DOMINGO 26 DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO B

DIBUJANDO EL ROSTRO DE LA IGLESIA DE JESÚS

         Jesús había comenzado una especie de «cursillo intensivo» para ayudar a madurar a sus discípulos y aclarar cómo ha de ser el rostro de su Comunidad. Ya meditamos el domingo pasado los primeros «temas» de ese cursillo.  Hoy se presenta uno de los Zebedeos contando un «incidente» a propósito de alguien que andaba expulsando demonios en el nombre de Jesús y «se lo hemos querido impedir». ¡Ay qué pronto empezamos con prohibiciones, impedimentos y controles! ¿Y cuál es la razón para semejante «iniciativa»? 

              El  problema es que “no es de los nuestros”. No forma parte de nuestro grupo, dice el apóstol. Literalmente traducido: «no nos sigue a nosotros». Así que lo que les inquieta no es si “está o no con Jesús”, sino que “no está con nosotros”. Tampoco importa que “haga milagros”, “eche demonios”, “luche por la liberación de los demás”. Todo eso tiene poco valor para ellos. Lo que les importa es que “no es de nuestro equipo”, “no es de nuestro partido”, “no es de nuestra mentalidad”, “no habla nuestra lengua”, “no es de nuestro color”, “no es de nuestra clase social”, “no tiene nuestra religión”…

            El grupo de los discípulos ha ocupado el lugar de Jesús, se sienten «dueños» de él. Aquel exorcista “no es de los nuestros”. El punto de referencia no es Jesús, sino “nosotros”. No importa si hace el bien, lo que importa es que “no es de los nuestros”. La comunidad apostólica aparece intolerante y sectaria, preocupada por su expansión y por el éxito del grupo. Juan personifica la actitud natural del que se preocupa de conquistar adeptos y de reforzar el propio grupo eclesial. No parece preocuparles la salud de la gente, sino su prestigio grupal. La queja  del Zebedeo pone de manifiesto los celos del grupo ante el extraño, y deja entrever que la autoridad que Jesús les había concebido la han interpretado no en clave de servicio, sino como privilegio y esclusividad.

               El reproche de Jesús quiere corregir la mirada de los suyos para que se fijen, no tanto en «quién» tiene esa autoridad, quién hace exorcismos, quién usa su nombre… cuanto en el servicio y el bien que se realiza con ella. Lo primero y más importante no es que crezca el pequeño grupo, sino que la salvación de Dios llegue a todo ser humano, incluso por medio de personas que no pertenecen al grupo. Lo primero es liberar al ser humano de aquello que lo destruye y hace desdichado. Lo primero no es si tiene permiso, si está bautizado, si es creyente, si practica, si su vida está conforme a las prescripciones religiosas…. sino QUE HACE EL BIEN.

          Una falsa interpretación del mensaje de Jesús nos ha conducido a veces a identificar el Reino de Dios con la Iglesia. Según esta concepción, el reino de Dios se realizaría dentro de la Iglesia, y crecería y se extendería en la medida en que crece y se extiende la Iglesia. Pues no.

En su recientísimo viaje a Bratislava, decía el Papa Francisco:

La Iglesia no es una fortaleza, no es una potencia, un castillo situado en alto que mira el mundo con distancia y suficiencia, sino más bien es la comunidad que desea atraer hacia Cristo con la alegría del EvangelioEl centro de la Iglesia no es ella misma.  Salgamos de la preocupación excesiva por nosotros mismos, por nuestras estructuras, por cómo nos mira la sociedad… Adentrémonos en cambio en la vida real, la vida real de la gente. A las nuevas generaciones no les atrae una propuesta de fe que no les deje su libertad interior, no les atrae una Iglesia en la que sea necesario que todos piensen del mismo modo y obedezcan ciegamente.

            Estas cosas nos ocurren demasiado. En la tremenda polarización desatada en este tiempo, resulta que si el partido que gobierna no es de los nuestros… no hará nada bien. Siempre miente, siempre tiene ocultas intenciones, se equivoca de objetivos, es «el enemigo» que hay que derribar como sea… ¿De verdad que «el otro» no hace nada bien? ¿De verdad que no podemos encontrar puntos de encuentro y colaboración? ¿Sólo «los míos» lo harían mejor? ¿La actividad política no consiste en buscar consensos, acuerdos, unir fuerzas…?

         Y lo mismo ocurre en el ámbito religioso: si no es de nuestro grupo-movimiento-parroquia, si no es de los nuestros… mejor no arrimarse ni mezclarse. Es como si dijeran «nosotros tenemos la verdad y correcta interpretación del Evangelio». No lo dicen, pero es como si lo dijeran. Sólo nuestros curas, nuestras celebraciones, nuestros cursillos, nuestros retiros, nuestras ideas, nuestros… Recuerda uno aquello que decía Machado: «¿Tú verdad? no, la verdad;  y ven conmigo a buscarla. La tuya guárdatela». Cuando no queremos escuchar la opinión del otro y dialogar con él, es que no nos interesa la verdad, sino la seguridad que me proporciona «mi» verdad. El buscador y defensor de la verdad y el bien no le cierra la boca al que tiene otras ideas, ni lo convierte en enemigo, ni le prohíbe seguir pensando, investigando o expresándose, ni intenta controlar sus obras…

       Y el grupo de Jesús es el que tiende puentes, el que crea comunión, el que sabe apreciar el bien venga de donde venga, el que suma fuerzas, el que se alegra de la riqueza de lo diferente, sin pretender uniformar, imponer, silenciar, excluir… «Católico» significa espíritu universal, que sabe descubrir lo valioso en los otros, siempre en búsqueda de la Verdad (1ª lectura), dialogando, porque de los otros siempre hay algo que aprender.

         Otra advertencia importante de Jesús tiene que ver con el «escándalo». En la Biblia el «escándalo» no indica un mal ejemplo o un hecho indignante, sino una «trampa», algo que hace tropezar. A Jesús lo tacharon de escándalo sus adversarios, porque sus enseñanzas les descolocaban, les hacían dudar, les perturbaban. Aquí Jesús piensa en los que obstaculizan la fidelidad a él y a su palabra, hacen caer en el pecado, apartan a alguien de la fe, no le dejan «entrar en la vida».  Los “pequeños” que creen en Jesús, son los miembros más débiles de la comunidad. Y también lo que a uno mismo le hace tropezar, caer, perderse.

Con frases muy duras, propias de la cultura judía, Jesús menciona la mano, el pie, el ojo. 

  • La mano: simboliza la actividad, lo que hacemos. Si nuestras obras nos hacen tropezar, es conveniente cortar con ellas por lo sano, para no acabar en el basurero. El mal obrar, el actuar con intenciones perversas o equivocadas, nos lleva al tropiezo, nos separa del Reino.

 • El pie hace relación al camino, pues los senderos (metas) determinan a dónde vamos, como también  a quién seguimos (modelos). El «camino» es, en la cultura semita y en muchas otras, simboliza el modo de vivir. Si nuestro estilo de vida nos hace tropezar, nos aparta de los caminos de Dios… es conveniente una buena poda.

 • El ojo: Varias citas del Antiguo Testamento relacionan el ojo con un estilo de vida altanero, egoísta y aferrado a las riquezas.  El ojo es símbolo de la relación con los bienes materiales; un ojo bueno/sano no es avaro ni envidioso; un ojo malo/enfermo es el que codicia y retiene para sí, desea desordenadamente. Si nuestra relación con las riquezas o bienes nos hace tropezar, si existimos para acumular y no compartir, si nuestras ambiciones y deseos no son adecuados…  acabaremos en el «basurero», y perderemos el Reino, que es plenitud de la vida compartida.

          Es decir:  “Si tu manera de actuar (mano) te pone en peligro –te hace vivir desde y para la ambición-, cámbiala. Si vas por un camino equivocado (pie), que no lleva a la entrega y al servicio, modifica el rumbo. Si tus deseos (ojo) no van en esa misma línea de amor servicial a todos, transfórmalos”.

          Escandaliza todo aquel que, con su actuación, obstaculiza o hace más difícil la vida digna y humana de los demás. Aunque la advertencia va para todos, especialmente tiene que ver con los que tienen responsabilidades, por ejemplo, en este sistema económico tan injusto, con la mala gestión política y la corrupción, con malos ejemplos de vida… deshumanizadores. Hemos escuchado la advertencia del Apóstol Santiago: «Mirad el jornal de vuestros obreros… Habéis vivido con lujo sobre la tierra»… Y también, claro, los que tienen responsabilidades pastorales, educativas…

     En fin. Como decía Moisés: «¡Ojalá todo el pueblo del Señor recibiera el espíritu del Señor y profetizara!». ¡Ojalá que nadie del Pueblo del Señor escandalizara! ¡Ojalá que el centro de la Iglesia (y de la sociedad) fueran siempre las necesidades de los más pequeños!.

Quique Martínez de la Lama-Noriega, cmf
Imagen José María Morillo

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5 comentarios

  1. DIBUJANDO EL ROSTRO DE LA IGLESIA DE JESÚS
    Como comentaba en otro momento, tu reflexión me ponía en clave de revisión de vida: ver, juzgar y actuar, desde el significado de sentirme “católica” con espíritu universal.
    En estos momentos, leyendo de nuevo las lecturas y observando el dibujo, me evoca: la Iglesia tiene que ser “toda” “corazón”.
    Corazón que no entiende de prohibiciones, controles, rivalidades…Por el contrario, entiende de manos abiertas para acoger iniciativas, vengan de donde vengan. Nadie debemos ser dueños de nadie y menos del Señor Jesús que es pura libertad y por decisión propia nos eligió y salvó.
    Jesús hace alusión a los al pie, a la mano, al ojo como instrumentos que pueden entorpecer la comunión de los que decimos que pertenecemos al grupo de Jesús, a la Iglesia.
    En esta tarde, Jesús me pide que ponga más corazón en las manos, en los pies y en los ojos. Él quiere corregir mi mirada, como la de los discípulos; para que sepa ver, no mirar solamente, el sufrimiento de los débiles, de los humildes y realice acciones solidarias que los libere, aunque a pequeñas escalas.
    Las pequeñas trampas, que pongo cada día, para que la comunidad de Jesús, la sociedad, el barrio, avance en el servicio al Reino: en el respeto a la vida, a la naturaleza, al bien común de todos, practicar la justicia, cultivar la paz, la solidaridad…Es un escándalo, porque tengo que trabajar por dejar un mundo más humano y humanizador a los que vienen detrás.
    Quiero hacer una súplica en esta tarde.
    Señor, Tú conoces todos mis deseos.
    Haz que ponga más corazón en mis manos, en mis pies, el mis ojos, en… para tender puentes, crear comunión, sumar fuerzas. Que comprenda que la pluralidad, la diferencia, lo diferente aporta riqueza y que junt@s seamos capaces de buscar la VERDAD, que nos hace libres y nos lleve a practicar la justicia.
    ¡Ojalá, que el centro de mi vida fueran siempre los más pequeños!
    ¡Ojalá, cada día infundieras en mí, tu Espíritu, no tanto para profetizar, como para no ser objeto de escándalo, a los más pequeños.

    Teresa G.

    • Maravillosas reflexiones que nos transmites Quique en este domingo.
      Si nos fijamos en la primera lectura cómo Jesús aplaude al que habla y enseña en su nombre sin fijarse a qué «grupo» pertenece. Teniendo al Señor dentro habla bien de Él y respeta a los que lo hacen sin tener exactamente tus mismas ideas.
      En la segunda lectura que responsabilidad tan grande da el Señor a los «ricos». Sí. A los que tienen de sobra bienes materiales, a los que ocupan un lugar importante,a los que pueden ayudar de la forma que sea y no lo hacen…
      Recuerdo a mis padres, abuelos y tíos que siempre me decían que «los ricos tenemos que ser los bienhechores y distribuidores de los pobres». Lógicamente se entiende que como he dicho antes los «ricos» son y somos todos los que podemos ayudar a los demás en todos los aspectos de la vida y a todos los niveles sin mirar color, situación social, inteligencia, trabajo….porque además también somos «pobres» en muchos aspectos de la vida. Con esto quiero decir que en la cara del Señor veamos al triste, al de otro lugar, al necesitado, al que no piensa como nosotros, al que….. en una palabra es nuestro hermano.
      Volvámonos niños tan sencillos de corazón y que tanto agradaban al Señor. Ya que ni decir tiene que a estos seres indefensos Dios les tenía en primera fila…de ahí que quiera que nos parezcamos a ellos y nunca les hagamos daño. Quizás Jesús quiere que todos nos «hagamos niños» y aprendamos a respetarnos.
      Señor te pido en el día de hoy que mis «ojos», mi «mano»y mis «pies» sean capaces de poder llevar en esta vida todo lo que tu esperas de mi y que sea fiel reflejo para todos mis hermanos del amor que te tengo. Así sea.

  2. Quizás el «no era de las nuestros» quería haber referencia a que no promulgaba el mensaje de Jesús estaba implantando, echaba demonios (o lo intentaba…) pero no lo hacía conforme Jesús quería, con el amor, aunque lo hiciese en su nombre. Y por esa razón los apóstoles se lo impiden.
    Quizás fuera así.
    Solemos ver a los apóstoles como torpes e ignorantes, a los fariseos como radicales y sanguinarios, a Pilatos como un desentendido, a Judas como un simple traidor…
    Pero quizás no todo es tan simple. Ni unos eran ignorantes, ni otros radicales, el gobernador solo quería ser buen gobernante y puede que detrás de Judas haya algo más. No lo sé, puede ser, pero no todo es blanco o negro.
    «Quién está con nosotros no está contra nosotros» lo único que quiere decir es que quien actúa con respeto a la persona, con altruismo, con amor, rechazandose a si mismo, está aceptando a Dios.
    Lo que rechaza a Dios es el egoísmo, el desdén, la avaricia. Y para eso él capitalismo es el arma más certera.
    Dios y la humanidad, juntos, en uno, unidad eterna en, un Espíritu Santo. Todo somos uno, aunque Satanás y su representante en la tierra, el señor Dolar Euro se empeñe en endemoniarnos.
    Y cualquier forma de echarlo del cuerpo y de nuestro día a día y nuestro pensamiento obsesivo por tener y tener y tener será buena. Con religión católica o musulmana, judía o ateísmo pro, con meditación o con trabajo, con filosofía o con ciencia, solo hay que llegar a Dios y cualquier camino es el correcto. Solo hay que entregarse a los demás con corazón, cuerpo y espíritu, olvidándose de sí mismo.
    Quizás ese fue el mensaje de Jesús a sus apóstoles y a nosotros, engrandecer las Obra de Nuestro Señor, no engrandecernos nosotros.

  3. No puedo añadir nada a esta Homilia tan bella como aclarativa. Solo decir que no deja de pasmarme la rabiosa actualidad del Evangelio.
    Cada uno de los hechos que aquí nos desgrana, Enrique, lo he vivido una y mil veces, en mi y en los otros.
    Una vez más gracias por llevarnos a la esencia del mensaje de Jesús

  4. Carmen Díaz Bautista

    La homilia de este domingo nos lleva a un territorio especialmente sensible. Nuestra mente está acostumbrada a clasificar, establecer categorías y buscar diferencia. Es un ejercicio que nos crea fracturas en nosotros mismos y en relación con los demás..
    Jesús es tan libre y tan humano que no estableció diferencias ni tuvo prejuicios. Se relaciona con todos y acoge a todos. Por eso no hay un nosotros y los demás.. la unidad y conexión entre todos los hombres, entre los hombres y la naturaleza es el núcleo de su mensaje.
    Creo que para seguir a Jesús lo que tengo que trabajar es controlar mi ego, vivir el presente sin apegos ni ambiciones y centrarme en una mirada más amorosa hacia mí misma, hacia mis semejante y hacia Dios

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