DOMINGO DE RESURRECCIÓN

Domingo de Resurrección, 12 de abril de 2020

AMANECER DE PASCUA

En la noche del sábado, alguien no dormía,
tenía presentimientos.
Alguien soñaba: una fuente en medio del desierto,
rodeada de macetas, flores rojas y blancas,
y el agua cantando de alegría.

Alguien sentía en el corazón un fuego
y quería ir al sepulcro para apagarlo.

Al amanecer, cuando aún estaba oscuro,
fueron mujeres al sepulcro con ungüentos escogidos para Cristo.

¡Habían sido muchas las heridas!
Yo ungiré las heridas de sus pies que recorrieron tantos caminos
de paz y de perdón, y las iré besando arrepentida.

Yo ungiré las heridas de sus manos, manos amistosas
que tanto bien hicieron, y las iré besando agradecida.

Yo ungiré las heridas de su Costado, Corazón que tanto amó,
y no me cansaré de besarlo enamorada.

¿La losa? Ya veremos,
que vengan los Ángeles a ayudarnos.

Veremos… Pero ya no vieron más que luz,
una luz creciente, las cegaba, e invadía,
¡y el perfume! ¿No elevaban ellas los ungüentos?
La tumba estaba abierta,
pero ellas respiraban un perfume irresistible.

¿Qué nos pasa? Estamos resplandecientes.
Es que ha pasado un ángel del Señor.
Les entraban ganas de reír y de llorar.
Yo he visto a dos Ángeles del Señor.

¿Es que estamos locas?
Es que pasa él, que es la Pascua,
que está pasando el Señor,
y estamos en su amor resucitadas.

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