JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO. CICLO B

PERO ¿TÚ ERES REY?

         El Evangelio de hoy es un fragmento del juicio de Jesús ante Pilato. YA os habréis dado cuenta que que abundan en él las  preguntas y vamos a servirnos de ellas en nuestra reflexión.

          El primero en preguntar es precisamente Pilato: «¿Eres tú el rey de los judíos?» Y un poco después:  «¿Conque tú eres rey?»

          No es difícil sintonizar con la perplejidad de Pilato. Tiene delante un hombre totalmente solo, sin aparente fuerza física, sin defensores ni acompañantes, débil y del todo en sus manos. A la vez que, quienes pudieran ser sus súbditos (los judíos), son los que quieren desembarazarse de él a toda costa.

         Esta misma pregunta, sigue siendo muy actual. No pocos miran a Jesucristo o a su Padre Dios preguntándoles: ¿En qué se nota que eres Rey, o Dios?. Levantaron su corazón pidiendo a ese Rey que les ayudara a salir adelante en momentos difíciles, que resolviera urgentes problemas: cúranos, ayúdanos a encontrar trabajo, que nos salga bien este proyecto, que desatasques nuestros conflictos familiares, que nos saques de nuestras soledades, y… ¡con escasos o nulos resultados! Así que, como Pilato, y protestando un poco, le decimos: Pero, ¿tú eres rey, eres Dios, puedes hacer algo o no? ¿Por qué no lo haces? Como a Pilato, nos gustaría encontrar evidencias de que sí, que tiene poder, que es Rey, que no estamos haciendo el ridículo al decir que creemos en Él. Y esperamos, le pedimos y deseamos que nos haga alguna señal, que nos dé alguna pista, por pequeña que sea, que nos haga sentir su cercanía y presencia, que disipe tantas dudas. Y si miramos los tantos desastres que suceden: la pandemia, los terremotos y volcanes, las desigualdades, la corrupción por doquier… No parece que este supuesto Rey gobierne y ponga orden en tanto caos y dolor. Le diríamos con más razón que Pilato:  ¿Conque ¿tú eres Rey?

           Estas mismas preguntas nos las dirigen hoy a los que somos sus discípulos y seguidores, algunos que opinan que estamos anticuados, que la gente formada no cree en estas tonterías, que la fe no aporta nada a nuestra vida: «¿Conque tú eres cristiano, eh?». 

           Algunos «de casa» se agarran a las palabras de Jesús «Mi reino no es de este mundo», como intentando justificar que ese Rey y ese Reino están en «la otra vida», en el cielo o en nuestros corazones…. y frecuentemente se desentienden y conforman con los sufrimientos, injusticias y violencias de este mundo de aquí, de hoy, aunque no regateen esfuerzos en cumplir con sus obligaciones religiosas, y ser intachables en sus comportamientos morales, básicamente individualistas.

          ¡Pero hay que decir alto y fuerte que no! Esa respuesta y esas actitudes no sirven. ¿A quién le va a interesar un Rey y un Reino en el más allá, cuando nuestras urgencias, necesidades y preocupaciones están «ACÁ». con sus gozos, sufrimientos, dolores y esperanzas, como señalaba oportunamente el Concilio Vaticano II.

        Pero no hace falta recurrir al último Concilio, porque el mismo Jesús hablaba de su Reino en otros términos. Al comenzar su tarea misionera, proclamaba: «Convertíos, que el Reino está cerca», el «Reino de Dios está dentro de vosotros», «el Reino ya está en medio de vosotros». La conversión, el cambio que pedía y esperaba para que ese Reino vaya creciendo y extendiéndose «aquí y ahora» depende en buena medida de nosotros. Y consiste: en la atención prioritaria a los pobres, la lucha por la justicia, la construcción de la paz, la ayuda mutua, el servicio, la atención al desnudo, al emigrante, al enfermo…

           Por otro lado, Jesús reconoce ante Pilato que ha nacido y ha venido al mundo para ser rey y «testigo de la verdad». La verdad como «valor» en estos tiempos nuestros no está precisamente al alza. Se habla mucho que estamos en tiempos de «postverdad». La Real Academia de la Lengua Española ha introducido en este término “posverdad” con el siguiente significado: “Distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública en actitudes sociales”. Ya no importan los hechos, los datos, la realidad… sino el mensaje y el sentimiento provocado interesadamente. Importa que de alguna manera «encaje» conmigo, me venga bien a mis ideas previas… No me interesa saber si es verdad o no. 

          Pero «para la fe cristiana la Verdad no es algo, sino Alguien en quien permanecer; no es algo que poseer, sino Alguien a quien acoger; no es algo que elegir, sino Alguien que ha hecho una elección por nosotros, y que cada uno puede, o no, aceptar. Reconocer la Verdad es expresión y consecuencia de una relación, más que un ejercicio de reflexión» (Santiago García Mourelo). 

          Por eso decimos que Jesús es testigo de la Verdad, del Amor de Dios. Así lo explica el Papa Francisco: «La verdad es la revelación maravillosa de Dios, de su rostro de Padre, y de su amor sin límites. Esta verdad corresponde a la razón humana, pero la supera infinitamente porque es un don derramado sobre la tierra y encarnado en Cristo crucificado y resucitado».

              El Reino de Jesús/Dios «no es de este mundo» porque no llega a base de «cocinar» las encuestas a nuestro favor, ni de remover nuestras emociones y sentimientos para que lo apoyemos apasionada e irracionalmente, y menos aún por la fuerza (ni la física, ni la electoral). Ni el Reino llega a base de amenazar con «condenarse» por toda la eternidad si uno incumple ciertas obligaciones religiosas. El Reino no llega por organizar grandes eventos masivos ni por medio de campañas publicitarias. El Reino de Dios no coincide con tener un gran número de bautizados. Ni necesita abundantes recursos económicos para sacar adelante hermosos y necesarios proyectos pastorales o sociales. Así no necesariamente crece el Reino de Jesús. Incluso.. Puede que incluso retroceda. El Reino crece y avanza con «testigos de la verdad«.

            Es muy lógica la pregunta de Pilato: «¿Qué has hecho?», ¿por qué te traen a mí? ¿Acaso eres peligroso? ¡Pues claro que lo es! Jesús dejó en evidencia que Pilato no tenía gran interés por hacer justicia como era su obligación: sólo le interesa conservar el cargo, y para eso, llevarse bien con los «revoltosos judíos» para que no le causaran problemas. ¿De verdad quería saber «qué es la verdad»? Lo cierto es que no le importó condenar a un inocente, poniendo sus intereses por encima de la conciencia, de la justicia. Y los inocentes, como siempre, son los que lo pagan.

         Decía el Papa que «la verdad nos debe inquietar. Sabemos que hay cristianos que nunca se inquietan: viven siempre igual, no hay movimiento en su corazón, falta la inquietud. ¿Por qué? Porque la inquietud es la señal de que está trabajando el Espíritu Santo dentro de nosotros y la libertad es una libertad activa, suscitada por la gracia del Espíritu Santo y nos debe plantear continuamente preguntas, para que podamos ir siempre más al fondo de lo que realmente somos».

          La verdad de Jesús, o Jesús como Verdad también inquietó y dejó en evidencia a las autoridades religiosas, que sólo se apacentaban a sí mismas, y realmente no conocían al Dios al que pretendían representar y defender. Jesús tachó de «hipócritas» a los que pretendían una religión de ritos y prácticas, sin misericordia ni justicia, excluyendo y culpabilizando en el nombre de Dios.  La verdad inquieta y puede resultar incómoda y peligrosa para los que no escuchan la voz de Jesús/Dios. 

           Hay mucha mentira que tenemos que poner en evidencia. Mucha hipocresía y falsedad. Empezando por nosotros mismos: no consintamos las mentiras y engaños. No difundamos bulos ni mensajes que nos construyan puentes, que no favorezcan el encuentro y la comunión. No nos dejemos manipular o llevar por bulos y rumores.

          Y como este mundo no es plenamente el Reino de Cristo, y mucho que le falta, mientras haya una sola persona que lo pase injustamente mal, habremos de arremangarnos y meternos en líos, y hasta jugarnos la vida, porque somos de los suyos, y en su nombre pediremos que venga el Reino, claro, pero colaborando con él. Difícil y arriesgado, sí, pero sabemos que la mentira, el sufrimiento, la injusticia, el mal…no tienen la última palabra. Que Jesucristo sea nuestro único Rey y Señor, y ningún otro. Y pongamos a todos los demás «reyes y señores» con minúsculas en su sitio.

Quique Martínez de la Lama-Noriega, cmf 
Imagen superior de Nikolai Nikolaevich e inferior de Maximino Cerezo, cmf

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4 comentarios

  1. PERO ¿TÚ ERES REY?
    En la escena del Evangelio de hoy, Pilato hace muchas preguntas a Jesús y Él da respuestas cortas, precisas y contundentes que provocan nuevos interrogantes a Pilato.
    Estas mismas preguntas me las puedo hacer yo, relacionadas con mi vida y con todo lo que me rodea porque es difícil aceptar, con todas las consecuencias, el Reino de Dios y vivir en la clave que Jesús vivió su relación con el Padre y su misión en el mundo.
    Cuando descubro que el Reino de Dios, está en la tierra, me dice mucho y también a muchos cristianos, a algunos ámbitos de la Iglesia; no tanto a la Sociedad como organización civil porque se mueve por otros intereses. Pero es difícil ponerse en el lugar del otro y más cuando lo está pasándo mal.
    Ante el actuar de Jesús, no resulta extraño que Pilato le preguntara: ¿Tú eres rey?
    También yo caigo en esta tentación muchas veces, al ver que no se resuelven los problemas, que no me concede lo que le pido, veo amenazada la Naturaleza, se rompen amistades y alianzas de tantos años, se desmorona la situación de bienestar, experimento que todo se me viene abajo…En muchos aspectos tengo que reconocer que, el Reino de Dios no en magia. Su reino es amor, servicio, verdad, cruz, vida interior, justicia, paz, serenidad, encuentro… Su Reino es “don”. Si acojo este Reino tengo que implicarme en él, llevando a cabo acciones concretas, en mi entorno, que favorezca la verdadera fraternidad y comunión.
    Otro tema importante en este día: “Jesús testigo de la verdad”
    La verdad es un gran valor en nuestro tiempo y debe de ir acompañado de sinceridad y dejar de engrandecer nuestro “yo”.
    Me parece muy interesante, en tu reflexión:”que para nosotros, los cristianos, la verdad, no es algo, no es un concepto, una actitud…la Verdad es alguien en quien permanecer; no es algo que poseer.
    ¡Cuántas veces, creo poseer la verdad, sin dar ocasión a que el otro se exprese o haciendo caso omiso de lo manifestado!
    Que interesante pararse a pensar que la “Verdad” ha hecho una elección por mí. Soy una cobarde cuando rechazo esta Verdad para que crezca mi ego.
    Ser testigo de la Verdad, es ser testigo del Amor de Dios.
    El Reino de Jesús no es de este mundo, porque el mundo se mueve por otros intereses distintos a los de Jesús. El Reino de Jesús crece con los testimonios de los que nos movemos por causa de la VERDAD.
    Muchas veces la Verdad resulta peligrosa porque me desajusta la vida, me saca de mis propios intereses, statum… y quedo vacía.
    La Verdad me inquieta porque el Espíritu mueve a la acción concreta, en los pequeños detalles de cada día. La Verdad me hace libre, pero la libertad es un don a conquistar dando y dándose y no siempre es fácil y posible.
    Hoy la Iglesia y los cristianos debemos interrogarnos ante Cristo testigo de la verdad; dejar a un lado las falsas apariencias, hipocresía, mentiras, engaños… y actuar con justicia, misericordia y perdón. Tenemos que arriesgarnos en la lucha diaria para que impere la justicia en nuestro mundo, respecto a los más vulnerables, desfavorecidos…
    Gracias Señor porque Tú eres el Rey que nos salva, la luz que nos ilumina y la mano que nos sostiene cada día.

  2. Carmen Díaz Bautista

    ¡Qué buena reflexión, Quique! La dialéctica Mundo- Reino se ha interpretado y tergiversado tantas veces como denuncias. Es que parece que después de más de 2000 años seguimos sin enterarnos de nada y andamos pensando que el Reino está después de la vida terrena, que es cosa de otro mundo…Pero Jesús, como recoges en tu reflexión, lo dejó bien claro «está entre nosotros».
    El Reino es un reino de amor, de justicia y de verdad que todos llevamos dentro, como llevamos dentro al Padre. Por eso el Papa al hablar de la verdad dice que tenemos que ir más al fondo de nosotros.
    Es en ese fondo, ese yo profundo donde habita Dios, pero para descubrirlo tenemos que tomar conciencia de lo que nos lo impide descubrir: ambición, bienes, seguridades, poder, fantasías, esto es, quitarnos las sabandijas que entran con nosotros en la primera morada, según, Santa Teresa.
    En lo hondo habita el Padre y lo notaremos porque fluye el amor, la misericordia, la verdad, la coherencia y todo lo que nos mueve a actuar en favor de los demás y la naturaleza.
    Feliz fin de semana y que de tu mano sigamos avanzando. Gracias, Quique.

  3. Es un mensaje muy exigente.
    Gracia padre enrique

  4. El reino de Dios ya si está y comienza en este mundo. Las palabras que Jesús le tuvo que decir a Pilatos fueron que su reino no era de este mundo porque no le iba a entender ni tampoco cuando le dijo que él era el rey de los judíos…
    Quizás muchas veces esperamos en la otra vida pero empieza todo su reino aqui y Jesús vive entre nosotros y por eso ya ha empezado aquí. Muchas veces y muchos que no entienden nada «viven su mundo» y como Pilatos están o estamos en otra onda. Tenemos el Reino de Dios aquí y somos partícipes de él cuando nos ocupamos de nuestros semejantes, cuando pensamos en los demás, cuando ayudamos al necesitado, cuando abrimos nuestro corazón al amor, cuando vemos a Jesús en el prójimo…
    Quizás otra idea que saco para hoy es que muchas veces no entendemos muchas cosas, queremos solucio es a todo, pedimos que todo vaya bien..Muy bien por pedir pero a veces las cosas no salen como nosotros queremos y nos choca que Jesús esté por medio..¿Este es el rey?..
    Ante esto solo existe para mi la disponibilidad de nuestro corazón a la voluntad de Dios..Dios escribe con renglones torcidos pero está con nosotros.. Su pensamiento hacia nuestros corazones no es el mismo que nosotros queremos..Yo muchas veces no entiendo muchas cosas que ocurren digamos «malas» pero cuando veo que él se entrego por nosotros para salvarnos y dio su vida por cada uno..encuentro la respuesta sin entender. Nada malo que ocurra es porque Jesús nos abandone..Jesús tuvo que dar su vida por nosotros y lo quiso para el. Por eso sin ser catastrofista y a mi me vale y me sirve es la fé y que digo Señor hay muchas cosas que no entiendo pero sé que nada malo quieres para mi y me fío totalmente de ti. Yo estoy contigo cuando las cosas salen bien y cuando salen mal. Acepto tu voluntad porque me quieres.
    Señor ayúdame a ver tu reino en este mundo. Sé que estás y está en este mundo y que me ayude a verte entre mis hermanos, en las dificultades y en las alegrías, en todo momento y que sea una persona de provecho. Así sea.

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