Domingo 5 T. Ordinario Ciclo C (6 Febrero)

JESÚS ELIGIÓ PESCADORES


 

            La gente se agolpaba en torno a Jesús para oír la Palabra de Dios. Es significativo el comienzo de esta escena. Jesús comprueba que la «gente» está interesada en la Palabra de Dios, y por eso le buscan. Debía ser un número no pequeño de personas, ya que se agolpan. Reunir a la gente alrededor de la Palabra de Dios y hablarles de ella es el primer paso de  Jesús en su todavía solitaria tarea misionera. Y lo mismo harán después sus discípulos, tanto los que han sido sus compañeros, como otros muchos que no lo conocieron en persona, incluido San Pablo. San Lucas subraya que todo comienza por recibir y escuchar juntos la Palabra de Dios. También hoy. Los discípulos de Jesús son/somos los que se reúnen y escuchan juntos la Palabra de Dios… porque sentimos que puede orientar nuestras vidas, darnos consuelo, proponernos retos, sacarnos de lo de siempre hacia un lugar mejor.

UN PEQUEÑO FAVOR

              En este escenario, Jesús busca el mejor modo de atender a tanta gente, y agolpados no es el mejor modo. Entonces decide pedir a alguien un pequeño servicio, un favor. Entre todos los pescadores que estaban lavando sus redes, fue Pedro a quien se dirigió Jesús. No le hizo  un examen de sus virtudes, sino un examen de disponibilidad. Ya se encargará Él más adelante, cuando acepte seguirle, de ir puliendo lo que sea necesario. La generosidad y disponibilidad de Pedro, que acepta interrumpir sus tareas cotidianas, es la que permitió que Jesús pudiera predicar a gusto su Palabra. 

Antes de hacer propuestas mayores, más serias, más importantes, Jesús parece «tantearnos» pidiendo cosas más sencillas. Suponen una incomodidad, un trastorno de nuestros planes, de nuestros horarios, de «lo que tenemos que hacer». Y nuestra respuesta ante su sencilla petición… condiciona lo que pueda venir después. Quizá este primer acercamiento del Señor ocurre cuando nos piden que echemos una mano para la catequesis, o para preparar una celebración, o para atender a alguien que lo necesita, quizá un voluntariado o una experiencia misionera más prolongada, o…

             Jesús tiene claro desde el principio, que para su inmensa tarea precisa ayuda. Y empieza buscando personas que le hagan pequeños servicios, pequeñas renuncias, un simple favor… Así es como empieza a «elegirnos». Es su manera discretísima de entrar en comunicación con nosotros, haciéndonos ver la necesidad que tiene de nosotros, para poder atender a tanta gente que le necesita, para poder hablarles al corazón. Empieza pidiéndonos un poco de tiempo, nuestro buen hacer, o alguna de las cosas que tenemos. Sólo si se lo damos, sin mayores resistencias, dedicará luego su tiempo y su poder para conseguirnos cuanto no alcanzamos nosotros solos. En el caso de Pedro, al terminar Jesús su discurso, quiso recompensar su gesto y el tiempo que le había «quitado». Pedro había tenido mala suerte aquella noche: bregando y afanándose con su barca, sin conseguir nada. Le mandó Jesús remar mar adentro (literalmente, «hacia la zona profunda del mar») y ponerse a pescar.

 

REMA MAR ADENTRO

           La invitación de Jesús “rema mar adentro” fue de lo más inoportuno. Era como una vuelta de tuerca más. Con la fatiga de toda una noche, y con la desilusión de no haber conseguido nada, a pesar de ser un pescador experimentado, y cuando sus compañeros se iban retirando a descansar, un desconocido -«carpintero» para más señas-, le dice que lo intente de nuevo, y que vuelva al mar.

         Jesús suele acercarse a los hombres proponiendo extrañas exigencias, peticiones aparentemente absurdas o inoportunas. ¿Pero cómo se le ocurre que salgamos a pescar «de día»? ¡Cualquier pescador del mar de Galilea sabe que las horas de pescar son las de la noche!  Lo que aquí se nos explica es que Jesús quiere sacarnos de nuestras rutinas, de nuestras experiencias de vacío después de haber peleado tanto sin conseguir apenas nada. Busca personas dispuestas a «moverse» y a meterse al mar, a «mojarse», que no tengan miedo ni pereza para dejar la tranquila orilla donde nunca pasa nada, y desde luego, donde nunca pescaremos nada. Con el lenguaje de la psicología de hoy, podríamos decir que Jesús nos invita a salir de nuestra «zona de confort”, de nuestras cosas conocidas, para descubramos y consigamos otras mejores.

                 Pedro, que tenía un corazón enorme, debió escuchar con atención aquella predicación de Jesús en el Lago. Y comprendió que «escuchar» no era suficiente. Y decide confiar: «por tu palabra echaré las redes». De nuevo la «Palabra de Jesús» que pide «acción». Esa Palabra que puede parecernos absurda, incómoda, fuera de lugar… cuando la escuchamos en la oración, en la liturgia… Pero «por tu Palabra», porque tú lo dices y lo pides… voy a fiarme. Y llega el éxito por el que tanto nos habíamos fatigado, obtenemos más de lo que hubiéramos imaginado. No sólo unas redes llenas, sino una vida «distinta», que importa mucho más.

          El “rema mar adentro” de Jesús a Pedro tiene que convencernos de que, si deseamos ver milagros hoy, si queremos llenar la barca, deberíamos obedecer (literalmente «escuchar la Palabra») como Pedro, tener su misma confianza. Quien se arriesga a vivir y actuar según la palabra de Jesús, podrá presenciar milagros. Puede que no tengamos que dejar de hacer lo que hacemos siempre, pero sí hacerlo de otra manera. Puede que sin abandonar la propia profesión, y usando la misma barca de siempre. O puede que nos llame a algo imprevisto, sorprendente y mucho mejor.

 

PESCADORES DE HOMBRES

               Lo de «pescar hombres» era un dicho popular que significaba sacar a uno de un peligro grave. La llamada de Jesús hará descubrir a Pedro que la felicidad, la plenitud, la «barca» realmente llena no es la que acumula abundantes peces que vender en el mercado… sino «encontrar personas», rescatar del mal/mar a las personas. Son las personas las que tienen que ocupar el centro de nuestra vida y de nuestras tareas. Personas heridas, descartadas, marginadas, necesitadas, enfermas… ¡Hay tantas!

                En algunos casos la llamada del Señor será total: a dejarlo todo para estar con ellas y atenderlas. Pero lo de priorizar en nuestra vida diaria y hacer nuestra preocupación principal sean las personas, sobre todo las que sufren, las que están mal… es una llamada para todos.

          En tiempos de Sínodo está bien que subrayemos que la llamada de Jesús no es para unos pocos selectos y cualificados (Pedro y sus compañeros no lo eran), sino que la Barca de la Iglesia cumplirá su misión con la participación de todos, organizándonos mejor, poniendo la mirada en el mar (y no en la barca), echando por la borda tanto lastre que se ha ido acumulando, para poder navegar ligeros, llevados por el Viento del Espíritu, y dejando que el Jesús que viaja a bordo nos diga dónde y cuándo hemos de pescar… aunque «siempre» lo hayamos hecho de otra manera.

Quique Martínez de la Lama-Noriega, cmf 
Imagen segunda: La Llamada de Jorge Orlando Cocco Santangelo (Museo de Historia de la Iglesia)

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4 comentarios

  1. Quique desde que llevo un tiempo conociéndote y pasando por aquí, creo que es una de las mejores homilías que te he oído o por lo menos que a mí me ha llegado hasta lo más profundo de mi corazón.
    Me ha llamado mucho la atención la segunda lectura cuando habla el mismo San Pablo de cómo había sido su vida durante tiempo persiguiendo a los cristianos…¡Parece mentira!.
    Pero llegó a seguirle y a hacer un cambio de vida completa…¡Cómo se fija Jesús en los imperfectos.Y cómo los va moldeando interiormente cuando se le va conociendo…Hay que estar pegado a él. No hay duda.
    En el evangelio de Lucas se vuelve sobre lo mismo. La elección de Jesús para «conquistar apóstoles» que le ayuden en su misión….¡pero si los apóstoles somos todos!. Si Jesús se ha fijado en cada uno de nosotros para que le ayudemos. Es verdad que se ha fijado en cada uno de nosotros y siempre nos pide algo.Hay que prestar atención porque habla muy bajito….pero cada vez que le vamos oyendo nos va diciendo cosas nuevas.
    Muchas veces simplemente en nuestro ambiente familiar, en nuestro trabajo, en nuestras diversiones, en nuestros amigos…y en algún momento puede ser que nos pida algo un poco más «fuerte»…Siempre me ha maravillado la respuesta de los sacerdotes ante la llamada de Dios. A entregar su vida por los demás…pero todos tenemos desde que nacemos una llamada de Dios para ejercer en nuestra COMUNIDAD y la de practicar el amor con el prójimo.
    Tenemos que estar atentos y saber corresponderle. En esa fé ciega. Recuerdo de pequeño que siempre oía y leía «fé es creer en lo que no se ve»….pero no me decía nunca nada. Así sólo, son palabras bonitas que no penetran…y un día oyendo una homilia6el sacerdote dijo solamente esto: Fé es fiarse de Dios. Desee ese momento lo entendí perfectamente y lo tengo siempre presente. Esa idea me ha ayudado mucho en mi vida. Absolutamente en todo. A veces parece que mi comportamiento es como si no me fiase de él…
    Señor, en el día de hoy te pido con todo cariño que me sigas diciendo cosas en el oído. Que me hables más fuerte si ves que no hago las cosas y que veas mi corazón abierto a ti.
    Ayúdame a quererte más. Así sea.

  2. JESÚS ELEGIÓ PESCADORES
    Interesante tu reflexión en los tres aspectos que expones, los cuales, para mí, desde mi encuentro oracional con ella serían:
    • Acercamiento de Jesús a la persona. Despertar interés.
    • La interpelación de la Palabra. Ahondar en la propia realidad.
    • Compromiso desde el encuentro. Trabajo por el Reino
    Tres momentos conexionados entre sí, uno te lleva al otro. Pero también descubro que los tres forman un círculo rotativo, porque el final te lleva otra vez a confrontar tu vida con la Palabra.
    Me parece interesante la introducción, no pasa nada sin acercarnos como persona individual a Jesús formando parte del grupo que le busca para escuchar su palabra, como pequeña comunidad que necesita el apoyo mutuo y el de Jesús, o que Jesús vaya a nuestro encuentro personal, individualizado.
    1) Es admirable la actitud de Jesús. Hijo de Dios, pidiendo favores al hombre sencillo y dentro del marco de su vida cotidiana, donde faena todos los días con la única preocupación de pescar algo que pueda vender para el sustento de cada día.
    A él se acerca Jesús, irrumpe en su vida, en sus quehaceres, sus afanes y le pide un favor, que le dedique un poco de su tiempo, esto descoloca a Pedro, no lo entiende
    Esto pasa también en mi vida. Tantas veces se rompen mis planes, proyectos, planteamientos, programaciones, mi vida cotidiana por cosas inesperadas que pierdo el control y me desespero porque no descubro que entre estos aconteceres está Jesús pidiendo un esfuerzo, una atención, una aceptación de esa realidad, una mirada compresiva…
    Me falta ahondar en mi mar y encontrar el sentido de estas situaciones descubriendo al final que llega la recompensa con creces.
    2) Interpelación de la Palabra. Invitación de Jesús
    ¡Rema mar adentro! Remar dentro de mis experiencias, algunas insospechadas que surgen espontáneamente. Experiencias de vida y muerte, donde no se ve nada, donde se experimenta soledad angustia, abandono, desilusión, confusión…Ahí entra Jesús, se acerca Él para mover mi corazón y me pide salir de esas orillas y adentrarme en otros mares más profundos. Es Él, el que ahora me ofrece su ayuda porque por mi misma no puedo hacer nada. Es importante salir de la propia orilla y descubrir otros mares y sumergirse en ellos.
    Es hora de poner manos a la obra y trabajar por el Reino. Tengo que abrir mi corazón a sus palabras, confiar en Él y como Pedro descubrir los milagros que realiza en mí, en los demás y en el mundo, porque me abro a sus dones, Vaciar mi barca repleta de todo y seguir a Jesús.
    3) El compromiso desde el encuentro.
    Pedro se encontró con Jesús y ya no valoraba tanto su barca repleta de peces. Jesús le liberó de su vida de rutina, monotonía, costumbres…y descubrió el mensaje liberador de Jesús que apuesta por una vida honesta, alegre entusiasta, solidaria…El quiere implicarse con el Maestro a rescatar a otras personas heridas, marginadas, hundidas en el mar de nuestro mundo.
    Buen ejemplo a seguir en nuestros días. Esta es la invitación que el Maestro, hoy, también me hace a mí. Que me deje llevar por el aire nuevo del Espíritu a aportar las pequeñas cosas que son señales de que el Reino se hace vida entre os sencillos; los que tienen que recurrir constantemente a su Palabra para fortalecer la fe, la confianza porque Él siempre va a nuestro lado echando las redes por los mares más profundos.
    Gracias, Señor, por el título que nos concedes: “SER PESCADORES DE HOMBRES”

    Gracias Quique

  3. La llamada De Dios a Isaias ,a Pablo el perseguidor de cristianos y a Pedro sencillo pescador de Galilea a seguirle y por El a enfrentarse a situaciones que les cambiaron totalmente la vida.
    Los tres tuvieron una vida llena de dificultades y una muerte violenta pero nada les aparto del Camino que para ellos estaba destinado.
    La llamada de Jesus es exigente porque hay tantas necesidades ,caracteres tan diferentes y tanto rechazo acumulado en los mares profundos que tienes la necesidad de salir flote para respirar y no ahogarte
    Que Jesus que conoce del barro que estamos hechos nos ayude. Muchas gracias Padre Enrique

  4. Carmen Díaz Bautista

    La llamada, el encuentro personal con Jesús que tanto he deseado, el que yo creía que sería espectacular ha sido una llamada suave, delicada pero firme. Eso sí hay que estar preparado para lo vendrá después : bucear en tu propio mar interior y poco a poco ir despojándote, desapegándote de personas y cosas y estar dispuesta para vivir. El proceso es muy duro, pero vale la pena.

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