DOMINGO DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD. CICLO B.

EL «MISTERIO» DE LA TRINIDAD

«Sólo el Dios encontrado.
Ningún Dios enseñado puede ser verdadero,
ningún Dios enseñado.
Sólo el Dios encontrado
puede ser verdadero».
Charo Rodríguez, La luz de la niebla

 
      Hay que reconocer que para muchos cristianos eso de la Trinidad es un “rollo”. A veces lo dicen así de claro, dando por sentado que todas esas frases del Credo Nicenoconstantinopolitano son un “rollo”, aunque se repitan en muchas Misas, porque no las entienden, y no saben qué tienen que ver son su experiencia personal de fe.  ¿Tres sustancias en una esencia? ¿Tres personas en una sustancia? ¿Una naturaleza en tres personas? ¿Dos naturalezas en una sola persona? El valor que tienen nuestras definiciones y afirmaciones sobre Dios es sobre todo «sugerir», porque a Dios no podremos nunca “meterlo” dentro de una definición, por muy “ex cátedra” que sea. Estas formulaciones y otras parecidas les decían mucho a la Iglesia de Nicea o de Calcedonia… pero pueden haberse quedado vacías para nosotros después de tantos siglos y de tantos cambios. El lenguaje evoluciona muy deprisa. También nosotros tenemos no pocas dificultades para leer a Cervantes o a Santa Teresa en sus versiones originales, y sólo han pasado cinco siglos. Decía el Papa Francisco que «la misión es siempre la misma, pero el lenguaje para anunciar el Evangelio pide ser renovado con sabiduría pastoral». (Mayo 2015)
 
         Con una sorprendente comparación, no recuerdo quién, comentaba que las fórmulas dogmáticas de los concilios son como “albóndigas teológicas”: Bien picadas y calentitas, pueden resultar muy digestivas, apetitosas y alimenticias. Pero si, después de haber estado en el horno, se han quedado frías, pueden resultar incluso  indigestas, por muy buena carne que lleven. Y sería absurdo empeñarse en metérselas a la gente en la boca, por la simple razón de que, cuando fueron hechas  hicieron, estaban buenísimas.
 
         Es verdad que esas afirmaciones forman parte de una riquísima Tradición, y del esfuerzo de muchos pensadores por dar respuesta a las dificultades que se iban presentando a la fe… Y por eso no podemos deshacernos de ellas a la ligera. Pero hay que prestar atención a las dificultades, retos y necesidades de la fe que tiene HOY el hombre de la calle, y no menor cuidado merece el LENGUAJE, para que pueda ser significativo en este siglo XXI. Hoy muchos se preguntan cómo encontrar a Dios en la vida cotidiana, cuáles son los caminos de la oración, qué tiene que ver Dios con el problema del mal en el mundo, si el cristianismo es la única religión “verdadera”, cuáles son los valores que hoy tenemos que defender según nuestra fe, qué se puede o se debe cambiar en nuestros ritos y tradiciones litúrgicas, en el modo de comprenderse a sí misma la Iglesia, los dogmas, la moral… Mucha tela para una sencilla homilía, claro y para este humilde misionero.
 
Pero vamos a intentar decir algo comprensible sobre el «Misterio» de la Trinidad.
                 EL «MISTERIO» DE LA TRINIDAD. El primer sentido de “misterio” que nos viene a la cabeza es de algo incomprensible, ininteligible, jeroglífico, crucigrama sin solución, ¡tres en uno!… un rompecabezas. Pero claro, la Trinidad no quiere ser como un pasatiempo para ratos perdidos… Y sobre todo, no consta que Jesús, Mateo, Lucas o Pablo tuvieran afición a los acertijos. Ellos, al hablar de la Trinidad, estaban hablando de su experiencia vital.
           También decimos que “la persona es un misterio”. Es decir, que tiene una profundidad que nunca captamos del todo, que no se puede tocar, ver, clasificar, definir, encerrar…. Nos llega algo de ella por medio de su rostro y de su aspecto… pero eso sólo no es ella. Nos ayudará el contemplar sin prejuicios su comportamiento, sus actitudes, sus ideas… Y si amamos a esa persona, todavía captamos muchos más aspectos que se escapan a los demás: quien más te quiere es quien mejor te conoce… De lejos no conocemos realmente a nadie. Y nunca conocemos a nadie del todo. 
           Pues para poder decir algo sobre Dios y su misterio, es necesario tener una mínima experiencia personal de él. Porque si no, convertimos a Dios en ideas, especulaciones, discusiones, discursos, normas… y no en una persona (mejor dicho, tres). Primero hay que haber “olido” a Dios: 
 
Discutía un grupo de alumnos en qué consistía exactamente eso del ‘Dios Trinidad’. Cuando llegó el maestro, todos se abalanzaron sobre él, pidiéndole explicaciones. Él les dijo: ¿Quién de vosotros ha sentido alguna vez el aroma de una rosa? “Todos”, le contestaron al unísono. Y de nuevo preguntó: ¿Quién de vosotros puede describírnosla?
       

  Decir que “la Trinidad es un Misterio” es afirmar que nos desborda; que algo de Él comprendemos porque nos hemos cruzado con Él, hemos notado su rastro, hemos sentido su aroma. Intuimos que en Dios hay tanta riqueza de vida, tanta creatividad y originalidad… que ni en toda la eternidad podremos abarcarlo del todo.
Escribía el Papa Benedicto: “La doctrina de la Trinidad no pretende haber comprendido a Dios. Es expresión de los límites, gesto reprimido que indica algo más allá”. Y también:  “Todo intento de aprehender a Dios en conceptos humanos lleva al absurdo. En rigor, sólo podemos hablar de Él cuando renunciamos a comprenderlo y lo dejamos tranquilo”.
          Por eso debemos poner mucho cuidado con tantas “imágenes falsas de Dios”, deformaciones que hacemos, consciente o inconscientemente. Y debemos poner cuidado porque nuestra manera de entender y relacionarnos con Dios, condiciona y afecta a nuestro modo de situarnos en la vida y de vivir la fe. Dime cómo es tu Dios y te diré cómo te relacionas con él y cómo te comportas con los otros, y en la vida.
 
           Yo no sé explicar o definir lo que es el amor o la amistad. Pero sí sé decir cuándo los siento y cuándo los recibo, o lo que me pasa cuando no están. Y eso es lo más importante. Yo no sé explicar lo que es el silencio, pero sí sé decir cómo me siento cuando me recojo y me escucho, y cómo me va en la vida cuando me falta. Y así tantas cosas importantes de mi vida: la alegría, la ternura, la comprensión, vivir con sentido, la belleza… y también Dios.
 
        Por dar unas pinceladas. Para mí, si Dios es Padre... quiere decir que yo soy hijo, que tengo quien me ama sin condiciones, que me quiere entrañablemente y que hace todo lo posible para que sea feliz.  Que de él vengo y hacia él voy. Que por mis venas corre su ADN divino.
           Si Dios es Hijo… quiere decir que yo valgo mucho, porque él quiso ser como yo. Y que me enseña que sobre todo soy «hermano». Que mi tarea en la vida es construir fraternidad y comunidad. Que puedo y debo pasar por el mundo dándome, haciendo el bien, luchando contra cualquier injusticia o sufrimiento que afecte al ser humano.
          Y si Dios es Espíritu Santo, me sé consagrado, perteneciente a Dios, portador de Dios… para hacerle presente donde quiera que voy, y haga lo que haga. Que estoy habitado, acompañado, fortalecido y animado por una presencia amorosa, de modo que puedo ser libremente instrumento de su amor, manos suyas, ojos suyos, pasos suyos, misericordia suya….
 
          Por eso, en esta fiesta, yo recibo hoy la invitación a ser “buscador” de Dios. Primero con el corazón, con la experiencia. Y luego también con la cabeza. Ambas necesarias. A irlo conociendo cada día un poco más. Sabiendo -y esto es muy importante- que si Dios es Trinidad (comunión de personas), para poder conocerle, para encontrarle un poco, tendré que caminar acompañado de otros hermanos, compartiendo fe y vida. Los otros son camino hacia el Dios Trinidad. Juntos podremos rastrear mejor sus múltiples huellas en el Universo, en el hombre y en el interior de cada uno.
Quique Martínez de la Lama-Noriega, cmf 
Imagen de José María Morillo y «Trinidad», de Juan de Anchieta (Jaca)
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7 comentarios

  1. Carmen Díaz Bautista

    Gracias, Quique, por hacer luminoso un tema tan complejo. De niña, cuando preguntaba por este tema, mi padre me decía el ejemplo de la mano y los dedos. Después de mayorcita me dijo que el Padre se contempla a sí mismo y engendra al hijo y el amor entre el padre y el hijo es el Espíritu Santo. Realmente seguía quedando un tanto oscuro para mí, pero es una definición que me parecía muy bella.
    Pero me gusta lo que dices – si no he entendido mal y es una herejía lo que voy a decir- porque la Trinidad es como nosotros, como yo cuando alguien me conoce y dice: qué ganas tenia de conocerte; eres la hija de…, la mamá de…, la mujer de…
    Pues entiendo de tus palabras que Dios es el padre creador del mundo, el hermano de los hombres por Jesús, el espíritu de amor que hay en todos los hombres. Y esto no es solo bellísimo, sino muy consolador.

  2. Quique que bien explicas las cosas. A veces intentamos racionalizar todos los conceptos y dudas y darles una explicación en el lenguaje y entendimiento humano pero a veces esto no es posible. Yo si cuento mi humilde experiencia siento las mismas dudas y a veces difíciles respuestas pero gracias a la educación cristiana que recibí en mi casa y en mi colegio tengo un as en mi manga. Sabed que la tengo que usar muchas veces. Es la fé. Y la fé es creer en algo que no se ve pero eso me deja muy frío. No me llega..y entonces busco eso mismo pero práctico y me encuentro con que fé es fiarse de Dios….y es ahí donde todo mi corazón descansa y siente paz. Señor no entiendo esto, ni esto, ni aquello…pero sé que eres bueno y lo que haces aunque no lo comprenda sé que es bueno. Me fío de ti. Y así ocurre con la Santísima Trinidad y con muchas cosas de nuestra religión y de nuestra vida…Nuestra mente a veces no tienexesa capacidad. Recuerdo alguien muy formado espiritualmente que me puso el ejemplo de que para una hormiga cual sería la felicidad…Pues tener un encuentro de semillas donde poder coger todas…Ahí se quedaría la pobre hormiga. Esta misma persona puso otro ejemplo…Sabríamos en una especie animal cubrirla con algo que no existiera???…Logicanente mezclaríamos plumas, escamas, piel…pero no descubriríamos nada nuevo porque todo eso ya existe..Nuestra capacidad humana a veces es limitada…Confiemos en Dios. Lo que no entendamos que sepamos que es bueno, que confiemos más en El de corazón y que siempre está con nosotros. Señor aumenta mi fé y aprenda a confiar cada vez más en ti. Así sea.

    • Carmen Díaz Bautista

      Tienes razón, José Antonio, siempre queremos entender, saber y comprender. Ahora debemos confiar. Quizás eso sea la fe. Es lo que hago, confiar y dejar que la vida y Dios, me lleven aunque sea a donde no quiero. Gracias por tu aportación.

      • Muchas gracias Carmen por hacer tu comentario.
        Que la fé nos siga iluminando en nuestro caminar y que las dudas y muchas veces las verdades sin respuesta sigan ayudándonos.
        Buenas noches

  3. Pilar González

    Muchas gracias Quique, me viene muy bien todo lo que me dices, porque cuando leo algo que tú has escrito te estoy viendo a ti y es como si me lo estuvieras explicando. La verdad es que yo por más vueltas que le doy veo que no soy capaz de asimilarlo, por lo cual trato de fiarme de Dios y Él sabrá. De nuevo gracias! Un fuerte abrazo y Feliz dia de la TRINIDAD!

  4. Quique, quiero expresar que me gusta la reflexión al Misterio de la Trinidad y me interpela bastante para mi vida. Utilizas un lenguaje tan sencillo y cercano que sin querer te lleva al interior del «Misterio».
    Las comparaciones que pones, son de la vida real, las que van entretejiendo la vida diaria de las personas, que te van metiendo en la obra que dibujas con tres pinceladas, pero envuelta con una serie de matices, que resulta ser una maravilla.
    En el Dios- Trinidad, (Dios comunión de personas), como dices; hay tanta riqueza de vida, creatividad, originalidad…que algo se le ha escapado hacia el hombre.
    Los conceptos que pones, no se pueden definir, pero como muy dices: se experimentan, se sienten, se viven…son manifestaciones de Dios que nos cuesta considerarlos como regalos y transmitirlos en la vida.
    Considerándome hija de Dios, hermana de de su Hijo y consagrada por el E. Santo…Me lanza a ser «buscadora de Dios» para gozar de tanto don,para conocerle mejor y amarle más.
    Gracias Quique. Buen final para este día

  5. Beatriz Fernández

    la mejor homilia que he escuchado en mucho tiempo. Gracias !!!

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