Domingo 1 Cuaresma Ciclo C (6 Marzo ’22)

TIEMPO PROPICIO PARA SEMBRAR EL BIEN


«No nos cansemos de hacer el bien, porque, si no desfallecemos, cosecharemos los frutos a su debido tiempo. Por tanto, mientras tenemos la oportunidad, hagamos el bien a todos» (Gálatas 6,9-10a)

 

                   Me ha parecido oportuno, en este pórtico de la Cuaresma que dio comienzo el pasado Miércoles de Ceniza,  centrar mi reflexión no en las lecturas del domingo, sino en el Mensaje del Papa para este tiempo, que toma de la Carta a los Gálatas (6, 9-10): «No nos cansemos de hacer el bien, porque, si no desfallecemos, cosecharemos los frutos a su debido tiempo. Por tanto, mientras tenemos la oportunidad, hagamos el bien a todos» 

                       El tiempo de Cuaresma es un tiempo propicio,  favorable, para afinar los acordes disonantes de nuestra vida cristiana, y recibir la siempre nueva, alegre y esperanzadora noticia de la Pascua del Señor. La Iglesia nos propone prestarle especial atención a todo aquello que pueda enfriar y oxidar nuestro corazón creyente. Así que es un tiempo que mira a la Pascua. (Papa Francisco 2018)

                    Es un tiempo propicio, oportuno, para todos aquellos que no se sienten satisfechos y en paz consigo mismos, con los otros o con Dios, y están dispuestos a moverse, caminar y cambiar. Pues la Cuaresma es un camino (salir de donde estamos, movernos, dar pasos, avanzar, llevar una dirección) para ir hacia la Vida que nos ha ofrecido Jesús.

                  Es un tiempo propicio para cambiar de mentalidad, de criterios, de actitudes y de hábitos rutinarios que ya nada nos aportan (esto es la «conversión»), de modo que la verdad y la belleza de nuestra vida no se centren tanto en el poseer como en el dar, no tanto en el acumular cuanto en sembrar el bien y compartir, no tanto en mí mismo, como en los otros,

                 Y es también un tiempo propicio, como nos dice este año el Papa, para sembrar el bien.

                  El sembrador por excelencia es Dios mismo, que generosamente «sigue derramando en la humanidad semillas de bien» (Fratelli tutti, 54). Sus semillas nos llegan especialmente (aunque no solo) por medio de la Palabra, por lo que este es un tiempo propicio para escucharla con frecuencia, de modo que nos ayude a madurar y hacer fecunda nuestra vida. 

                Pero el Dios Sembrador ha querido contar con nosotros (contigo) para ser sus colaboradores, aprovechando el tiempo presente («hoy es el tiempo de la misericordia»). Y hacerlo generosamente, sin medir el esfuerzo, ni tampoco los resultados. Escribió San Pablo: «Mirad: el que siembra tacañamente, tacañamente cosechará; el que siembra abundantemente, abundantemente cosechará». (2Cor 9, 6). 

                Es verdad que muchas veces no veremos los frutos de nuestra siembra, como dice el Evangelio: «Uno siembra y otro cosecha» (Jn 4, 7). Por eso es de una gran nobleza poner en marcha procesos cuyos frutos serán recogidos por otros, con la esperanza puesta en las fuerzas secretas del bien que se siembra (son «semillas»). Sembrar el bien de este modo, gratuitamente, sin que podamos disfrutar de los resultados nos libera de las estrechas y frecuentes lógicas del beneficio personal y da a nuestras acciones un mayor valor.

            Por eso no podemos dejarnos atrapar o apagar por el «cansancio» o por la falta de resultados.

+ Y es que nos cansamos al ver que nuestros sueños y proyectos se frustran por tantos motivos

+ Nos cansa mirar de frente tantos retos que nos afectan, al reconocer que nuestros recursos son escasos o pobres.

+ Nos cansa este ya largo tiempo de pandemia que tantas cosas ha limitado o eliminado, que tanto ha debilitado la salud física o mental de muchísimos, y las relaciones personales, y…

+ Nos cansamos al ver que el ser humano, a pesar de su larga historia, sigue utilizando la violencia, la fuerza, el enfrentamiento, el menosprecio del distinto, la guerra… para «resolver» sus conflictos, que así nunca se resuelven, y no pocas veces dejan las cosas peor.

+ Nos cansa (y escandaliza) el comportamiento de algunos miembros de la Iglesia, o lo lentamente que avanza en ciertos temas necesarios…

+ Nos cansan a menudo los que tenemos más cerca, porque si el roce hace el cariño (como dice el refrán), también hace que salten chispas.

+ Nos cansan los políticos y sus recursos poco éticos para conseguir el poder, a la vez que se desatienden tantas necesidades reales de los ciudadanos.  Y nos cansan los bulos, la falta de trasparencia, los intereses ocultos…

+ Y también nos cansamos a menudo de nosotros mismos: porque no avanzamos, repetimos los mismos errores y pecados, y muchos de nuestros mejores deseos y propósitos … no los llevamos a la práctica…

                Precisamente en los momentos de cansancio, de desánimo, de oscuridad… es cuando aprovecha el Tentador para proponernos (Evangelio de hoy) con «razonables» argumentos, que nos encerremos en nosotros mismos, que busquemos nuestro propio interés, que nos refugiemos en el individualismo egoísta o en la indiferencia hacia los otros, o esperemos que sean otros o el mismo Dios quien encuentre las soluciones.  Sin embargo, Dios «da fuerzas a quien está cansado, acrecienta el vigor del que está exhausto. […] Los que esperan en el Señor renuevan sus fuerzas, vuelan como las águilas; corren y no se fatigan, caminan y no se cansan» (Is 40,29.31). La Cuaresma nos llama a poner nuestra fe y nuestra esperanza en el Señor. 

Por eso el Papa nos ha invitado:

+ No nos cansemos de orar. Jesús nos enseñó que es necesario «orar siempre sin desanimarse». Necesitamos orar porque necesitamos a Dios, contar con Él, apoyarnos en Él. La fe no elimina las dificultades de la vida, pero nos permite atravesarlas unidos a Dios en Cristo, con la gran esperanza que nos ofrece el Misterio Pascual.

+ No nos cansemos de extirpar el mal de nuestra vida. Aunque sea sólo un poco: podemos seleccionar algún aspecto concreto de nuestra vida, buscar algún  recurso oportuno, marcarnos  pequeños objetivos… El ayuno puede fortalecer nuestro espíritu para la lucha contra el pecado.

+ No nos cansemos de acudir al sacramento la Reconciliación, sabiendo que Dios nunca se cansa de perdonar

+ No nos cansemos de luchar contra los deseos incontrolados de bienes materiales, de placeres inadecuados… La austeridad de vida, el autocontrol y la generosidad deben ser nuestros estilos de vida. 

+ No nos cansemos de luchar contra el riesgo de dependencia de los medios de comunicación digitales (móviles/celulares, redes, etc), que empobrecen las relaciones humanas. La Cuaresma es un tiempo propicio para cultivar una comunicación humana más integral hecha de «encuentros reales». Aprovechemos esta Cuaresma para cuidar mejor a quienes tenemos cerca, y hacernos prójimos de aquellos hermanos que están heridos en el camino de la vida.

                       Por tanto, no nos cansemos de sembrar el bien. Tenemos la certeza en la fe de que «si no desfallecemos, a su tiempo cosecharemos» (la «cosecha» de lo que Jesucristo sembró dio mucho futo «a su tiempo»), y de que, con el don de la perseverancia, nuestro grano sembrado dará muchos frutos, porque el Espíritu del Señor es quien los hace fecundos. Lo nuestro es sembrar. Que tu Cuaresma merezca la pena.

Quique Martínez de la Lama-Noriega, cmf 
Imagen central Agustín de la Torre, imagen inferior Laurent Hrybyk

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3 comentarios

  1. Qué bien me ha venido Quique este cambio que has dado para este domingo contus comentarios, en vez del evangelio, el del lema «Tiempo propicio para sembrar el bien». Digo esto porque precisamente estoy desde ayer jueves de ejercicios espirituales y qué bien porque estoy con el corazón entregado al Señor. La Cuaresma es el tiempo del cambio en nuestro corazón. Cambiar todo lo malo, fortalecer tus nuevas ideas en tu vida interior y hacia los demás. Pero hay que tener fuerzas para lo que con tantos buenos propósitos no se diluya y pierda fuerza en el tiempo. Es el tiempo donde la tierra de muestra alma tiene que estar preparada para las continuas semillas del Señor. Él nunca se cansa de echar semillas pero nosotros tenemos que tener esta tierra abonada para que dé frutos…Lo que ocurre es que solo pensamos en que esos frutos tienen que ser inmediatos, grandes, jugosos…y no es así. El tiempo de Dios es distinto al nuestro. Hay que convertirse también en sembrador…Habla de Dios, da ejemplo …que siempre queda algo..
    Recuerdo 2 cosas que en mi vida han dado mucho fruto con el tiempo. La primera es que he regalado a determinadas personas el Corazón de Jesús mediante un «Detente»..De esa forma se que ya está en sus casas, en su cartera, en su bolso…pero he visto como hay detalles positivos en esas personas que nunca esperaba….El Señor ya «está haciendo de las suyas». La segunda que he hecho en mi vida es regalar, para que lo lleven en el coche, bien una imagen adhesivao con imán de la Virgen del Carmen o de un Cristo….y de igual forma la Virgen y el Cristo tambien «están haciendo de las suyas». Que alegría saber cómo con sus protecciones cuidan estas almas..Habla de Dios que siempre algo queda.
    Además qué gusto da ser bueno pues la satisfacción es personal es tan grande que ya sólo por eso merece la pena y además el bien que haces al prójimo.
    Señor en estos días que estoy más contigo te pido porque sepa responderte mucho mejor que hasta ahora, y que sepa ayudar y entregarme mas a los demás por amor a ti. Así sea

  2. TIEMPO PROPICIO PARA SEMBRAR BIEN
    Reflexión muy sustanciosa y sugerente, cuanto más la lees y reflexionas encuentras algún matiz nuevo en el que ponerte las pilas para trabajas en él.
    Bien dices que la Cuaresma es un camino, camino hacia la luz de la Pascua. Camino de nuestra propia experiencia de vida.
    Tiempo de recuperar muchas cosas, más que cosas diría vivencias, actitudes, valores que inconscientemente y por el ritmo de la vida vas descuidando. Me parece importante, en principio, pararme y pensar que camino elijo para esta Cuaresma y preparar la tierra donde va a ser sembrada la buena semilla, vida que brota cada día de la Palabra de Dios.
    Siempre nos marcamos unas actitudes a trabajar o reforzar en este tiempo: sencillez, cambio, amor, perdón, comprensión, entrega, oración, ayuno como privación de algo, salir de nosotros mismos…
    Me parece interesante el aspecto de que es tiempo de descubrir en que se centra la verdad y la belleza de nuestra vida, no para quedarte en la admiración y ser agradecido por ello, sino para compartir generosamente lo que somos y tenemos. Creo que según un@ se va entregando va descubriendo otras riquezas compartidas.
    Tiempo de misericordia y de cambio. ¿Cómo acoger la misericordia de Dios para que se produzca el cambio?. Parte de la letra de una canción dice: “Es mejor que esté callado y te deje hablar a Ti, que hagas un milagro en mí, que me cambies de raíz…cámbiame en dirección hacia Ti…Este es el camino que debe seguir, en dirección a Él.
    Dios, el buen sembrador ha sembrado semillas buenas en todos y quiere que colaboremos con Él en la sementera. Él tiene paciencia y misericordia porque a veces le fallamos y no damos los frutos que Él espera, pero ahí está Él, a nuestro lado, animándonos, dando fuerza para avivar nuestra fe y esperanza. Eso quiere de nosotros que no nos cansemos de sembrar a su lado.
    Hay muchas cosas que cansan, desaniman, hunden psicológicamente porque ves que hoy no tienen sentido y se lucha en sentido contrario al sueño de Dios por intereses personales que no llevan a ninguna parte, porque el camino no tiene continuidad. ¡Cuánto daño podemos hacer si arrinconamos a Dios en nuestras vidas! ¡Cuánto mejoraría el mundo, nuestro entorno, si nuestras relaciones personales fueran sinceras, cordiales, sin envidias ni rencillas, respetuosas donde cada uno pueda vivir en libertad desde los valores del Reino.
    Las recomendaciones del Papa para no cansarnos, son importantes, unas pueden costar más que otras, pero como el Hijo pródigo: “me pondré en camino…”
    Tendré en cuenta la ilustración, discernir entre “cansancio” y “secado”
    Confiaré en el mejor sembrador, Dios, que siembra bien y el Bien. Acogeré esa siembra como tierra buena y fecunda, la cuidaré, para que de buen fruto.

    Gracias Quique

  3. Gracias a todos .He sacado mucho jugo de todos los comentarios
    Estoy viajando por tierras de Castilla y recuerdo en mi infancia que antes de sembrar se cuidaba mucho de la tierra.Había que quitar piedras,malas yerbas arar abonar y luego sembrar.La buena o mala cosecha ya dependía de causas
    ajenas al labrador.
    Y he visto cuando esto no se puede hacer sembrar para no recoger nada.Nuestra alma es la tierra pero hay que tenerla preparada
    Gracias Padre Enrique

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