LA PASIÓN DEL PROFETA
Las personas a quienes les ha sido concedido el don de la visión profética resultan desestabilizantes, incómodas: por eso, suelen ser perseguidas. Y esto sucede también en la religión.
¡Ese es el mensaje de este domingo, que dividiré en tres partes:
- La visión-pasión de Jeremías
- La visión-pasión de Jesús.
- Una nube de testigos
La visión-pasión de Jeremías
Al profeta Jeremías le fue concedida una visión de la realidad política y religiosa del pueblo de Israel, muy diferente a la visión de que tenían los dirigentes políticos y religiosos. Éstos querían pactar con Babilonia. El profeta Jeremías, en cambio, se sentía movido por Dios para pedirles que pactaran con Egipto
Lo acusaban de “desmoralizar al pueblo y a los soldados”. Por ello, lo arrojaron al algibe de Malquias y lo hundieron en el lodo. Ebedmelek un cusita y el rey ordenaron que lo liberasen. Y así se cumplió el salmo 39: “El Señor me levantó de la fosa fatal, de la charca fangosa”.
Los dirigentes mandaron destruir sus escritos. Los escritos de Jeremías han llegado hasta nosotros porque él le pidió a su discípulo Baruc que re-escribiera su profecía cuando ésta fuera destruida.
La visión-pasión de Jesús
Lo mismo que a Jeremías le sucedió a Jesús. No pocos de los dirigentes de Israel se opusieron a su mensaje sobre el reino de Dios. Jesús afirmaba que no vino a traer paz, sino división, incluso en las mismas familias. Jesús llegó a decir que había venido a traer “fuego a la tierra”: en el lenguaje bíblico y apocalíptica esto significaba, la llegada del juicio de Dios sobre las conductas perversas, opresoras y destructivas. Jesús proclamaba la victoria del trigo sobre la cizaña, de la verdad contra la hipocresía y mentira.
Jesús tenía la certeza de su suerte y condenación por parte de las autoridades de este mundo. Lo definía como un bautismo con el cual habría de ser bautizado, con un cáliz que tendría que beber. Mostró su disponibilidad: “¡cuánto deseo que arda!”.
Una nube de testigos y seguidores
La visión alternativa de los profetas, de Jesús, debe ser compartida por nosotros, seguidores de Jesús a lo largo de los siglos. El autor de la carta a los hebreos nos describe como “una nube ingente de testigos que nos rodea”. La visión de Jesús sigue inspirándonos a miles y miles de personas. El Espíritu Santo nos ofrece una visión distinta de la realidad, en la cual el amor -incluso a los enemigos- es la norma suprema y en la cual tenemos la convicción de que nada se opondrá a la instauración del reino de Dios sobre la tierra.
Conclusión
La visión de Jesús es la única que tiene futuro, que hace viable el futuro de Dios en la tierra. Si por ella sufrimos oposición, no pasa nada. Dios proveerá.
“¡Corramos la carrera que nos toca, sin retirarnos!”. No hay que arrojar la toalla. La visión consiste en compartir la visión de Jesús, el iniciador de nuestra fe, nuestro líder. Hay que tener los ojos fijos en Él: “él soportó la oposición de los pecadores: no os canséis ni perdáis el ánimo”.
José Cristo Rey García Paredes, CMF
Visión de fuego, pasión sin fin (Canción)