DOMINGO DE LA SAGRADA FAMILIA. CICLO C

CUIDAR LA FAMILIA

             La Sagrada Familia, ya sabemos, está formada por María, José y el Niño. ¿Por qué la llamamos «sagrada»? La verdad es que ni José ni María eran personajes excepcionales, si no hubiera sido porque se dejaron en las manos de Dios, se pusieron a su servicio, y aceptaron vivir consagrados a la misión que Dios les encomendaba.  Su misión fundamental sería crear al clima necesario para que aquel Niño tan especial creciera sano, fuera feliz y aprendiera todas esas cosas importantes que los padres transmiten a sus hijos, abriéndoles el camino de la vida y de la fe.  Ni las guarderías o escuelas, ni los grupos de amigos, ni las parroquias, ni los medios de comunicación social, logran penetrar tan a fondo en la intimidad infantil como los familiares, esas personas de quienes se depende absolutamente durante los seis o nueve primeros años de vida. Esta familia de Nazareth no sería muy diferente de cualquier otra familia que fuera consciente de su vocación divina, de cualquier matrimonio que se haya tomado en serio aquellas palabras que un día se dijeron ante el altar de Dios:

– Yo me entrego a ti y prometo serte fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad todos los días de mi vida. 

– Estamos dispuestos a recibir de Dios responsable y amorosamente los hijos, a educarlos cristianamente y a hacer de nuestro hogar el lugar donde puedan crecer y aprendan a darse a los demás.

Apunto, sin entrar en detalles, algunos de los problemas y dificultades más frecuentes:

  • En muchas familias, la gran dificultad es la falta suficiente de comunicación y de encuentro profundo (a pesar de que puedan pasarse horas juntos). Cuesta hablar, y cuesta encontrarse, más allá del «tenemos que ir a», «hay que comprar…», «hay que llevar al niño a…» y otras parecidas. El «me siento», «lo siento», «me preocupa», «te agradezco», «necesito»… cuestan bastante más.
  • No pocas veces el amor primero que se selló sacramentalmente… no se ha cuidado debidamente. Se dan cosas por supuestas. El otro tiene que «adivinar» lo que me pasa. Se prefiere reservarse ciertos asuntos para evitar conflictos o preocupar al otro. Se van descuidando los pequeños detalles. No se revisa cómo va la relación. No se buscan medios para madurar y crecer juntos… Puede que se aprenda a convivir con el otro y con los otros… pero sin que podamos decir que mi familia es un don, es un regalo, es una tarea…
  • La vida espiritual matrimonial es muy variada. Hay quienes rezan algo juntos, o van a misa juntos. Menos forman parte de alguna comunidad de fe o de matrimonios. Pero a la hora de la verdad, pocas veces la vida espiritual personal y familiar… afecta gran cosa al cada día. Falta compartir la Palabra, la acción de gracias concreta, el pedirse perdón, orar juntos por alguna preocupación…
  • Nadie transmite lo que no vive, o vive rutinariamente. La crisis social, cultural, religiosa y eclesial hace que en la práctica la fe vaya quedando arrinconada, o reducida a momentos puntuales. Bastantes parejas no han sabido o querido madurar, formarse, cultivar una fe que tenga algo que aportar a su vida cotidiana. Y hay tantas opciones,  tantos criterios, tantas sensibilidades distintas… ¿qué podemos entonces compartir juntos y transmitir a los hijos?
  • Con respecto a la educación de los hijos en «valores» y en la dimensión trascendente de la persona… hay también mucha variedad. Hay padres casi del todo despreocupados de este asunto. Los hay desorientados por la diferencia de criterios dentro de la pareja, y por la distancia que perciben entre lo que ellos aprendieron… y lo que viven hoy sus hijos, no sabiendo cómo actuar. Parece que los hijos se «forman» (sí, entre comillas) más en los medios de comunicación, internet, las redes, los grupos de amigos, los estudios… La «cultura» va muy deprisa y no pocas veces se siente desbordados o perplejos. Hay padres que «delegan» en los centros de formación, en las catequesis, en las clases de religión… Y los hay también, cómo no, responsables, implicados, comprometidos, acompañando a sus hijos en el crecimiento de todos los aspectos del ser humano.

            Aunque han quedado ya apuntadas algunas pistas, subrayo y propongo SEIS que ayuden a mejorar y animar esta gran tarea de construir y ser una familia santa: 

  •  Es necesario que los padres se quieran, y se apoyen, y que los hijos sepan y vean que se quieren y maduran juntos, de las mil maneras que puede expresarse y mimarse el amor.
  •  Es importante el afecto de los padres hacia los hijos (y viceversa).  Los hijos necesitan menos que les den cosas (dinero, estudios, viajes, objetos…), y más que los padres estén cerca oportunamente. Supone atención personal a cada uno, cercanía, respeto, darles responsabilidades (sin darles tantas cosas hechas), exigencia apropiada, etc. Y los padres también necesitan sentir el aprecio de los hijos.
  • Es esencial la comunicación de la pareja entre sí y con los hijos.  Una comunicación que no huela a fiscalización ni se convierta en reproche continuo, y no sólo solo en torno a cosas que «hay que hacer»… sino una comunicación que busque comprender, compartir experiencias, sentimientos, vivencias, inquietudes, proyectos, preocupaciones.  Y aprovechar mucho mejor el escaso tiempo que se puede estar juntos, reservando incluso algunos momentos para estos encuentros.
  • No hay que olvidar la coherencia entre lo que se dice o pide a los hijos y el propio comportamiento. El perdón y reconocer los errores tiene un papel muy importante.
  • Es importante también el cultivo de una fe más compartida por la pareja y por toda la familia (teniendo en cuenta las diferentes edades): aprender a orar juntos, leer juntos la Palabra de Dios, comprar algunos libros religiosos (los hay muy buenos) para facilitar la meditación y la maduración en la fe… dialogar sobre la  formación religiosa que se va recibiendo en la Parroquia y el Colegio, etc. Ofrecer humildemente el propio testimonio personal a los hijos…
  • Por último: la familia va más allá del matrimonio (cuando lo hay) y los hijos. Hay otros miembros y, ya que parece que la soledad se ha convertido en un rasgo relevante en estos tiempos, pues no podemos olvidarnos de los que están solos, enfermos, mayores, con dificultades del tipo que sea…

¡Ah! Nunca es demasiado tarde para «relanzar» ilusiones, proyectos. Siempre es tiempo de renovar y de reconstruir y de resucitar. ¡Adelante!

Quique Martínez de la Lama-Noriega, cmf
Imagen Superior de Mark Missman e inferior Bradi Barth

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4 comentarios

  1. CUIDAR LA FAMILIA
    Bonito, interesante y necesario objetivo para cada día del año.
    En tu reflexión reflejas muy bien la realidad de muchas familias, en distintos aspectos: familiar, social y religioso. En los cuales, todos estamos incluidos a distintos niveles.
    Me ha gustado mucho cuando reflejas desde dónde son importantes María y José: desde el mínimo cuidado de crear un clima adecuado para que naciera y creciera Jesús en todos los aspectos y que son excepcionales porque se pusieron en las manos de Dios, acogieron su proyecto y con el mismo entusiasmo, fueron haciéndolo realidad día a día, desde el no entender muchas cosas, poniendo su fe y confianza en Dios.
    Para mí, es el núcleo de lo que hoy celebramos: la Sagrada Familia.
    Esto me lleva a pensar:
    • Cómo acojo yo cada día la voluntad de Dios y el
    proyecto que Él tiene para mí.
    • Pienso, en los niños no nacidos, por decisión de sus
    padres, familiares…
    Niños abandonados al nacer, causando la muerte en
    algunos casos, cuando, por casualidad, alguien no se
    percata de su llanto.
    • Niños que crecen solos, padres angustiados porque
    carecen de lo necesario para que sus hijos crezcan en
    todos los aspectos.
    • Niños de la calle.
    • Niños que viven en abundancia que no valoran lo que
    tienen ni a las personas que se lo proporcionan. Niños
    no educados en el amor, el compartir, la solidaridad;
    más bien crecen engordando su “ego”.
    • Niños que crecen con normalidad, dentro de una familia
    socializada y religiosa que inculcan valores,
    experiencias de fe, amor y solidaridad a sus hijos y
    les preparan para que el día de mañana sean personas
    trabajadoras, justas, honradas y honestas que lucharán por
    conseguir una sociedad humanizadora y pacifica con nuestro
    Planeta.

    Considerando a la familia como célula de la Sociedad y de la Iglesia, es necesario recuperar, donde se hayan perdido, los valores que unen y nos hacen descubrir que no vivimos solos, que vivimos con y para otros. Me parece importantes cada uno de los que mencionas que no es necesario repetir, pero sí reafirmar algunos: orar juntos, dialogar, tratar los problemas comunes, celebrar la fe juntos, dar valor a los pequeños detalles que reflejan el amor mutuo manifestado en gestos concretos que ayudan a madurar y a crecer con seguridad porque transmiten confianza y fortaleza
    El afecto: cercanía y atención personalizada, según las necesidades de cada miembro de la familia (personas mayores u otras necesidades), es esencial porque ayudan a comprender y practicar la acogida y la solidaridad con el “diferente”
    Creo importante la educación en la responsabilidad y “libertad”, que tú mencionas. Importante para formar personas para el futuro, que no manipulen ni se dejen manipular, más bien, defienden unos valores comunes a todas las personas.
    Hoy, es muy importante educar en el discernimiento, en el ámbito de la comunicación. Generalmente hablamos mucho y comunicamos poco. Los medios de comunicación nos asfixian con tanta propaganda, ofertas…Esto hace que disminuya la comunicación personal y crea adicción a otros medios de comunicación individual. Ardua tarea para las familias.
    La Familia de Nazaret, también tuvo sus problemas. No entendían a Jesús cuando se preocupaba de las cosas del Padre, pero respetaron su libertad y su hacer. María guardaba las cosas en su corazón, José, desde el silencio, lo asumía; ambos, depositaban todo en las manos de Dios y se consideraban instrumentos a su servicio y al servicio de la humanidad.
    Enhorabuena a las familias, que según el modelo de la familia de Nazaret, educan a sus hijos en el amor a Dios y a los hombres, desde la ternura del corazón.
    Que el amor, corroborado por la gracia del sacramento del matrimonio, se demuestre más fuerte que cualquier debilidad y cualquier crisis, por las que a veces pasan nuestras familias y les una más en el amor y por el amor.
    Gracias Quique
    Teresa G.

  2. Qué bonito Quique es el evangelio de hoy y las dos lecturas. Tratan de forma distinta lo que debe de ser la familia cristiana dentro de la sociedad. En la primera lectura qué importancia se le da al cariño y honra delos hijos a los padres. Como debe de haber un respeto para que se pueda llevar a cabo la educación a todos los niveles. En la segunda, y como premisa siempre,está el perdón de unos con otros, en comprender que no todos somos iguales en el modo de pensar, en aceptar nos con cariño, el saber ser oportuno en un consejo, el saber decir las cosas sin ofender, el saber dialogar, el saber aceptar al otro que piensa distinto, el saber pedir perdón dentro de la familia…Los hijos tienen que aceptar también a los padres y si meten la pata pedir perdón. Y por supuesto los padre que metemos la pata muchisimas veces, saber hacer lo mismo.
    El secreto de mantener una familia unida y que crece para Dios es dar ejemplo entre los padres del cariño entre ellos, el amor hacia los hijos y de éstos a los padres, el inculcar los valores de la fé y costumbres cristianas, el dar ejemplo y hacer lo que se piensa y como vive el cristiano, el saber y trasmitir el valor de la oración, el orar juntos, en dar soluciones cristianas a los problemas de cada día, el enfocar nuestras actuaciones en ver el sufrimiento de los demás y adelantarnos a esos problemas, el dar las gracias por todo lo que tenemos, el que sepan que aunque se meta la pata está el Selor con los brazos abiertos y la Virgen esperando que les demos un beso; que sepamos ir a la confesión y a la comunión, que sepan que es bueno quitarse de caprichos y dar limosna…Que tienen que tener a Jesús en sus vidas, que no todo sale como uno quiere, que cuando las cosas no salen como pedimos nunca es malo; que aunque no lo entendamos Jesús no quiere nada malo para nadie…que puede haber sufrimiento y que Él mismo lo quiso para sí aunque le doliera…En fin en una palabra, el tesoro de una gran y santa familia es tener al Señor en nuestra vida diaria. A mi personalmente cuando eran pequeños mis hijos muchas veces me preguntaban….¿José que quieres que sean tus hijos de mayores?….y yo siempre respondía «que sean buenos».
    A veces me repreguntaban, pero….profesionalmente???. Y yo les decía…pues si por ejemplo son médicos, ni dudo de que sean unos grandes profesionales pero que me digan y oiga de la gente que bueno o buena es Dr…ó la Dra…Eso es lo que más me llena.
    Señor te pido que siempre me ayudes a ser un buen padre y que sepa llevar a todos mis hijos por el camino del bien para que haciendo el bien en la tierra nos veamos todos contigo. Así sea.

  3. José María Naranjo Castón

    D. Enrique, que bien nos viene esta reflexión en la familia, parece que está hecha pensando en nosotros (en mí principalmente). Desde luego la vamos a comentar entre nosotros, primero mi mujer y yo, y después con los hijos. No diremos lo que «tienen que hacer» solo que reflexionen y la tendremos presente para hacernos una familia mas unida.
    El tiempo de trabajo y estudio nos va restando tiempo de reunión familiar, a esto se suma que los hijos van siendo menos dependientes de los padres, y todo lo que usted ha dicho en el comentario al Evangelio de hoy. Así, el poco rato en común que tenemos, es un tiempo escaso de fuerzas y animo, que se destina a enviar mensajes a los hijos (mal entendidos como mensajes prioritarios), para dirigirles en lo que está bien o mal (estudio, alimentación, etc) y esto con el tiempo de hace pesado para ellos y para nosotros.
    Gracias a Dios mi mujer si mantiene diálogo con mis hijas.
    Muchas gracias D. Enrique

    • Pues muchas gracias a ti por tu comentario escrito mucho ánimo y si en algo pudiera ayudaros pues contar conmigo un abrazo y que el niño Dios os bendiga a todos

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