, la vida animal… No queremos hacer de la tierra un depósito de escombros. Además -como dicen los científicos- somos “polvo de estrellas”: hemos surgido a partir de las grandes galaxias. ¡Qué misterio éste el de la vida! La Navidad debería llamarse “Eco-Navidad”. Y en el centro de este gran proceso “el día en que nació el Hijo de Dios, como hijo de María por obra del Espíritu Santo”. El prólogo del Evangelio de san Juan que hoy proclamamos nos sitúa en esta perspectiva.

Hoy es el día de tantas Navidades: grandes santos y políticos, artistas, de científicos, obreros, artesanos, mujeres y varones, madres con corazón dispuestos a amar, a dialogar, a vivir, a soñar.  

Acoger el regalo de la vida

El Dios de la Vida nos la ha entregado para que la cuidemos. Un aborto mata y priva a la humanidad de un ser humano inédito, único, tal vez sorprendente. Y cuando la vida se nos da la cuidamos, la educamos, intentamos obtener de ella lo mejor que encierra como secreto. Y estamos empeñados en que nadie quede al margen. Por eso, optamos por los más pobres e indefensos, por eso, lanzamos políticas de protección, de cuidado, de acogida.

Qué bendita es esta fiesta de la Navidad. Sin saber del todo, porqué, toda la humanidad la celebra. El mundo se viste de luz, de regalos, de sonrisas, de músicas globalizadas. Y es que queremos celebrar una humanidad regida por el Reloj de la Vida, por la Navidad que no cesa. 

El nacimiento de Alguien “muy especial”

Y entre millones y millones de recién nacidos, hace ya 21 siglos, nació un Pequeño muy muy especial. Lo dio a luz una joven de Nazaret. Su vientre se convirtió en el primer hogar de una vida que venía de Dios. Su esposo cuidó de ella y después de su criatura. Protegió a la madre y el niño y nos hizo a la humanidad el más grande favor. En ese Niño nació Dios para nosotros. La Palabra de Dios, que todo lo había creado, se hizo carne. José y María colaboraron para la viabilidad de ese Regalo divino. Y apareció Jesús de Nazaret. En el cielo cantaban… como siguen cantando cuando nace una nueva hija de Dios, un nuevo hijo de Dios. Él hijo único de digno dignificó de tal forma el nacimiento, el seno materno, el proceso del parto, la sexualidad femenina, que desde entonces reconocemos que es bendito el fruto del vientre. 

Y como proclamaban los autores del nuevo Testamento: “En Él y por Él fueron creadas todas las cosas”. “Todo se mantiene en Él”. En Él estaba la Vida y la Vida era la Luz de los hombres.

José Cristo Rey García Paredes, CMF

TIEMPO DE NAVIDAD

TIEMPO DE NAVIDAD: Invitación a la Eco-Navidad – Laudato Sì – Laudate Deum

La Navidad de Jesús es la clave para captar el sentido de nuestro planeta, nuestra historia y nuestra existencia. Hay en el curso vital de Jesús una pedagogía que nos va llevando desde el parto hasta la edad adulta, desde la familia y la madre hasta el hijo -reconocido en su Bautismo como Hijo de Dios-, desde quienes muestran una admirable hospitalidad hacia el Hijo de Dios y lo acogen hasta aquellos que rechazan la venida del Hijo de Dios y buscan matarlo.

La Navidad es tiempo de vida, pero también de amenazas de muerte: es tiempo apocalíptico, en donde se revela el Misterio de Dios y las asechanzas del mal. Por eso, se emplean símbolos que hay que entender en esta clave: mensajes que vienen del cielo, ángeles que aparecen, Escrituras que se cumplen, estrellas del cielo, matanza de inocentes en la tierra, manifestación del Hijo en el río con voz del cielo y Espíritu que desciende, multiplicación del vino en la boda mesiánica.

Invitémonos a vivir con intensidad cada una de las etapas de esta Navidad:

  • Navidad 25 de diciembre: Sonó el reloj de la población… y nació el Hijo de Dios
  • El domingo, 31 de diciembre: Misteriosa Familia: entre Egipto y Nazaret
  • El día 1 de enero: La Madre bendita y bienaventurada
  • El día 6 de enero: Epifanía: el Espíritu es la Estrella-.
  • El 7 de enero: En el Bautismo se abren los cielos

Desde el nacimiento hasta el Bautismo: ¡Eso es Navidad!

José Cristo Rey García Paredes, CMF

 

Cuarto domingo de Adviento. ciclo b

“SI EL SEÑOR NO CONSTRUYE LA CASA” 

La liturgia de la Palabra de este domingo cuarto de adviento nos ofrece unas claves de respuesta. Dividiré la homilía en tres partes:

  • ¿Quién le construirá una casa a Dios?
  • En la “casa” de José y de María.
  • “Mi casa es toda de viento”

¿Quién le construirá una Casa a Dios?

La primera lectura tomada del segundo libro de Samuel nos relata un buen proyecto del rey David: mientras él moraba en un palacio de cedro, el arca de la Alianza estaba depositada en una humilde tienda de campaña. Con remordimiento, David se propuso construirle al Arca una digna morada: un templo y el profeta Natán -su profeta- lo animó a ello. 

Sin embargo, quedó David muy sorprendido cuando Dios le respondió: “No serás tú quien me construya una casa… Seré quien te construya a ti una casa permanente para que tu reinado no tenga fin y dure para siempre”.

En la “casa” de José y de María

La lectura del Evangelio ratifica aquella sorprendente promesa hecha por Dios a David. Un lejano descendiente de David, José, el esposo de María, sería el padre legal de Jesús. Y Jesús sería su hijo “legal” y, por lo tanto, descendiente también de David. El ángel Gabriel le ratificó a María, que su hijo heredaría el trono de David… y para siempre: “el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará eternamente sobre la casa de Jacob y su Reino no tendrá fin” (Lc 1,32-33). Con José y María se cumplió la inaudita profecía hecha a David: “tu reino no tendrá fin y durará para siempre”. 

Jesús no es una improvisación de Dios: es el final de un bendito proyecto. En él converge toda la historia: desde Adán y Eva “pondré enemistades entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo; él te herirá en la cabeza” (Gen 3,15), desde David y el pueblo de Israel.  

A María se le revela todo el misterio del hijo de su seno: será Grande, será llamado Hijo del Altísimo, será Santo, reinará en la Casa de Jacob por los siglos de los Siglos, se sentará en el Trono de David su Padre. 

Sin embargo, el escenario nos volverá hacia la pobre tienda, donde estaba el arca de la Alianza. ¡Ahora se trata de una cueva de pastores, de un pesebre y no de un Gran Palacio! Además, el Niño Rey es perseguido a muerte por enl usurpador del trono davídico, Herodes. José protegió al Niño y a la Madre y “huyó a Egipto” y después volvió a Nazaret. A su hijo Jesús lo aclamaría la gente diciéndole: “¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí! 

Mi casa es toda de viento 

Un villancico -con letra y música de los claretianos P. Tomé y P. Mielgo- se titulaba así: “Mi casa es toda de viento”. Todos tenemos experiencias de la inconsistencia de nuestras casas, de nuestras familias y comunidades.  Cualquier evento es capaz de tambalearla, de crear desunión, conflictos, abandonos… Cuando Dios bendice un matrimonio, se sueña con la casa construida sobre roca… pero a veces se descubre que fue construida “sobre arena” y ante las menores dificultades, comienza a derrumbarse. 

En cada celebración del matrimonio Dios desea “construir” con una casa con sólidos cimientos. María dijo: “Fiat” (¡hágase!). Porque “si el Señor no construye la casa en vano se cansan los albañiles” (salmo 126). 

Toda casa construida por nosotros es frágil, incierta. Hay que confiar mucho en quien la construye, que es nuestro Dios. Necesitamos una fe-roca, una casa construida sobre la roca, que es la fe. “Si el Señor está con nosotros, ¿quién contra nosotros”? En la segunda lectura nos lo recomienda san Pablo: ¡sed obedientes a la fe y esperadlo todo de Dios! 

Conclusión

Dios suele elegir a instrumentos débiles, para confundir a los fuertes. Nuestra debilidad tiene que convertirse en fortaleza. Los que se creen fuertes, en cambio, pueden perderlo todo. Se acerca la Navidad de los débiles, que lo pueden todo en Aquel que es su fuerza.

José Cristo Rey García Paredes, CMF

TERCER DOMINGO DE ADVIENTO. CICLO B

LA ALEGRE ESPERANZA

  • La espera y la esperanza
  • La puerta de la Esperanza… siempre abierta 
  • Los rasgos de la esperanza

La espera y la esperanza

El pensador español Pedro Laín Entralgo nos regaló una excelente distinción entre “La espera y la esperanza”. La espera no es todavía esperanza: es “aguardar”. Cuando se aguarda, la incertidumbre se apodera de nosotros. ¡Estoy a la espera!¡Estoy aguardando… al autobús, mi turno… que me toque la lotería! 

La Iglesia se encuentra ahora en estado de “sínodo”. Estamos a la espera de sus resultados. Pero ¿tenemos esperanza o indiferencia? ¿Nos lanza hacia un futuro que creemos cierto o hacia lo incierto e inesperado?

La puerta de la Esperanza… siempre abierta 

La primera lectura respira esperanza. El profeta no está a la espera, sino que ya disfruta de aquello que esperaba: ha sido ungido por el Espíritu, proclama la realización de las promesas de Dios. Desborda de gozo. Ha llegado el momento del triunfo. Todo lo soñado está ya brotando. Y el salmo idéntifica a este profeta con María, la madre de Jesús, que proclama el Magnificat.

También la lectura del Evangelio abre la puerta de la esperanza. Tras largos siglos de espera, por fin, se le concede a Israel lo que esperaba: “por los profetas lo fuiste llevando con la esperanza de la salvación” -dice una de las plegarias eucarísticas-. Y ahora el evangelio proclama: “Surgió un hombre enviado por Dios…” Anunciaba el fin de la espera y abrió la puerta de la esperanza: “En medio de vosotros hay uno que no conocéis… viene detrás de mí… no soy yo”. Y repite una y otra vez: ¡no soy yo! Hay uno que no conocéis, que viene detrás de mí”. ¡Hay que pasar de la espera a la esperanza!

 Los rasgos de la esperanza

La espera suscita en nosotros inquietud, nerviosismo, incertidumbre. Nos desagrada el tener que “esperar”, guardar fila, aguardar. Sin embargo, la esperanza nos moviliza, nos alegra. Y tenemos muchas razones para ello. Exclamemos con la primera lectura del profeta Isaías: ¡desbordo de gozo con el Señor y me alegro con mi Dios”… hemos triunfado… brotan las semillas… Y con el Magnificat de nuestra madre María: el Poderoso ha hecho obras grandes por nosotros… su misericordia de generación en generación

La segunda lectura no pide algo que les falta a no pocos cristianos: ¡Estad siempre alegres! ¡Siempre! ¡Sed constantes en orar! ¡Constantes! ¡Dad gracias en toda ocasión! ¡En toda ocasión! Y el gran deseo: ¡Que el Dios de la paz os consagre totalmente hasta la venida de nuestro señor Jesucristo! El vendrá… cumplirá sus promesas.

Conclusión

La espera nos coloca ante la incertidumbre. La esperanza ante lo cierto.

Gran parte de la humanidad está a la “espera”. Quienes hemos recibido la gracia de la fe tenemos esperanza. Y una esperanza audaz, que supera cualquier contradicción. Por eso, un santo triste es un triste santo. Un adviento triste es un triste adviento.

José Cristo Rey García Paredes, CMF

SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO. CICLO B

EL “MEBASSER” Y SUS BUENAS NOTICIAS 

Las expectativas se suelen cerrar o con una mala noticia -y el mundo se nos echa encima y nos apenamos- o con buenas noticias -y la exultación nos hace vibrar y sonreír. El adviento ritualiza un tiempo de expectación. Hoy se nos invita a esperar incluso aquello que nadie sería capaz de imaginar.

Dividiré esta homilía en tres partes:

  • Quien evangeliza transmite “una buena noticia”
  • Se nos ofrece un cielo nuevo y una tierra nueva. 
  • También nosotros… como Juan el Bautista

Quien evangeliza transmite “una buena noticia”

La primera lectura nos habla hoy de un “mensajero de buenas noticias”. Nada tiene que ver con los profetas de desgracias. El mensajero del que nos habla el profeta Isaías es el “mensajero de la Alegría, de la noticia más sublime e inesperada. El autor hebreo le da un nombre femenino, en primer lugar: lo llama “Mebasseret” (Is.40). Y más tarde, un nombre masculino: “Mebasser” (Is 52). Para traducir esta palabra hebrea al griego, se escogió el término “evangelizador” o el que anuncia un “Evangelio”, es decir, una buena noticia. 

Cuando parece que todo se hunde y no hay escapatoria, cuando más nos sentimos amenazados y sin salida, Dios nos envía a su profeta para devolvernos el ánimo, la alegría y la paz. Nos envía un “Mebasser”, un “evangelizador”. 

¡Qué bellos sobre los montes los pies del Mebasser!, exclama la profecía de Isaías. Y se le pide al Mebasser que se suba a un alto monte y proclame que Dios está ahí y que no permitirá que su pueblo quede en manos enemigas. Que Dios vendrá como un buen pastor a recoger a su rebaño y guiarlo. Para liberarlo de guías perversos.

Se nos ofrece un cielo nuevo y una nueva tierra

La segunda lectura de hoy está tomada de la segunda carta de Pedro. El apóstol anuncia también una buena y excelente noticia a los cristianos que se sentían perseguidos, ignorados y despreciados: “Pronto llegará -les dice- el día del Señor”: Él os defenderá y os dará la razón. Él se manifestará. Y que sepan los demás que como sigan así, tienen fecha de caducidad y los días contados. El imperio del mal, en cualquiera de sus formas, desaparecerá. Los “elegidos de Dios” tienen todo a su favor. Nos espera un cielo nuevo y una tierra nueva. Por eso, san Pedro nos exhorta a vivir en paz, a no preocuparnos y a esperar…

También nosotros… como Juan el Bautista

La tercera lectura ha sido tomada del inicio del Evangelio de san Marcos. El evangelista tuvo la magnífica idea de escribir la primera vida de Jesús, que tituló “Evangelio de Jesucristo”. Es decir: ¡buena y bella noticia! De esta manera san Marcos nos presentó a Jesús como el “Mebasser”, el mensajero de la Alegría.

David Zelenka

Pero quien le preparó la escena fue Juan Bautista. Se encargó de preparar a la gente para acoger a Jesús por medio de un bautismo de purificación. No hablaba de sí mismo, sino del que venía detrás de él. Le preparaba el camino y un pueblo bien dispuesto.

En este segundo domingo de Adviento, nuestra madre la Iglesia nos pide que también seamos como un nuevo Juan Bautista: apasionados por el que está viniendo y preocupados para que sea muy bien acogido en nuestra sociedad, a veces tan atea, otras tan agnóstica, otras tan indiferente. La Navidad llega al corazón de todos. Pero no todos los corazones se acercan de verdad al Niño Dios. Se acerca la Navidad y también es el momento de un nuevo amanecer, de un nuevo comienzo de la fe: ‘todo es posible”. Pero se necesitan hombres y mujeres “Mebasser”, anunciadores de la Buena Noticia y que lo hagan con convicción, belleza y seducción. Dios quiera que en la noche de la Navidad quienes están lejos puedan acercarse al Portal de Belén y exclamar: Padre nuestro, ¡venga a nosotros tu Hijo Jesús. ¡Perdónanos! Bautízanos con tu Espíritu y haznos renacer a la fe!

José Cristo Rey García Paredes, CMF

PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO. CICLO B

DESPERTAR LA PASIÓN DE LA ESPERANZA

  • Cuando la fe se deteriora
  • Enriquecidos en todo
  • ¡Velad y estad alerta!

Hace años me sentí impresionado ante una frase del teólogo alemán Hans Küng que decía más o menos así: “con qué ligereza muchos jóvenes se van alejando de la fe, sin darse cuenta de lo difícil que les resultará después recuperarla”. Y es que cuando se rompe una alianza de amor, cuando uno de aleja de un amor apasionado, no resulta fácil -después- volver al amor primero… aunque para Dios nada hay imposible.
El mensaje de la primera lectura de este domingo, tomada del Tercer Isaías expresa el deseo fuerte de que Dios vuelva a nosotros y nos transforme: que rasgue el cielo y se haga presente; que nos obligue a entrar en el buen camino, y que llene de ternura nuestros corazones endurecidos. Que limpie nuestras impurezas… ¡Que baje, que se haga presente! 

En la segunda lectura san Pablo les dice a los corintios que han recibido una gracia inmensa: creer y acoger a Jesucristo. Y por medio de esta fe han sido enriquecidos “en todo”. “De hecho no carecéis de ningún don”. Una comunidad cristiana con esas características es envidiable.

 

Pero contemplemos también con los ojos de san Pablo nuestra comunidad cristiana, nuestra parroquia. Veremos que hay mucha riqueza escondida en las personas que formamos la asamblea dominical. Si nos conociéramos más, nos daríamos cuenta de ello: ¡cuántos dones ha derramado Dios en unos y otros! ¡Cuántos carismas, a veces ocultos o desconocidos! Pero más aún: el mayor don es que “Dios nos llamó a participar en la vida de su Hijo Jesucristo”. Y esto sucede en cada Eucaristía: cuando escuchamos la Palabra de Dios, cuando comulgamos el Cuerpo de Cristo. La puerta de la fe nos introduce en un mundo misterioso del cual tantas veces no tomamos conciencia.

Todo adviento es la llegada de lo inesperado. Pero cuando lo inesperado es lo más importante y decisivo para los seres humanos, hay que estar alerta y vigilar. ¡Que no perdamos la oportunidad de acoger lo más necesario para seguir viviendo! 

“Lo peor no es tener un alma perversa, sino un alma acostumbrada”, dijo el autor Charles Péguy. Las costumbres nos incapacitan para la auténtica expectativa. Solo quienes buscan encuentran, a quienes llaman se les abre. Hay que dejarse invadir por grandes deseos. Sin deseos el Adviento se vuelve apático, irrelevante. Acerquémonos al fuego aunque nos quememos.  Hay un pesimismo político, social, que nada tiene que ver con el Adviento. Hay un adviento, sin embargo, que nos ilusiona y apasiona, aunque parezca que toda va de mal en peor. 

Si creemos en Dios, Dios actuará. Es el Dios del adviento. Y a él nos dirigimos con este poema: Dios de los imposibles posibles.

Dios de los imposibles posibles,
te damos gracias
porque nos anuncias un año más
realidades que parecen sueños:
habitar el lobo con el cordero,
convivir todos los pueblos en paz,
brotar un renuevo del tronco casi seco…

Dios de los imposibles posibles,
despierta nuestro corazón
para que se abra a esta palabra de esperanza y futuro
que llega de muy lejos y de muy cerca:
de tu corazón, al lado del mío, Dios de la vida.

Dios de los imposibles posibles,
te damos gracias porque nos pones por tarea
hacer nuevo el corazón
para así hacer nueva la creación.

En tu Hijo Jesús, que viene, que llega,
ya está todo lo nuevo inaugurado y cumplido.
Te damos gracias porque podemos escuchar
ésta tu llamada de Adviento:
lo imposible es posible…

José Cristo Rey García Paredes, CMF

JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO. CICLO A

JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO: EL LÍDER SOÑADO Y ALTERNATIVO

Dividiré la homilía en tres partes:

  • Añoranza del líder perfecto.
  • Cristo tiene que reinar.
  • Reunirá a todos, pero también juzgará

Añoranza del líder perfecto

¿Dónde encontrar aquí en la tierra y el líder perfecto, el líder soñado? Del buen líder esperamos que nos re-una, nos ayude a ser gran nación, comunidad feliz, que haga crecer en todos un espíritu común y entusiasta: ¿dónde encontrar una persona así… el presidente perfecto, el papa perfecto, el obispo o párroco perfecto, el superior perfecto?  

En la primera lectura el profeta Ezequiel se muestra totalmente escéptico ante la posibilidad -aquí en la tierra- de un “líder perfecto”. Nadie, nadie lo es. ¡Sólo Dios! o ¡aquel en quien Dios se encarne! ¡Solo hay un Pastor capaz de re-unir a los dispersos! Dios mismo será nuestro pastor, nuestro líder; el cuidará de todos; no actuará con favoritismos, ni con prejuicios: “Juzgará rectamente entre oveja y oveja, persona y persona”.

¡Cristo tiene que reinar!

En la segunda lectura de san Pablo, el apóstol afirma con rotundidad “¡Cristo tiene que reinar!”. Se refería a Jesús en su tiempo, pero también a lo largo de la misteriosa historia de la humanidad. Cristo tiene que reinar en todo momento histórico y gobernar el mundo.

Hoy también Jesús “reina” como nuestro “rey invisible”. El día del Corpus lo hacemos visible en nuestras calles. Y si “reina” está poniendo a sus enemigos bajo sus pies. Jesús no nos somete a base de armas violentas, sino lentamente, porque “hace del amor su arma más poderosa” y … espera Irá derrotando a todos sus enemigos… El último será la muerte: cuando haya sido vencida, Jesús entregará el Reino a Dios-Padre, el Abbá.

Reunirá a todos… pero también juzgará

El evangelio nos presenta a Jesús bajo la imagen del Hijo del Hombre. Le encantaba a Jesús llamarse así: Hijo del Hombre. Esa era su tarjeta de visita. Una expresión que procedía del profeta Daniel. En su profecía hizo referencia a los poderes monstruosos y bestiales, que aparecen tantas veces en nuestra historia: son los que promueven guerras, crímenes, pobreza, abusos… Estos poderosos no tendrían la última palabra. El profeta Daniel profetizó la llegada de otro Poder que él denominó: “el Hijo del Hombre”: el poder alternativo a cualquier poder bestial. Y con esa imagen se identificó siempre Jesús: “Yo soy el Hijo del Hombre”, el rey del rostro humano.

Jesús es nuestro rey porque nos reúne cuando estamos distanciados y enfrentados. Nos reúne como individuos y como pueblos. Como hombres y mujeres. El Hijo del Hombre es nuestro juez justo y misericordioso. El Hijo del Hombre se identifica con quienes sufren el hambre, la sed, la cárcel, la enfermedad, la marginación…. En ellos está y por eso juzgará como Aquel que se identifica con los hambrientos, los sedientos, los enfermos, los encarcelados. ¡Misterioso rey que tiene su trono entre los últimos y olvidados!

Conclusión

José Cristo Rey García Paredes, CMF