DOMINGO 1 DE CUARESMA. CICLO A

TENTACIÓN Y GRACIA

En torno a nosotros algo se agita: no solo aquello que vemos, palpamos y constatamos; también se agita un mundo invisible: un poder que nos tienta e incita al mal, y otro poder que nos apacigua e inspira. Ante tal contraste necesitamos sabiduría para acoger lo que nos agracia y rechazar lo que nos pierde. 
La liturgia de hoy nos ofrece tres ejemplos de ello: 1. Tentación consentida: violar la intimidad de Dios. 2. Tentación vencida: permanecer en la intimidad. 3. Puede más la gracia que el pecado.

1.   Tentación consentida: violar la intimidad de Dios

Dios vio todo lo que había creado y ¡era muy bello! ¡excelente! Colocó a sus creaturas preferidas, el hombre y la mujer, en su Jardín o Paraíso. Nada les faltaría: dispondrían de toda clase de árboles hermosos y de frutos sabrosos. Dios, sin embargo, se reservó para sí una zona íntima en el interior del Jardín: en ella estaba el árbol de la Vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal. Y el Creador únicamente les pidió que respetasen esa zona de intimidad. ¡Todo lo demás quedaría a su disposición! 

Pero ¿qué sucedió? Una creatura llamada serpiente, la más astuta de todos los animales, invitó a la mujer y por medio de ella al varón a violar la zona de la intimidad divina: a participar del árbol de la vida -porque no morirían- y del árbol del conocimiento -porque conocerían como Dios. La propuesta le pareció tan seductora que la mujer “vio” que entrar en la intimidad iba a ser fascinante; “comió” de árbol de la vida para no morir nunca” y “le dio al varón” que también “comió”.
Cuando Dios les preguntó el porqué de esa transgresión Adán culpó a Eva, y Eva culpó a la serpiente. E inmediatamente se dieron cuenta de que “estaban desnudos” y tenían que abandonar no solo la zona de intimidad, sino también el Paraíso. 
El salmo 50 -en respuesta al relato del Paraíso- reconoce cómo aquella culpa original sigue presente en cada uno de nosotros: “en pecado me concibió mi madre… pues yo reconozco mi pecado, contra ti, contra ti sólo pequé, cometí la maldad que aborreces”

2.   Tentación vencida: permanecer en la intimidad

También Jesús tentado “tres veces” (número que expresa totalidad) por el Maligno o la astuta serpiente. No le pide desobedecer ningún mandato de Dios, pero sí aprovecharse de su condición de “hijo de Dios” para convertir piedras en panes, o aprovecharse de santa Escritura para arrojarse al vacío desde el alero del templo e incluso -con todo descaro- le pide que se postre ante él y lo adore. La intención del Tentador es apartar a Jesús de la intimidad de Dios Padre. En Jesús que rechaza la tentación se diseña un nuevo Israel que escucha la voz de Dios, que confía absolutamente en Él, que no tienta a Dios, ni se postra ante un ídolo. Jesús sigue conectado con la intimidad divina en el Paraíso: “se acercaron los ángeles y lo servían” -añade el evangelista Mateo.

3.   Puede más la Gracia que el pecado

La tentación del paraíso y las tentaciones del desierto siguen haciendo caer también hoy a muchos. Por eso, Jesús nos pidió que orásemos al Padre así: ¡no nos dejes caer en la tentación y líbranos del Maligno! Y san Pablo afirma categóricamente que “donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia”, porque por la desobediencia de uno “todos” se convirtieron en pecadores, pero por la obediencia de otro “todos” serán justificados. 
La gran esperanza no es presuntuosa, por eso, tampoco excluye la posibilidad de la salvación de todos y lleva a suplicarla. 

Conclusión

Vivimos entre dos mundos invisibles. Un mundo regido por Dios y otro por un misterioso mal que no sabemos de dónde procede. Sus efectos transfiguran o deforman a nuestra humanidad. Se nos pide sagacidad y responsabilidad para no caer en la tentación y mucha confianza en el poder de la Gracia.
José Cristo Rey García Paredes, cmf

MIÉRCOLES DE CENIZA 2023

CENIZA EN LA FRENTE

Hoy, miércoles de Ceniza, se inicia la Cuaresma. Tenemos ante nosotros, cuarenta días que pueden realizar el milagro de una sanación a fondo de todo aquello que nos enferma y de una resurrección que nos haga recuperar la belleza de nuestra inocencia bautismal.
El Espíritu Santo nos irá guiando con su extraordinaria pedagogía… paso a paso -como hizo con Jesús-, hacia el Baptisterio de la Celebración Pascual, donde moriremos y resucitaremos para la vida nueva. He aquí los pasos que el Espíritu nos propone seguir, expresados en una frase:

  • Miércoles: Ceniza en la frente (22.02.23)
  • Domingo 1º: Tentación y Gracia 
  • Domingo 2º: Vocación y pasmo (5.03.23)
  • Domingo 3º: Agua y sed (12.03.23)
  • Domingo 4º: Luz en los ojos (19.03.23)
  • Domingo 5º: Cuando el Espíritu toca la carne (26.03.23)
  • Domingo de Ramos: La ambigüedad de Jerusalén ¿acoge o rechaza? (2.04.23).

¡Tentación, vocación, agua, luz, ambigüedad! He aquí los sustantivos que dan nombre a las 6 etapas de un apasionante camino cuaresmal que la madre Iglesia nos ofrece para recorrer personal, comunitaria y sinodalmente… hasta la semana de Pasión.

José Cristo rey García Paredes, cmf

 

DOMINGO 7. TIEMPO ORDINARIO. CICLO A

“PERO YO OS DIGO…” O EL ARTE DE AMAR

Sigue centrada la liturgia en el gran discurso inaugural de Jesús, que el Evangelio de Mateo nos transmite. Una vez más aparece Jesús, no como un revisionista, como un revolucionario que acaba con las grandes tradiciones del Pueblo. Jesús aparece como aquel que viene a dar plenitud. Jesús no viene a destruir. No es como esos políticos catastrofistas que sólo condenan lo que hicieron los anteriores a él. Jesús reconoce la obra de Dios antes de llegar él, pero también quiere hacer su gran aportación al proceso. Hoy nos habla de otros mandamientos de la Alianza a los cuales quiere dar plenitud: 1. el “ojo por ojo y diente por diente”, 2. el “amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo”; 3. … Como el Abbá.

“Ojo por ojo y diente por diente”

Puede parecernos ésta la ley de la venganza. Sin embargo, es la ley de la justicia ecuánime. La venganza está en el exceso. Los vengativos y violentos se exceden en sus reacciones: “¿me has robado un coche? ¡Pues yo le robaré el suyo, le quemaré el garaje y la casa!”. Contra excesos semejantes iba la ley del talión: ojo por ojo.
Jesús ofrece la alternativa de la no-violencia activa. “¡No hagáis frente al que os agravia!” . Jesús nos pide que encajemos los golpes. Que no empleemos las armas del otro, que son armas de violencia. Jesús nos pide que obedezcamos a quien nos obliga y nos trata como esclavos (“a quien te requiera para caminar una milla”). Jesús nos dice que atendamos a quien nos pide.
Pero no acaba todo aquí. Jesús no quiere que seamos unos resignados o unos cobardes ante el mal. Él nos propone utilizar unas armas, que nada tienen que ver con la violencia, pero sí con la dignidad, la denuncia y el respeto:

  • Si uno te abofetea en la mejilla derecha… No añade Jesús: “¡aguántate! Jesús dice: ¡actúa! ¡reacciona! ¡Preséntale la otra!
  • Si uno te pone pleito para quitarte la capa… No añade Jesús: ”¡dásela!”, sino: ¡déjate de pasividades! ¡reacciona!, “¡dale también el manto!”.
  • A quien te obligue a caminar una milla… No añade Jesús:¡obedécele!, sino ¡reacciona!, ¡acompáñale dos!
  • A quien te pide prestado… No añade Jesús: ¡rehúyelo!, sino ¡reacciona! ¡dale!

En resumen, Jesús nos pide que no hagamos frente al mal con sus mismas armas. Pero sí que utilicemos el arma de la denuncia respetuosa: “si he hecho el mal, dime en qué; pero si no, ¿porqué me hieres?”. Jesús nos pide mantener la dignidad y libertad incluso cuando nos esclavizan: ¡me obligas a una milla…. Pues yo haré dos! ¿Me robas la capa? ¡Ahí tienes también el manto. Hemos aprendido en este último tiempo el significado político de la no-violencia activa. Gandhi nos introdujo en una praxis que podía avergonzar al mundo de sus violencias. Pero ya Jesús nos introdujo en esa praxis, a la cual la Iglesia debe darle continuidad permanente.

¿Amar al cercano, odiar al extraño?

Todas las naciones se defienden de los extraños, de los extranjeros. Por eso, hay pasaportes, visados, vigilancia fronteriza. En “el otro” ven espontáneamente un peligro. El pueblo de Israel tenía también sus normas nacionalistas. Los de la propia raza y pueblo han de relacionarse como hermanos entre sí; por lo tanto, amarse y protegerse mutuamente. En cambio, con relación a los extranjeros o extraños que tener muchas precauciones: en primer lugar, por su religión y el peligro de ser contaminados de idolatría (¡por eso, nada de matrimonios con ellos!) y, en segundo lugar, porque son enemigos, o virtuales (posibilidad de hacer la guerra), o reales (porque de hecho la hacen).

¡Como el Abbá!

Jesús, sin embargo, quiere que sus discípulos y discípulas se sitúen en otra órbita: “amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen”. Ellos no son enemigos, son hijos del Abbá y, por tanto, hermanos. Jesús sabe que “el extraño” no lo es, cuando es contemplado con los ojos de Dios, que hace salir su sol sobre todos sus hijos e hijas.
Más todavía, Jesús quiere que no se niegue el saludo a nadie. Y que los considerados enemigos, sean objeto de la gracia del saludo, de la hospitalidad. En eso consiste la Gracia. En tener la iniciativa en el amor y demostrar de esa manera que nadie nos es extraño.
Cuando Jesús nos pide ser perfectos como el Abbá es perfecto, no nos está exigiendo ningún imposible. Es cierto que nunca, nunca podremos ser como Dios, pero sí,  podemos aprender de nuestro Dios el ser compasivos y misericordiosos. Quien entra en el ámbito de la Alianza con su Dios, participa de la condición santa de Dios. Quien es misericordioso es “santo como Dios es santo”. En el amor nos jugamos el ser “como Dios”, porque “Dios es Amor”.

José Cristo Rey García Paredes, cmf

 

 

DOMINGO 6. TIEMPO ORDINARIO. CICLO A

EL PECADO: ¿DESOBEDIENCIA O INFIDELIDAD? 

Conforme pasan los años nos preguntamos: pero ¿en qué consiste realmente el pecado? Escuchamos a unos y a otros y la confusión se apodera de nosotros. ¿Es desobedecer a una ley o a unas leyes? ¿qué hacer cuando no podemos liberarnos de aquello que parece prohibido?
Por eso, ¡benditas las palabras de Jesús que hoy nos transmite el Evangelio de Mateo! Jesús se confronta con las leyes, con los estilos de vida, con la ética de su tiempo y … ofrece alternativas. Lo veremos en los siguientes pasos: 1. Dar plenitud. 2. No matar, no cometer adulterio, no jurar.

1. Dar plenitud

Jesús nos dice, en primer lugar, que no ha venido a abolir la ley, ni los profetas, sino a dar plenitud.
Todos los mandamientos de Dios -atribuidos a la mediación de Moisés- tenían un solo objetivo: cuidar y preservar la Alianza de todo el pueblo con Dios.
Cada uno de los diez mandamientos no tenía otro objetivo que favorecer una vida en Alianza: es decir, que el Pueblo viva siempre unido a Dios, que sea cada vez más Pueblo “de Dios”. Y esa unión debería ser amorosa, como la unión esponsal: un amor cada vez más apasionado y fecundo.
Cada uno de los Salmos, cada mensaje de los Profetas, muestran cuán apasionado es el amor de Dios hacia su Pueblo y cuán grande debería ser la fidelidad del Pueblo a Dios.
Por eso, Jesús -como hoy nos dice en el Evangelio- no vino a abolir la Ley, ni la Profecía. ¡Vino a darle plenitud! Así lo proclama la carta a los Hebreos: “de muchas maneras ha hablado Dios a nuestros padres a través de los profetas; últimamente nos ha hablado a través del Hijo”. 
Jesús no vino para abolir la ley, sino para llevarla a su plenitud. Para ello nos puso tres ejemplos: no matar, no cometer adulterio, no jurar.

2. No matar, no cometer adulterio, no jurar

Arturo Samaniego

No matar. Jesús muestra que un asesinato es el final de un proceso de separación, de ruptura de la alianza entre hermanos. El asesinato se inicia con unas quejas, continúa con la denuncia y pleito ante el juez, y puede culminar, en asesinato. La solución que Jesús ofrece es zanjar cuanto antes el asunto, no denunciar, incluso reconciliarse antes de poner una ofrenda sobre el altar:

 “si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar te acuerdas… deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano”.

Los habitantes de Galilea tenían que recorrer muchos kilómetros para llegar al templo de Jerusalén y presentar su ofrenda. El mandato de Jesús lo complica todo: para un galileo no se trataba de cruzar una calle, sino de otro viaje de ida y vuelta desde Jerusalén a Galilea y en medio la reconciliación. Solo después la ofrenda será agradable a los ojos de Dios.
No cometer adulterio: El adulterio, ruptura de la Alianza entre el esposo y la esposa simboliza otra ruptura muy grave: la ruptura de la Alianza del pueblo con su Dios. La ruptura es el resultado de un camino que comienza con “otra mirada”, deseos… se inicia en el corazón. Jesús pide vigilancia para que por lo poco no se llegue a lo mucho. La relación esponsal debe ser cuidada exquisitamente. Esto quiere Dios de su Pueblo con quien está en Alianza.
No jurar: “No jurarás” dijo Dios en la ley de Moisés. Y Jesús añade: “no juréis en absoluto: ni por el cielo, ni por la tierra, ni por Jerusalén, ni por tu cabeza”. Todo está lleno de la Gloria de Dios. Jurar por algo, es jurar por el mismo Dios. En esos juramentos actúa el Maligno. A quien se fía de Dios, quien está en íntima comunión con Él, sólo le basta decir “sí” o “no”.

3. ¿Qué es pecar?

Uno no vive “en gracia de Dios” por cumplir leyes, normas. Podemos obedecer aparentemente una ley, pero estar después muy lejos de aquello que la ley pretende. El mal comienza a engendrarse cuando se acaban las motivaciones de la Alianza en el corazón; cuando uno olvida que el objetivo de las normas es una unión muy estrecha con Dios, es algo así como un proyecto de amor a Él y a su voluntad por el mundo. Es vivir siempre en su presencia, bajo sus ojos. Es el deseo apasionado de cumplir su voluntad. ¡Dichoso el que camina en la voluntad del Señor! (Sal 118).
Hay quienes no son ateos oficiales, pero lo son en su corazón, porque honran a Dios con sus labios, pero su corazón está muy lejos de Él.

José Cristo Rey García Paredes, cmf

DOMINGO V. TIEMPO ORDINARIO. CICLO A

¡QUE BRILLE VUESTRA LUZ! 

Es un imperativo de Jesús a nosotros, sus discípulos y discípulas: ¡que brille nuestra luz! Jesús no quiere que formemos un grupo clandestino, cerrado en sí mismo, endogámico y preocupado por cuestiones internas. Nos lanza, más bien, a la publicidad, a la sociedad, al mundo. 
Sabe que dentro de nosotros brilla la luz y que esa luz no puede quedar oculta. Es necesaria a nuestro mundo. Sabe que hay en nosotros un potencial inmenso que puede impedir la corrupción del mundo: ¡la sal! Y quiere que nos diluyamos en la sociedad para dar sabor y para impedir la corrupción. 
Cuando Jesús nos habla en estos términos, no nos está pidiendo que nos convirtamos en un grupo fundamentalista, orgulloso y autosuficiente. Eso se descubre inmediatamente cuando nos preguntamos: ¿a qué luz se refiere Jesús? ¿a qué tipo de sal?

¿Cuándo desprendemos luz?

En conexión con los profetas, Jesús nos dice que desprendemos luz cuando somos compasivos, cuando el amor se apodera de nuestras relaciones, cuando todo lo que somos se convierte en compasión, en amor solidario, en amistad, en pasión por la humanidad.

El establecimiento de relaciones justas, la compasión samaritana, el olvido de sí para ayudare al que lo necesita, la implicación generosa en la construcción de la comunidad… todo eso nos hace luminosos.
Las “buenas obras” nos asemejan al Creador que todo lo hizo bien y bello. Las “obras bellas” son aquellas que nacen del amor verdadero hacia todos. El Jesús que pasó por la tierra haciendo el bien, era la Luz del mundo. Sus discípulas y discípulos, cuando pasamos haciendo el bien y la belleza, somos Luz del Mundo.

¿Quiénes son verdaderas lumbreras?

Pablo nos pide que no nos confundamos. Muchas veces hemos llamado “lumbreras” de nuestro mundo, o de la Iglesia, a quienes disponen de la sabiduría humana. Pablo renunció a ser lumbrera de ese modo. Renunció totalmente a la sabiduría humana. Se abrazó a la sabiduría de la cruz: esa sabiduría es humilde, estremecida, callada; ¡ilumina sin pretenderlo!

Podemos caer en la fácil tentación de “exhibir” nuestras buenas obras, de autodefendernos ante la sociedad y expetarle en la cara que nosotros, la Iglesia, somos mucho mejores que ellos: ¡que a caridad y solidaridad, nadie nos gana! Pero ese no era el estilo de Jesús. Cuando él nos pedía ser luz del mundo, no nos quería exhibicionistas, ni jactanciosos. La verdadera compasión no necesita autodefensas. Tras cualquier viernes santo… vendrá después la pascua victoriosa de la resurrección. No hay que hacer nada. Simplemente morir en las manos de Dios, y el Abbá proveerá.

Que sea mi vida la luz… la sal

Pero más allá de cualquier forma de humildad y modestia, Jesús quiere que seamos luz en el camino de nuestros hermanos y hermanas. Se nos ha concedido la luz de la fe para iluminar, para acompañar, para dar sentido al mundo. Se nos ha hecho sal de la tierra para darle gusto a las comidas, para darle a la vida humana sabor.

Tenemos vocación de luz misionera, de sal misionera. Salgamos de nuestra reclusión. Los discípulos y discípulas de Jesús no tenemos vocación de sacristía. Nuestro lugar son las plazas, las calles, los auditorios, las plataformas. Todos los dones por los cuales la gente nos quiere, nos admira, nos llama, son recursos de misión con los que cuenta el Espíritu Santo para llevar adelante el proyecto de Jesús y realizar la voluntad del Abbá. Por eso, cantemos aquella entrañable canción que hace tiempo aprendimos: ¡Que sea mi vida la luz, que sea mi vida la sal, sal que sale, luz que brille, sal  y fuego es Jesús!

José Cristo Rey García Paredes, cmf

DOMINGO 4. TIEMPO ORDINARIO. CICLO A

LA BIENAVENTURANZA DE LOS POBRES 

Ante la gente pobre Jesús se sentía conmovido. Le ganaban el corazón. Ante los pobres Jesús se transformaba: se sentía inspirado, rebosaba de alegría y daba gracias al Abbá.  Jesús disfrutaba restaurando su belleza exterior e interior, devolviéndoles la salud, dándoles de comer, sacándolos de sus depresiones, liberándolos de sus demonios. Restauraba su belleza. Por ello, los proclamaba ” bienaventurados”. Las lecturas de este domingo nos hablan: 1) de quienes, en su indigencia, nunca desconfían (profeta Sofonías); 2) de quiénes son los elegidos de Dios para confundir a los fuertes (San Pablo); 3) de Jesús proclamando la bienaventuranza de los pobres.

1. Quienes en su indigencia, nunca desconfían

El profeta Sofonías vivió unos seiscientos cuarenta años antes que Jesús. Fijó su mirada y su corazón en un resto de Israel -pobre y humilde- que vivía en el monte Sión- . El los denominó: la “hija de Sión”. Este grupo de gente sencilla y pobre cumplían los los mandamientos de Dios: no cometían maldades, ni decían mentiras. Buscaban la justicia. Confiaban en el nombre del Señor. 
De ellos decía Sofonías que escaparían salvos en el día de la ira del Señor. Y les prometía que pacerían en verdes praderas y se abrevarían en fuentes tranquilas; vivirían sin sobresaltos. El profeta Sofonías se dirigía a ellos, como el ángel Gabriel se dirigió a María: ¡Alégrate, hija de Sión!

2. Los elegidos de Dios para confundir a los fuertes

Una comunidad semejante encuentra san Pablo en Corinto. Por eso les dice: “¡Fijaos en vuestra asamblea!”: no hay entre vosotros sabios en lo humano: lo necio del mundo lo ha escogido Dios; ni hay entre vosotros poderosos: lo débil del mundo lo ha escogido Dios; ni aristócratas: lo despreciable, lo que no cuenta, ha sido escogido por Dios. Y es así cómo Dios humilla a los sabios, poderosos y ensalza a los humillados.
A veces, nos gloriamos de nuestra “ortodoxia”, de nuestras “teologías”, de nuestros “conocimientos”, de nuestro “poder”, de contar “tanto” dentro del organigrama eclesial, o social. Pero ahí está la comunidad de los pobres para bajarnos los humos, para hacernos ver que Dios elige lo pequeño, lo que no cuenta.

3. De ellos es el Reino de Dios 

Sofonías y Pablo se quedaron muy atrás, comparados con el Jesús que en la montaña proclamó las Bienaventuranzas: a los pobres, a los que lloran, a los sufridos, a los que luchan por la justicia -aunque sean perseguidos, a los no-violentos o misericordiosos, a quienes tienen un corazón limpio, honesto, a los que trabajan por la paz. 
Y son dichosos porque recibirán las marcas del Reino de Dios y serán reconocidos como “hijos de Dios”.
Jesús confía locamente en las energías espirituales de los pobres, de los marginados, de las víctimas de la violencia. Jesús sabe que allí donde hay caos humano, allí el Espíritu Santo puede crear algo absolutamente nuevo.

Conclusión

Jesús nos indica dónde está la verdadera felicidad. ¡Qué lástima, que busquemos tantas veces la felicidad donde no está! ¡En la riqueza, en la venganza, en la guerra, en la ofensa a los demás, en la deshonestidad, en la dureza de corazón!

José Cristo Rey García Paredes, cmf

DOMINGO 2 TIEMPO ORDINARIO. CICLO A.

CARGANDO CON EL PECADO DEL MUNDO

Este domingo -el 2º del tiempo ordinario- nos presenta al Jesús adulto: tenía entorno a los 30 años. Hasta ese momento había permanecido oculto en Nazaret. Apareció en tierras del Jordán, sin decir nada, ni presentarse. Un profeta soñador, hijo del sacerdote Zacarías y de Isabel, que no se ubicó en el Templo, sino en el desierto, fue el encargado de presentar a Jesús ante Israel. La verdad es que el pueblo de Dios se encontraba en una profunda división y crisis de identidad.
Las tres lecturas de este domingo se centran en: a) Un gran sueño profético (Isaías); b) La sorprendente presencia de Jesús; c) La invocación de su nombre.

a)  Un gran sueño profético (Isaías)

La primera lectura de hoy, tomada del cap. 49 del profeta Isaías, nos habla de una añoranza: un misterioso Siervo de Yahweh:

  • Dios lo formará ya en el seno de su madre. Será un servidor del que Dios estará orgulloso. Servidor en hebreo es “ebed” y “servicio a Dios” se dice en hebreo “aboda”, que en griego es leitourgia, o el servicio divino.
  • Dios le confiará una doble misión: reunir al pueblo de Israel, formado por tribus hermanas, dividas y enfrentadas; y ser “luz de las naciones” para que la salvación llegue a todos hasta el confín de la tierra.

b)  La sorprendente presencia de Jesús

Nos dice el Evangelio de hoy que “Al día siguiente de bautizar a Jesús en el Jordán, vio Juan el Bautista- que Jesús venía hacia él” y exclamó: ¡Este es el Cordero de Dios que carga con el pecado del mundo!

El término utilizado por el cuarto Evangelio para referirse a Jesús es “àmnós”: y “àmnós” se traduce por “corderito joven”; y el término “airón” significa que “carga sobre sí y lleva”. La traducción más adecuada sería: ¡Este es el Corderito que carga y lleva sobre sí el pecado del mundo!

¡Fijémonos en el contraste estremecedor! A Juan le había sido anunciado que vería bajar el Espíritu santo y posarse sobre Jesús. Ahora Juan dice que ese Jesús -poseído por el Espíritu- está también cargado y sobrelleva sobre sí el pecado del mundo. ¡En Jesús, el Espíritu y el Pecado! Por eso, su misión es reunir las doce tribus – para ello elige a los Doce apóstoles. Su misión es ser luz del mundo y descargar a la humanidad de sus tinieblas.

c)  La invocación del nombre de Jesús

En tiempos ya de Pablo, el apóstol reconoce -en su primera carta a los Corintios – que en diversas partes de la tierra se invoca el nombre del Señor Jesucristo. Respondieron a la llamada del Señor resucitado y por eso llevan la ley de Dios en sus entrañas. “Al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo y en la tierra”.

Conclusión

No nos fijemos tanto en lo que hacemos nosotros. Fijémonos más en lo que Jesús hizo y sigue haciendo “por nosotros”: él carga con nuestros pecados, para que nosotros carguemos con su Justicia. Él es el Corderito que carga con el pecado del mundo. Él cargando con nuestros pecados y… nosotros… ungidos por su Espíritu.

José Cristo Rey García Paredes, cmf