Domingo 22 T. Ordinario Ciclo C (28 agosto ’22)

CON HUMILDAD Y DESINTERÉS


 

            Las lecturas de este domingo nos presentan dos actitudes que parecen haber desaparecido de nuestros diccionarios, y que nos harían mejores personas, y más parecido al Hijo de Dios, a quien hemos aceptado como maestro de vida: humildad y desinterés.

  ♠ La primera lectura del libro del Eclesiástico/Sirácida comenzaba así: “Hijo mío, en tus asuntos procede con humildad”. Esta palabra «humildad» suele asociarse con una persona apocada, encogida, alguien «modosito» que nunca se opone a nada ni a nadie, que se conforma fácilmente y lo aguanta todo, como si tal cosa.  
          En tiempos recientes y en ciertas espiritualidades con escaso apoyo bíblico, se ha malinterpretado la humildad como humillación,“resignación”, con aguantarlo todo y tragárselo todo, con callarse sin rechistar cuando a uno le pisan, con rebajarse… Así, ciertos malos directores espirituales han fomentado personas pasivas, sometidas, dóciles marionetas, despersonalizadas… en lugar de personas maduras, libres, responsables y con dignidad. El caso es que en nuestra cultura no está bien vista, no es una virtud que se aprecie o despierte admiración.

  ♠  La humildad es una virtud exclusiva del cristianismo. No se encuentra en otras religiones. Ni siquiera lo que encontramos en el Antiguo Testamento, coincide con el modo en que la vive y explica Jesucristo. Cuando él proclama en el Sermón de la Montaña «dichosos a los humildes», o cuando dice de sí mismo “aprended de mí que soy manso y humilde de corazón”, de ninguna manera nos está invitando a la resignación, o a callarnos o a consentir pasivamente con todo lo que pase delante de nuestros ojos, o lo que nos puedan hacer a nosotros mismos, ni a dejarnos pisotear ni humillar, perdiendo nuestra dignidad y derechos… porque él no fue ni actuó así, ni propuso semejantes cosas a nadie.

– La humildad es lo contrario del orgullo, de atreverse a mirar a los demás por encima del hombro; es lo contrario de la arrogancia, la autosuficiencia, o servirnos de los demás para ventaja nuestra. 
– Humildad es una forma concreta de ponerse delante de Dios y de los hombres, como aquel publicano de la parábola que oraba en la parte de atrás del templo, y cuya oración fue escuchada por Dios, reconociendo nuestra verdad.
– Humilde es el que sabe ponerse a la altura del otro, y cuando hace falta, aún más abajo, como Jesús cuando se echó al suelo para lavar los pies a sus discípulos. El Maestro, el Hijo de Dios, se rebajó -como dice San Pablo- para ponerse al nivel de los que estaban más abajo, solidarizándose con ellos.
– Humilde es el que se acepta como es, sin darse importancia, pero reconociendo sus valores y talentos. Es decir, no podemos llamar «humilde» al que dice de sí mismo: «yo no puedo, yo valgo menos que los demás, yo no merezco, lo que he hecho no tiene importancia»…. No es «humilde» el que cree que los demás son siempre mejores que yo, tienen más cualidades y recursos que yo. No es humilde el que se valora poco, y cree que cualquiera lo haría mucho mejor, que no merece reconocimiento o aplausos por sus logros. Esto más que humildad sería «falta de autoestima» y no le vendría mal la ayuda de algún especialista.
– Humilde es el que está siempre dispuesto a aprender de los demás, porque de todos se puede siempre aprender algo. El humilde no se encierra en sí mismo, y se atreve a pedir ayuda, no pretende resolver él solito todos sus problemas; el que procura consultar a los demás antes de tomar sus decisiones.

          ♠ Seguramente si te preguntara si «eres humilde», e incluso si ser humilde te parece una virtud que hay que fomentar…, te resultaría difícil responder:

– ¿No te has sentido a veces mejor que los demás, tratándolos con cierto desprecio? ¿No has mirado a nadie por encima del hombro?
– ¿Crees que nadie te va a enseñar nada, que tienes tus ideas muy claras y casi siempre tienes la razón?  También se puede preguntar así: ¿De quiénes aprendes, quiénes te enseñan cosas cada día, y las acoges con agradecimiento? ¿Qué es lo último que has aprendido, de alguien? ¿De quién?
– ¿Te gusta darte importancia, te haces el centro de las conversaciones, procuras que todos se enteren de tus éxitos? ¿Eres capaz de ponerte en la piel del otro?

♠  Pero hay que vigilar también el otro extremo. A algunos les falta justamente lo contrario: quererse un poco, valorarse, reconocer sus valores y cualidades, con gozo, con espíritu de servicio, con valentía para asumir responsabilidades y tomar decisiones, estar a gusto con mi forma de ser, aunque siempre sea mejorable. Aquella famosa definición de Santa Teresa de Jesús: «humildad es andar en verdad». Y mi verdad es que tengo muchos dones y talentos, porque todos somos hijos de Dios, y a todos nos ha hecho bien, valiosos, únicos. La humildad bíblica implica valorarse a sí mismo y valorar en su justo término a los demás, y así ni lo inferior de uno mismo abruma, ni nos molesta lo superior que vemos en los otros (en tantas cosas los otros son mejores que yo, bueno ¿y qué?).
La humildad de Jesús y la que nos propone le llevó a complicarse la vida por los demás, a defender a los humillados, a ponerse de su parte, a su «altura» (o quizás bajura).

Lo cierto es por todas partes nos invitan a ser el primero, el más guapo, el más elegante, el más famoso, el que más sale en los medios, el que saca el primer puesto, el que gana las oposiciones, el que más dinero gana, el que tiene el mejor piso, el que es «amigo de» y «conoce a» y… Pero no consta que todo eso nos haga más felices: a menudo nos hace esclavos y obsesionados de la opinión de los demás, y no pocas veces frustrados cuando no lo conseguimos.

♠ Un segundo aviso o invitación contra-corriente es: El desinterés. ¡Cuántos nos cuesta hacer las cosas desinteresadamente! Casi siempre esperamos respuesta, que nos correspondan de alguna manera, que nos lo paguen; y con demasiada frecuencia buscamos nuestro interés por encima del de los demás. Incluso a veces hacemos el bien para «sentirnos bien», y no por convencimiento o responsabilidad.

Pues ahí tenemos el estilo diferente de Jesús: «No invites a tus amigos y parientes y amigos ricos, porque te corresponderán y quedarás pagado».  Es decir: Invierte a fondo perdido; regala y regálate…porque así es y actúa tu Padre Dios y desea que te parezcas a él.  Hazlo así porque es urgente que cambiemos este mundo de intereses, en el que se hacen las cosas para sacar algo a cambio.

♠  Jesús nos invita y recomienda lo que él mismo hizo y hará: «Cuando des un banquete invita a los pobres, a los ciegos, a los que no pueden, ni tienen, ni valen». Sentarles en mi mesa sería sinónimo de hacerles un hueco digno en mi vida: no es un simple asunto «gastronómico», no es sólo darles de comer, sino que coman conmigo. Se trataría de acoger, interesarnos, atender, darles nuestro tiempo y cercanía… 
           La Eucaristía siempre se ha considerado el «banquete del Señor», la Cena festiva de los hermanos. Una mesa en la que nunca tenemos derechos ni méritos suficientes como para sentarnos a ella. Como dice esa oración antes de comulgar: «no soy digno de que entres en mi casa». Pero sin merecerlo, sin tener derecho a estar en esta mesa, siendo un pecador… el Señor continuamente me invita…. para que hagamos nosotros lo mismo. Hacer de nuestra vida, de nuestras relaciones, de nuestro corazón una mesa universal abierta a todos… y especialmente a los que menos se lo merecerían. Porque lo de «merecer»… es algo que Dios ha quitado de su diccionario…. y del nuestro. 

Quique Martínez de la Lama-Noriega, cmf 
Imágenes inferiores de Pep Montserrat e Ixcis

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Un comentario

  1. CON HUMILDAD Y DESINTERÉS
    Un tema poco corriente, nos plantean las lecturas de este domingo. Nos comentas que la humildad y el desinterés nos hacen mejores personas y más parecidas a Jesús porque le hemos aceptado como Maestro de vida.
    Destaco grandes pinceladas de tu reflexión:
    • ”Hijo mío, en tus asuntos, procede con humildad”.
    • Dichosos los humildes.
    • Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón.
    • El maestro, el Hijo de Dios se rebajó
    • Humildad es andar en la verdad ( Sta Teresa)
    • Pensamiento de Mahatma Gandhi.
    • Caminad contra corriente: el “desinterés”
    • Cuando des un banquete, invita a los pobres, ciegos, los que o pueden, ni valen… ellos no te pueden corresponder. Invierte a fondo perdido, regala y regálate.
    • …
    Podría continuar con más. Tiene mucho contenido y bueno para reflexionar, interrogarse y contrastar mi actuar con el querer de Dios que siempre me propone mediante su Palabra y la ayuda de personas a que esta Palabra la lleve a la vida y contraste mi forma de vivir, en que valores pongo mi énfasis y los valores que la Palabra de Dios me ofrece en bandeja, hechos vida por aquel que es la Vida.
    Hemos entendido mal el valor evangélico de la humildad y en muchos ámbitos y a nivel personal se tiene falso concepto de ella. No profundizamos lo suficiente en la actitud de Jesús que siendo Hijo de Dios, se hizo uno de nosotros, vivió desinteresadamente regalándose especialmente a los más necesitados poniéndose a su misma altura y en ocasiones más abajo, lavando los pies. Se solidarizó con el sufrimiento humano. Esto lo llevó a su entrega total.
    Tú dices que el humilde es el que está siempre aprendiendo algo. Mirando a Jesús, que es la Verdad, siempre aprendo mucho, pero lo asimilo en pequeñas dosis y poco a poco; el riesgo me ha miedo, será por falta de confianza y fe.
    Él es manso y humilde de corazón. Enseñanza que me hace reconocer todos los dones, talentos que me ha concedido y ha concedido a los demás y a vivir la humildad con verdad, como decía Sta. Teresa y sombre todo a buscar el equilibrio de Mahatma Gandhi: “Procura ser tan grande que todos quieran alcanzarte y tan humilde que todos quieran estar contigo”
    Muchas veces se observa falsas humildades porque son actitudes que no van acompañadas de de la verdad, van envueltas o acompañadas por falta de autoestima y lo que busca es la no implicación en el servicio a los demás y por el contrario fortalece su “ego” y hace mucho año a la convivencia.
    Me encanta la expresión: ¡caminad contra corriente! Desinterés. Yo la traduzco por gratuidad.
    Hoy también está en desuso, buscamos: el aplauso, halagos, colgarnos medallas, trepar, que nos valore, nos tengan en cuenta, ocupar los primeros puestos (y más cuando se vive en un lugar donde todos nos conocemos) sin pensar quien cae por el camino. Jesús nos invita a invertir a fondo perdido con los pequeños, los sencillos, los que no tienen… regalar y regalarse, todo un reto para los que vamos haciendo pinitos en esto del seguimiento de Jesús.
    Solo quiero pedir, que me haga más humilde para poder descubrir su voluntad y deje aparte mis pequeñas rebeldías, ante situaciones que no entran en mis esquemas, como humana que soy,
    Quiero terminar haciendo una oración con el salmo del día.

    Derramaste en tu heredad, oh, Dios, una lluvia copiosa, aliviaste la tierra extenuada; y tu rebaño habitó en la tierra que tu bondad, oh Dios, preparó para los pobres.
    Que siga derramando la lluvia de sus dones sobre todos los hombres para que construyamos un mundo más humano y habitable para todos.
    Que siempre nos sintamos sus pobres, para seguir dependiendo de Él que es nuestro Padre y no perdamos la confianza, que con humildad nos dirijamos a Él en nuestras necesidades.

    Gracias Quique

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