DOMINGO 29. TIEMPO ORDINARIO. CICLO A

LA “MIRADA APRECIATIVA” EN LA POLÍTICA Y LA PASTORAL (Mt 22, 15-21) 

Es casi seguro que, en este tiempo, le plantearíamos a Jesús muchas preguntas sobre asuntos políticos. Maestro, ¿es lícito votar a…? ¿es lícito ilegalizar a….? ¿es lícito defender…? ¿Es lícito hacer un referéndum…? ¿Cambiar la Constitución? Las tres lecturas de este domingo nos ofrecen unas claves de respuesta. 
Dividiré esta homilía en tres partes:
1) ¡Dios santifica su nombre por medio de paganos!
2) El dinero para el César, el Pueblo para Dios 
3) El liderazgo del “nosotros” y la mirada apreciativa

¡Dios santifica su nombre por medio de paganos!

En el Padrenuestro decimos: “santificado sea tu Nombre” y “venga a nosotros tu Reino! Declaramos así que queremos pertenecer a Dios, a su Reinado.

¡Qué bien se refleja esto, en la primera lectura de Isaías, apenas proclamada!  Dios lleva de la mano a Ciro el Grande, fundador del imperio persa, que respetaba la religión de los países que conquistaba. De él dice Isaías que era “el ungido de Dios” y que Dios lo llevaba de la mano, aunque no pertenecía al pueblo de Dios -desterrado entonces en Babilonia. A Ciro lo inspiró Dios para que promulgase el siguiente edicto (allá por el año 538 a.C.):

«Así habla Ciro, rey de Persia: Yahveh, el Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la tierra. Él me ha encargado que le edifique una Casa en Jerusalén, en Judá. Quien de entre vosotros pertenezca a su pueblo, ¡sea su Dios con él y suba!» (2 Cr 36,22-23). 

El Pueblo de Dios fue devuelto a su tierra y allí edificó el Templo, el trono de Dios.

El dinero para el César, el Pueblo para Dios 

Es misteriosa la frase de Jesús en el evangelio de hoy: “dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. Le habían preguntado si era lícito pagar el tributo al César. 
La respuesta de Jesús fue inteligente y revolucionaria: el tributo se paga con monedas que tienen efigie del César: ¡dádselas al César! Pero el Pueblo no pertenece al César sino a Dios: es el pueblo de su propiedad. Por tanto, dice Jesús: dadle a Dios lo que es de Dios. 

El liderazgo del “nosotros” y la mirada apreciativa

La segunda lectura de la carta a los Tesalonicenses está firmada por tres evangelizadores. Se expresa por un “nosotros” formado por Pablo, Silvano y Timoteo: ninguno se cree superior a los otros dos. Los tres anunciaron el Evangelio en Tesalónica. Y allí se formó una comunidad cristiana.
Su mirada hacia la comunidad no es de superiores a inferiores. Es de hermanos que reconocen a los Tesalonicenses con estos títulos: “amados de Dios”, “elegidos por Dios”, “ungidos por el Espíritu”. Y alaban a la comunidad por tres rasgos característicos: fe activa, amor esforzado, esperanza que sabe aguantar. Liderar la comunidad cristiana requiere amor, valoración, cuidado, y no reproche, imposición. El pueblo de Dios merece respeto, mucho respeto y aprecio.

Conclusión

La Política en la sociedad y la pastoral en la Iglesia requieren de nosotros una “mirada apreciativa”, como la del profeta Isaías respecto a Ciro, como la de Jesús respecto al César, como la de los Tres evangelizadora respecto a los cristianos de Tesalónica.

José Cristo Rey García Paredes, CMF

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