ORACIÓN VIERNES SANTO

Viernes Santo, 10 abril 2020

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Oración ante la cruz

Ante tu cruz, Señor Jesus, permanecemos en silencio,
con el corazón en suspenso.
Te recordamos recorriendo Palestina y acercándote a los pobres,
abriendo los ojos de los ciegos y renovando las ilusiones,
llamando a cambiar la vida y el mundo,
y anunciando el amor sin medida de Dios el Padre.

Ante tu cruz recordamos tu fidelidad hasta el fin, tu entrega sin reservas.
Contemplando tu rostro, que refleja el rostro dolorido de toda la humanidad,
y junto a Maria, tu madre,
te expresamos nuestro agradecimiento, nuestro amor, nuestra fe.

Y con esta fe, Señor Jesus, queremos seguirte,
porque creemos que tu camino es el camino de la vida.
Creemos, Señor Jesus, que tu amor ha vencido a la muerte
y ahora, resucitado, estás con nosotros para siempre.

Míranos y danos tu gracia salvadora, Señor Jesús.

Te adoramos en la cruz

Tu cruz preside nuestras casas, solemnemente;
adorna nuestro pecho, orgullosamente;
decora nuestros templos, bendiciéndonos,
y es el símbolo de tu amor por nosotros.

La cruz que es el símbolo de tu entrega,
la tuviste que arrastrar hasta el Gólgota,
te clavaron en ella, hasta perder la vida,
y nos queda a nosotros como modelo.

Ayúdanos a llevar la cruz de cada día,
que no rechacemos lo que traiga de dolor;
que sepamos descubrir tu paso en nuestras cruces,
y contemos con tu apoyo para poder con ellas.

Graba tu cruz en nuestra alma y nuestro corazón,
para que sea fortaleza en nuestra vida,
la lección de entrega que hemos de vivir,
y el Dios junto al que queremos resucitar.

Toma nuestra cruz junto a nosotros,
ayúdanos a llevar la cruz de los hermanos,
quédate a nuestro lado en todo momento,
para que podamos actuar y amar como Tú.

Soneto a Cristo crucificado

No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.

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