pentecostés

Domingo 31 de mayo de 2020

Celebramos hoy la fiesta de PENTECOSTÉS, la fiesta conclusiva del tiempo pascual.
Con el envío del Espíritu Santo sobre los apóstoles, se celebra el inicio de la MISIÓN y el nacimiento de la IGLESIA.
Las lecturas bíblicas nos hablan del hecho:
En la 1ª Lectura, Lucas describe como un hecho solemne, acontecido en JERUSALÉN en la fiesta judía de Pentecostés, cincuenta días después de la Pascua.  (Hch 2,1-11)
El Espíritu presente en el inicio de la vida pública de Jesús, está presente en el inicio de la actividad misionera de la Iglesia.
El Espírito Santo transforma profundamente a los apóstoles y une en una misma comunidad de amor, pueblos de todas las razas y culturas. Innumerables oyentes piden el Bautismo…
«Pentecostés» era una fiesta judía muy antigua, celebrada cincuenta días después de la Pascua.
Inicialmente era una fiesta agrícola, que agradecía la cosecha del trigo y ofrecía las primicias. Después pasó a celebrar la llegada del Pueblo de Israel al Sinaí, donde recibió la Ley de Dios. Se hizo la fiesta de la Ley, de la Alianza.
Lucas quería afirmar que en la fiesta de la entrega de la Ley de Moisés, recibimos la nueva Ley de Cristo: el Espíritu Santo.
Por tanto, presenta los mismos fenómenos del Sinaí:

  • Truenos, viento fuerte, llamas de fuego…
  • Varias lenguas… quiere enseñar que la Iglesia está destinada a todos los pueblos, sin barreras de lengua, raza o nación.
  • Recuerda el episodio de la torre de Babel: Donde nadie se entiende, y se separan unos de los otros…

Aquí el Espíritu inicia un movimiento inverso. Todos hablan una misma lengua que todos comprenden. Forman una única familia, donde todos se entienden y se aman.
No debemos tomar el texto al pie de la letra, sino el mensaje: Presenta la Iglesia como una comunidad de hermanos reunidos por causa de Cristo, animada por el Espíritu del Resucitado, que testimonia en la historia el proyecto libertador de Jesús.

La 2ª lectura, recuerda la acción del Espíritu Santo en la Comunidad.
La Iglesia unida en Cristo, formando un solo cuerpo en la diversidad de dones y ministerios, que se manifiestan para el bien común. (1Cor 12,3b-7.12-13).
En el Evangelio, Juan sitúa la recepción del Espíritu Santo en GALILEA, al anochecer del día de Pascua. (Jn 20,19-23). Jesús resucitado va al encuentro de los apóstoles, ofrece la paz y los llena con los dones del Espíritu Santo.

– El «anochecer», las “puertas cerradas», el «miedo» revelan la situación de una comunidad desorientada e insegura.
– Sin embargo, Jesús aparece “en medio de ellos». Jesús es el centro y la razón de ser de la Comunidad.
– Jesús les desea “la Paz» (‘Shalon’)». Significa serenidad, tranquilidad, confianza, para que los discípulos superen el miedo y la inseguridad.
– En seguida, Jesús “les muestra las manos y el costado».

Son las «señales» de la entrega total y amorosa de Jesús en la cruz. 
– Comunica el Espíritu, con el gesto de soplar sobre los discípulos. Con el «soplo» de Dios en la creación, el hombre de barro adquirió vida. Con este «soplo» de Jesús, nace el Hombre Nuevo.
– Finalmente, Jesús explicita la misión de los discípulos: «Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo…»
– La reacción de la Comunidad es la alegría, que nadie les puede quitar.
Aunque las perspectivas de Juan y de Lucas sean diferentes, la finalidad es la misma. Ambos muestran que el mismo Espíritu, que acompañó la acción misionera de Jesús, continúa asistiendo la acción misionera de su Iglesia.

 Pentecostés continúa: Ante estos acontecimientos grandiosos, tal vez envidiemos la suerte de los apóstoles y olvidemos que el Pentecostés continúa también hoy…
– En  NUESTRA VIDA hubo un Pentecostés.
Animados por el don de Cristo Resucitado en el BAUTISMO y fortalecidos por el Espíritu Santo recibido en la CONFIRMACIÓN, somos enviados al mundo como mensajeros de la paz y de la reconciliación.
– En la IGLESIA: El Espíritu Santo es el alma de la Iglesia. Hace nacer la Iglesia y siempre la renueva a lo largo de los tiempos, con sus dones y carismas.
– En la MISIÓN: «Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo…“

El cristiano es un enviado:

  • Para vivir y contagiar la Paz, a veces tan ausente en el mundo…
  • Para experimentar el perdón y la misericordia (actitudes de la iglesia en el mundo) …
  • Para ser constructores de la Comunidad.

EN EL MISMO LENGUAJE: todos se entienden… todos hablan el lenguaje del amor…
«Aquel mismo Espíritu que, desde el comienzo, fue el alma de la Iglesia naciente; el Espíritu que infundió el conocimiento de Dios a todos los pueblos; el Espíritu que congregó en la confesión de una misma fe a los que el pecado había dividido en diversidad de lenguas”. (Prefacio).
Él ilumina nuestros pasos, nuestro actuar y nuestras elecciones.
Él nos da valor y alegría para que seamos verdaderos DISCÍPULOS y MISIONEROS de Cristo.

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