Centinelas de Dios. domingo XXIII Cilo A

 

Una situación concreta, que muchas veces nos aflige: Ante de una persona amiga que está en el error, ¿qué actitud debemos tomar: Hablar o callar? Las lecturas bíblicas de hoy nos dan una respuesta…

En la 1ª Lectura, el profeta Ezequiel aparece como un “CENTINELA”, que Dios ha colocado para vigiar la «Casa de Israel». (Ez 33,7-9)

CENTINELA es el guardia atento, que vigila el horizonte para prevenir al Pueblo de posibles peligros. Cuando percibe un peligro, debe tocar la trompeta. Así la comunidad se prepara para enfrentarse al enemigo. Si no lo hace, será RESPONSABLE de la catástrofe.

 

PROFETA es el Centinela del Señor en medio del Pueblo para vigilar atentamente la realidad y alertar de los peligros que lo amenazan. Como profundo conocedor de Dios y de las realidades de los hombres, el profeta no puede quedar indiferente ante una persona corrupta. Ezequiel es conocido como el «Profeta de la Esperanza». A los exiliados, que están en tierra extranjera, privados del Templo, del sacerdocio y del culto, y dudan de la bondad y del amor de Dios, alimenta la esperanza de que Dios no los ha abandonado ni los ha olvidado. Dios continúa amando a su Pueblo y enviando sus profetas.
En la Iglesia, todos somos profetas (“centinelas»), por tanto, RESPONSABLES también del destino de nuestros hermanos.

En la 2ª lectura, Pablo enseña que el AMOR es la plenitud de la Ley y una forma de amar y corregir al hermano. (Rom 13,8-10). Dios es Caridad y quiere que seamos caridad en palabras y en acciones. La caridad perfecta es la plenitud de todos los preceptos. La verdadera fraternidad consiste en ayudar al hermano a ser mejor. La corrección fraterna es una señal importante en la vida de la Iglesia. Resulta fácil cuando está animada por la caridad y difícil cuando es sin ella no existe.

El Evangelio sugiere cómo proceder con el hermano que se equivoca. (Mt 18,15-20). Iniciamos el «Discurso Eclesial» (el cuarto), en que Jesús presenta una catequesis sobre la CORRECCIÓN FRATERNA en la Comunidad.

La iglesia es un pueblo profético. Somos “centinelas», que deben dar la alerta, advertir al hermano que no está en el camino seguro.

¿Cómo corregir al hermano que se ha equivocado o provocado conflictos?
El Evangelio propone un camino en VARIAS ETAPAS:

1er Paso: Un encuentro personal a solas con ese hermano… Muchas veces solemos difundir el error a los cuatro vientos… El AMOR es más importante que la VERDAD… La verdad cruda y desnuda, muchas veces destruye la convivencia entre las personas, puede destruir a una persona… arruinar una familia y destruir un matrimonio… ¿Conviene decir siempre toda la verdad? La verdad que no produce amor, sino provoca perturbaciones, engendra discordias, odios y rencor, no debe ser dicha. (Madre que esconde actos de los hijos al esposo, para evitar conflictos… ¿Un Esposo convertido debe contar su pasado infiel?)

2º Paso: Si no hace caso, pedir ayuda de OTRAS PERSONAS, que tengan sensibilidad y sabiduría…

 3er Paso: Si esa tentativa también falla, llevar el asunto a la COMUNIDAD, para recordar al infractor las exigencias del camino cristiano. La intervención debe ser guiada por el amor.

Mas todo debe quedar en casa…  

  • Hablar mal de la propia Comunidad: es negativo…
  • Hablar mal de la familia: puede aumentar los resentimientos…
  • ¿Has oído tú hablar mal a un “creyente” de su iglesia o de su pastor? ¿Has oído a un católico hablar mal de su parroquia o de su párroco? Entonces, ¿de qué iglesia es él?
  • Finalmente: Si persiste en el error, será considerado un pagano. No es la Iglesia quien excluye al infractor, es él quien rechaza la propuesta del Reino y se coloca al margen de la Comunidad.

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