«Si, Padre, así te ha parecido mejor»
El Mundo de hoy se preocupa en mostrar la grandeza de los Poderosos. Dios demuestra la grandeza de los Humildes. Las Lecturas Bíblicas confirman esta verdad.
La 1ª Lectura describe la llegada del Rey vencedor a Jerusalén. El pueblo aguardaba una entrada triunfal y el profeta Zacarías anuncia una entrada humilde y pacífica, montando no un caballo de guerra, sino un jumento. Esta profecía hace recordar la entrada de Jesús en Jerusalén. El pueblo esperaba un Rey mesiánico poderoso. Y Jesús no se impone por el lujo o por la fuerza de un ejército poderoso, sino montando un borriquillo, llevando a todos la paz. Con este gesto, va a probar que conquistará el corazón de los hombres, con su amor… no por las armas.
En la 2ª Lectura, Pablo enseña que la vida «según la carne» engendra muerte; y que la vida «según el Espíritu», que recibimos en el Bautismo, engendra vida.
El Evangelio narra el retorno de los Apóstoles de la 1ª Misión Apostólica. Los Apóstoles vuelven cansados, pero alegres y exultantes, por haber expulsado hasta los demonios. Jesús los escucha con mucha atención e interés: muchos aceptaron su predicación… otros no… Jesús reza una ORACIÓN DE ALABANZA, porque la propuesta de salvación ha tenido acogida en el corazón de los humildes: “Te doy gracias, Padre, Señor de cielos y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a la gente sencilla.»
Los Grandes y poderosos, los sabios e inteligentes no perciben la presencia del Reino de Dios y no acogen su mensaje… Los Pequeños, los pobres, los humildes… acogerán con entusiasmo su palabra y su Reino. Dios se niega a los doctos ensoberbecidos por la propia ciencia, y se revela a los sencillos, conscientes de su propia pequeñez. Dios goza con los humildes, por pobres y pecadores que sean… y resiste a los soberbios, por más santos que se crean ser.
SÍ, PADRE. Y Jesús añade: “¡SÍ PADRE, así te ha parecido mejor!»
SÍ, PADRE: actitud de Cristo: su vida fue un continuo SÍ PADRE…
- incluso ahora que deseaba que todos acogiesen la buena nueva…
- en el huerto de los Olivos…
- en el Padre Nuestro…
SÍ PADRE debe ser también nuestro camino de Salvación. Es la voluntad de Dios, vivida como se manifiesta en cada momento… Diciendo SÍ PADRE, algo maravilloso va a acontecer. Será el principio de una vida nueva y el origen de un nuevo amor. Quien vive ese SÍ PADRE: encuentra la Paz, que Cristo vino a traer.
Y Jesús hace una INVITACIÓN: «Venid a mí, todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí que soy manso y humilde de corazón y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera”.
Jesús va a quitar la carga pesada que los sabios y doctores habían creado para el pueblo. ¡Hay problemas que no tienen solución, hay dolores que ningún analgésico cura, hay oscuridad donde la luz no penetra! Y Cristo nos repite: «Venid a mí todos que estáis cansados y agobiados… y Yo os aliviaré…»
Solo Él podrá aliviar el peso de nuestros sufrimientos… Cuando los planes de Dios no corresponden a los nuestros, recemos con generosidad: “SÍ, PADRE, así te ha parecido mejor…»
Estoy convencido de que mucha más Paz comenzará a reinar en nuestro corazón… A cambio, Él trae un nuevo modo de vivir en la justicia y misericordia. Cansados y afligidos son todos los que sufren en la vida. Son los pobres de Dios, a los que Jesús dirige su gozosa noticia y entre los cuales Él se siente como uno de ellos.
¡En la vida cuánta miseria humana: ¡cuántos problemas, cuántos sufrimientos, cuánta desilusión y cuánto amor negado!
Señor abre nuestros oídos y nuestros ojos
para que podamos ver y oír lo que es bueno y justo.
Purifica nuestra mente para que podamos entender
el significado profundo de nuestra existencia.
Haz que busquemos la sabiduría que viene de Tí.





La 2ª Lectura es un Himno al amor de Dios, que envió al mundo a su proprio Hijo, para convidarnos al BANQUETE de la vida eterna. (Rom 8,35.37-39).


– NOSOTROS también somos responsables del hambre en el mundo… ¡Ningún cristiano puede ser ajeno a esta triste realidad!… El problema del hambre en el mundo tampoco se resuelve solo con programas de asistencia, sino compartiendo, con el amor. El milagro de la participación puede acontecer cuando todos ofrecen en la medida de lo poco que tienen. No se trata de cantidad, sino de la generosidad que permite la realización del milagro.

La 1ª Lectura muestra cómo TODOS pueden ser discípulos, colaborando en la obra de la salvación. (2R4,8-11.14-16). Un matrimonio de Sunam sin hijos invita con insistencia al Profeta Eliseo a comer en su casa y acabaron preparándole incluso un cuarto para hospedarlo siempre que pasara por allí. Lo hicieron porque reconocían a Eliseo como un “Hombre de Dios». Y el profeta en recompensa de la generosa hospitalidad, les prometió, que a pesar de la edad avanzada, tendrían un hijo… Algunos años después, ese hijo llegó a fallecer. Podemos imaginar el profundo dolor de los padres. El Profeta se dirige hacia allí y devuelve a aquella madre generosa el hijo nuevamente con vida. La hospitalidad y la acogida son una fuente de Vida y de Bendición. Dios no deja de recompensar a los que colaboran con Él.
También hoy, ante ciertas resistencias, muchas personas piensan que, para contar con grandes números en su filas, la Iglesia debería facilitar las cosas, y suavizar la radicalidad del evangelio y de los valores de Cristo.
¿Quiénes son los enviados de Dios, hoy? 
La 1ª Lectura Presenta el drama vivido por el profeta JEREMÍAS. Por ser fiel a su misión, experimenta persecución, soledad y abandono. Sin embargo, no deja de confiar en Dios. (Jr 20,10-13). Tuve miedo y resistí:
En la 2ª Lectura, Pablo afirma que para la salvación lo esencial no es cumplir la Ley de Moisés, sino acoger el ofrecimiento de Salvación que Dios hace a todos por Jesús. (Rom 5,12-15).
Y el Evangelio termina con:






Lectura del santo Evangelio según san Juan 6, 51-58
Las lecturas de hoy profundizan el tema:
El PADRE es aquel que tomó la iniciativa de salvar a los hombres, destinándolos a una felicidad eterna, en su familia;
Es una dignidad, que debe provocar en nosotros tres actitudes:

Lectura del santo Evangelio según san Juan 3, 16-18