Domingo 5 de Pascua Ciclo C (15 Mayo)

EL AMOR,
MANDATO Y SEÑAL


El Verbo de Dios es quien nos revela que Dios es amor (1Jn 4,8), a la vez que nos enseña que la ley fundamental de la perfección humana, es el mandamiento nuevo del amor. Así, pues, a los que creen en la caridad divina les da la certeza de que abrir a todos los hombres los caminos del amor y esforzarse por instaurar la fraternidad universal no son cosas inútiles (Gaudium Spes 38)

 

                Después de una vida como la suya, tan llena de gestos, de compromisos, de opciones valientes, de renuncias… Una vida en la que fue dejando amigos por doquier,  con momentos de intensa alegría; con espacios de silencio para contemplar, descubrir, sorprenderse, profundizar en los acontecimientos y reposar las cosas delante del Padre; con buenos recuerdos compartidos o saboreados a solas… cabría esperar de Jesús un «testamento» largo, profundo, denso…

          Pues cuando Judas -símbolo del desamor, de la traición, de la incapacidad para crear comunidad, para acoger el amor gratuito- «sale»… Jesús sabe que su Hora está cerca y es cuando nos deja su último mensaje, su Testamento.

Habla principalmente de dos cosas: De «mandamiento» y de «señal».

En este momento no sugiere, ni propone, ni invita: MANDA.
– Manda porque parece la única forma de que se nos quede grabado en nuestra conciencia.
– Manda porque sabe lo débiles que somos, y las simples «invitaciones»… no solemos tenerlas muy en cuenta.
– Manda porque sabe que nos atrapan los mil y un «mandamientos indiscutibles» de la sociedad y de la cultura en que nos movemos: Gasta, disfruta, no te fíes, esconde, disimula, sube, vence, destruye, acapara, aparta, descarta, y tantos otros, etc (todos «imperativos», mandatos).
               Manda algo que, a primera vista, «no se puede mandar», porque nuestros sentimientos son lo más caprichoso, inconstante, cambiable, y rebelde que puede sentir el ser humano. No los elegimos, y no depende de nosotros tenernos o no tenerlos. Es imposible, a base de voluntad y de esfuerzo sentir cariño por personas que nos resultan indiferentes, que no nos «caen», con las que tenemos poco en común o que directamente no tragamos… Esto no se puede mandar, porque no está en nuestra mano obedecer.
            ¿Cómo podemos mostrar amor por los «Judas» de nuestra vida, que nos han hecho tanto mal? ¿Cómo podemos amar a esas «personas tóxicas», cuya presencia nos daña, nos desgasta, nos hace perder la paciencia y los nervios, nos fastidian…?
¿Cómo puede mandarnos que arranquemos de lo más profundo de nuestro corazón la rabia, el rechazo, el odio, la venganza o la simple indiferencia? Ya quisiéramos, pues lo cierto es que estamos convencidos que se es más feliz sin almacenar tanta basura en el corazón… pero pocas veces somos capaces de reciclarla o eliminarla por nosotros mismos. 
Y resulta que aquello que sólo haríamos por una persona muy especial para nosotros… nos MANDA hacerlo con todos y cada uno de los que encontramos en el camino. Nos manda amarnos unos a otros. No se trata de ser educados y correctos o amables (que no sería poco). «Como Yo os he amado». Es decir: nos MANDA amar hasta dar la vida. ¿No es demasiado? Nos manda/reta a la transformación más radical y profunda. Se trata de un «MANDAMIENTO» muy especial por lo difícil, porque es imposible.

            Pero hay que tener muy en cuenta que Jesús les dice todo esto «al final», cuando se está despidiendo de sus discípulos. Jesús durante toda su vida les ha estado enseñando, acompañando, ayudando, corrigiendo, haciendo crecer… sin ponerles condiciones. Ellos han sido los primeros en experimentar personalmente los «efectos» de un amor así. Y por lo tanto, parece lógico CORRESPONDER a ese amor, tratar de amarLE del mismo modo. Pero Jesús hace un desplazamiento impresionante, sorprendente: Que el amor que sentiríamos por él, el agradecimiento y la acogida de todo lo que él es y hace por nosotros… lo volquemos sobre los hermanos, sobre la Comunidad de Discípulos. «Si me amas»…. «amaos». 

Todos florecemos cuando nos sentimos amados porque “el amor echa y nos invita a echar raíces en la vida de los demás. Nos pertenecemos los unos a los otros y la felicidad personal pasa por hacer felices a los demás. Todo lo demás es cuento. Cuando las personas no amen más, será verdaderamente el fin del mundo, porque sin amor y sin Dios ningún hombre puede vivir en la tierra (Papa Francisco en Rumanía, 2019)

         Y sólo sería «mandamiento» en la medida en que hayamos experimentado la 2ª parte de la frase «como yo». Cuando alguien se siente amado, se sabe amado… se hace capaz de amar, desborda sobre otros su amor. Y en el caso de Jesús muchísimo más. Esta es la clave de su «mandamiento»: TRANSMITIR LO QUE HAYAMOS RECIBIDO Y EXPERIMENTADO DE ÉL. Si nos hemos sentido acompañados, sanados, perdonados, regalados, etc por él… seremos capaces de hacerlo con los otros. Será su Amor en nosotros el que sea capaz de amar así. 

            Luego asocia el «mandamiento» con una «SEÑAL». Una señal que hemos de ser nosotros. La señal de que somos de los suyos y que hemos aceptado como Padre a su mismo Padre y hemos experimentado su amor… está en el trato hacia los hermanos, en que nos pongamos a amar. También lo podemos decir al revés: Si no amamos, no podrán reconocer quién es nuestro Padre ni nuestro Maestro.
Para que otros sepan que somos discípulos, amigos de Jesús, no podemos presentar ningún carnet, ni vale el certificado de bautismo,  ni recitar de memoria el catecismo entero (que ya es difícil)… ni que demos la lata a familiares y conocidos diciendo que lo somos… En el empeño y en el estilo de amar es donde podrán detectar quiénes somos realmente.

                Como somos débiles, a veces seremos señal y otras dejaremos de serlo, y puede que incluso seamos un anti-signo. Puede que alguna vez seamos una potente antorcha, y y otras una humilde cerilla en medio de la noche. Nos amaremos unos a otros como buenamente podamos, poniendo en ello alma, corazón y vida.A veces puede ser suficiente con una sonrisa, y otras con el cansancio a flor de piel, a veces con esfuerzo y a veces con desesperanza. Pero nunca amaremos todo lo que podemos, ni tal como él nos amó. Nos reconocerán como discípulos suyos en que nunca nos cansemos de intentarlo.

             Y cuando ya no podamos, cuando nos resulte imposible, acudiremos a Él, para pedirle que nos haga experimentar con más fuerza ese mor suyo. Ese Amor que llamamos ESPÍRITU SANTO y que él nunca niega a quienes se lo piden. Esta ha de ser nuestra oración principal e incansable. Sólo el Espíritu nos hará ser lo que realmente somos: hijos, hermanos y discípulos.

Quique Martínez de la Lama-Noriega, cmf  Imagen inferior JL Saborido

Nota: En Madrid la Fiesta de san Isidro se traslada litúrgicamente al Lunes 16 de Mayo, en las Eucaristías de la mañana. No es «de precepto».

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5 comentarios

  1. Qué bien explicas Quique el evangelio de hoy. Qué importante er ser cristiano y qué difícil llevarlo a cabo. En muchas ocasiones de mi vida me he preguntado a mí mismo…si alguien me dijera qué sería para mí la mayor felicidad y tuviera que contestar….Al final de tantas veces que me lo he preguntado he llegado a una conclusión. Para mí la mayor felicidad del mundo sería la COMPLETA PAZ INTERIOR. Es verdad. A lo mejor esa respuesta la gente no la entendería pero a mi me sirve. La paz interior es la completa felicidad de tener la conciencia tranquila. Amo a Dios y en consecuencia mis actos tienen que derivar en amor a los demás. Es tener al Señor en tu vida, amarle y seguir su ejemplo. Es notar que ese amor te ayuda a comprender al distinto, a entender al que no te entiende, a ayudar al que sin pedirlo lo necesita, a pensar en qué puedo alegrarme con mi vida, a soportar críticas, a aceptar al que no trago, a amar a mis enemigos…Cuidado esto es muy difícil!!!. No solo a aceptar a mis enemigos porque son mis hermanos e hijos de Dios y porque a través de esa mortificación me llevan a Dios. Hasta incluso hay que «darles gracias» porque me llevan a Él…
    Un hecho en mi vida me ha ayudado a entender esto. Siempre veía desde muy pequeño a mi abuela paterna de negro y no había conocido a mi abuelo. A los otros tres abuelos si. Cuando fui creciendo me explicaron que por ser católico (y padre de 7 hijos) en la guerra civil le llevaron a fusilar con 46 años dejando a mi padre como mayor de 8 años…En la víspera de su fusilamiento escribió una carta y se la dio a una monja para que se la diera a mi abuela cuando él ya no estuviera aquí. Era una carta en la que perdonaba a todos, se encomendaba a Dios y que protegiera a su familia…Siempre que la leo lloró por un sin fin de sentimientos encontrados….Mi abuela siempre de luto siempre perdonó a los verdugos e incluso los hijos de ese bando jugaban con mi padre y mis tíos en un pueblo de Jaén. Al acabar la guerra le dijeron a mi abuela que sabían quienes habían sido los ejecutores de tal injusticia….y mi abuela les perdonó….Toda esta historia me ha marcado mi vida para comprender el dolor injustificado y el perdón a mis enemigos…..
    Señor en el día de hoy acepto tu mandamiento del amor a ti y a través de mis hermanos y que sea señal y signo para los demás y que puedan pensar de mi humilde naturaleza de que llevo al Señor dentro. Señor dame mucha fuerza para todo esto. Así sea.

  2. EL AMOR, MANDATO Y SEÑAL
    Al leer el Evangelio de hoy uno percibe el dicho: “Lo breve y bueno, es dos veces bueno”.
    Es un Evangelio corto pero de sentimientos y vida. Recoge la última voluntad del Maestro:”Amaos unos a otros como yo os he amado” Qué suerte la de los discípulos que recibieron este testamento de labios de Jesús y qué responsabilidad por el compromiso que encierra la segunda parte: “En esto conocerán que sois mis discípulos”! Mandato que crea vida y se prolonga en la historia.
    Por este motivo, muy acertado el título de tu reflexión.
    Me parece interesante los motivos o causas que expones de porque Jesús nos manda que nos amemos por encima de todo y de todas las circunstancias. Él conoce nuestras debilidades,, pataletas, enfados, rivalidades, desajustes en nuestra vida emocional, lamentos y deficiencias en nuestra vida personal, comunitaria, eclesial y social. Por eso, va directo al corazón, muchas veces lleno de negatividad, desilusión y desesperanza, incapaz de vaciarse para dar paso a la ida Nueva.
    Me alegré al leer con interrogante, ¿cómo se puede amar a las personas tóxicas? Recuerdos en Ejercicios que José María decía: de las personas tóxicas, hay que huir porque no dejan que seamos felices, porque son negativas por sistema. A mí, personalmente me cuesta conjugar estas vivencias personales con el amor y el perdón, me preocupan pero intento que no me quiten el sueño, cuando ves que no se puede llegar al fondo de las personas y respeto su libertad. Cuando me he puesto ante el Evangelio de hoy, me hacía resonancia de las palabras de Jesús: “Ha llegado la hora”. “Ha llegado tu hora”. Este momento se vive en presente. La hora de Jesús, mi hora, es en cada instante que Jesús me dice: Mira dentro de ti, lo que yo te he amado, te he perdonado, te amo y te perdono; pásalo por el corazón, agradece y responde con el mismo amor y perdón hacia los demás, pero como yo he amado, dando la vida.
    Ante esto enmudezco. ¡Qué difícil! Siempre encuentro escusas
    Reconozco que el amor así entendido y entregado libera porque te hace salir de mi misma e ir hacia la solidaridad universal del amor. Muchas veces gasto el significado de las palabras porque no pongo en la acción vida, ternura y cariño, como hacía Jesús para sacar lo mejor de las personas.
    “En esto conocerán que sois discípulos míos”. La señal de identidad. Es difícil, casi imposible amar como Jesús me ama, pero puedo acercarme un poquito, contando con su ayuda. Como bien dices en tu oración, sólo el Espíritu nos hará ser lo que realmente somos: hijos, hermanos y discípulos…en continuo crecimiento desde su Palabra.
    Me gustaría terminar con unas frases de la adaptación del salmo 145, de Antonio Baeza.
    … ¡Que yo viva para ser
    Testigo de tu amor siempre despierto!
    ¡Que mis ojos sean espejos, nunca empañados,
    De las hermosuras que desbordan
    De tu gloria hecha existencia en las cosas pequeñas!…

    Amar desde lo pequeño con identidad de discípula.

    Gracias Quique

  3. Carmen Díaz Bautista

    Lo primero que quiero hacer es dar las gracias a Quique porque ya en una ocasión me explicó este dilema de amar el enemigo. y en segundo lugar decir que el testimonio de José Antonio me ha conmovido. Gracias, José Antonio.
    El amor de Dos es ágape y no debemos confundir con filias o sentimiento que podríamos definir como cariño. Esta distinción es fundamental y yo diría que podemos sentir ambas si perdonamos de corazón, aunque también tenemos derecho a alejarnos de las personas que nos hacen daño.

  4. Hace falta ser Dios para amar como el nos nos ama.Casi todos los problemas del mundo nacen de nuestra falta de amor.La soledad de tanta gente por hablar de temas no violentos las desigualdades brutales entre los seres humanos el mantener a los paises del tercer mundo en el infradesarrollo y la miseria para beneficio de los paises ricos y tantos otras demostraciones de injusticia que no son mas que consecuencias evidentes de falta de amor.
    Para mi el amor es un conjunto de todos nuestros buenos sentimientos y la ausencia de los malos por eso se quiebra con facilidad pero hastaJesus condeno de una manera muy dura a los que atenten contra la inocencia de los niños:mas les valdría atarse al cuello una piedra de molino y que los echaran al mar.
    Me ha salido un comentario deprimente .Gracias Padre Enrique por darnos animo de que amar como Dios ama es posible

  5. Quiero agradecer a José Antonio, el compartir el concepto de lo que entiende por felicidad plena; más que concepto es vivencia personal.
    Otro agradecimiento a su experiencia personal , respecto al perdón a los enemigos, heredado de sus abuelos- muy buenos cristianos-, son vivencias fuertes que nunca se olvidan.
    Gracias porque me has dado una lección al expresar que hay que dar gracias a Dios por los enemigos porque me ayudan a acercarme a Él.

    Gracias J. Antonio

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