Domingo 6. TIEMPO ORDINARIO. CICLO B

¿Y LAS EPIDEMIAS DEL ESPÍRITU?

Dividiré esta homilía en tres partes:

  • Aislar para proteger
  • Motivo de escándalo y contagio
  • La descontaminación

¡Aislar para proteger!

La primera lectura tomada del libro del Levítico nos presenta una ley que tenía como objetivo “velar por la salud pública”: para evitar el contagio de la lepra, el sacerdote debía excluir de la comunidad al portador de tal enfermedad. Esto mismo, pero no ha en un ámbito sacral, se hace en nuestras sociedades: aislamiento para la protección.

Jesús dejó que un leproso se acercara a él y le suplicara de rodillas, con una confianza inmensa: “Si quieres, puedes limpiarme”. Jesús sintió lástima. Lo tocó con su mano diciendo: “Quiero, queda limpio”. Pero le encargó severamente que se presentase al sacerdote e hiciera su ofrenda. El leproso divulgó su curación. Ahora el que se sentía excluido era Jesús, que no podía entrar abiertamente en ningún pueblo, y se quedaba afuera.

Motivo de escándalo y contagio

En la segunda lectura, tomada de la primera carta a los Corintios, Pablo pide que la comunidad cristiana no de motivo de escándalo, ni a los griegos, ni a los judíos, ni a la Iglesia de Dios. Intentaba así evitar la contaminación del mal, el contagio espiritual.

Las células del mal espiritual se multiplican; reivindican un espacio en la persona, crean una especie de “ecología de malas hierbas”, como si de un cáncer del espíritu se tratara. Estos males del espíritu son al principio casi imperceptibles. Después se convierten en actos repetitivos que no llevan a ninguna parte y que producen desolación, dependencia, enganche, generan en nosotros estados de vértigo, de huida hacia lo mismo y lo peor. Los siete pecados o demonios capitales son los portadores de estos virus: ira, odio, envidia, lujuria, codicia, gula. Los malos gérmenes se reproducen silenciosamente en nosotros.

En las sociedades -políticas y religiosas-, en las comunidades familiares, en los grupos políticos y deportivos, las epidemias se suceden y van pervirtiendo el ambiente. El mal se camufla de bien. Y quien opone resistencia a la contaminación, parece un extraterrestre, un reprimido. La propagación del virus atenta de manera especial contra las figuras proféticas. Un profeta contaminado es el mejor propagandista de la infección.

La descontaminación

Cuando el contaminado se acerca a Jesús no recibe un diagnóstico, sino una mano que lo toca movida por un corazón lleno de misericordia. Jesús no le da importancia al mal. Es como ese experto en informática que ante el nerviosismo del inexperto, que piensa que ha perdido todo su trabajo, le dice: ¡calma! ¡está todo bajo control! y, poco después devuelve todo el trabajo que parecía perdido. Es impresionante escuchar estas palabras de Jesús: “¡Quiero! ¡Queda limpio! ¡

Ante los siete pecados capitales, que nos mantienen como rehenes, los siete sacramentos muestran su fuerza terapéutica. Son acciones de Jesús, contacto con Jesús, expresiones interpersonales de su amor. La Unción del Enfermo, la Absolución del que se siente atado por el pecado, demuestran la fuerza del Espíritu de Jesús.

Conclusión

Si el Señor es mi médico, ¿quién me hará temblar? Jesús nos pide que vayamos al sacerdote, al templo, no para que certifique nuestro mal, sino para que declare que hemos sido liberados. Sí, ¡para que declare que el Espíritu de Jesús vence a todos los malos espíritus!

¡Gracias sean dadas a nuestro Señor Jesús y a su Espíritu! 

José Cristo Rey García Paredes, CMF

DOMIMGO 5. TIEMPO ORDINARIO. CICLO B

SALIR EN MISIÓN – ENTRAR EN ORACIÓN

Dividiré esta homilía en tres partes:

  • “Vita brevis”: días sin esperanza
  • La agenda de Jesús un día cualquiera
  • El doble movimiento: centrípeto y centrífugo

“Vita brevis!”: días sin esperanza

El libro de Job, al que nos hemos acercado en la primera lectura, expresa muy bien la condición de no pocos seres humanos: “Mis días se consumen sin esperanza” “Mi vida es un soplo y mis ojos no verán más la dicha”.

Job es la figura del ser humano que no se engaña, que observa la realidad con sabiduría humana. La vida es breve y la mayor parte de ella preocupaciones y desgracias. ¿Qué relevancia puede tener lo que yo diga y realice en un mundo de más de 8000 millones de seres humanos?

La agenda de Jesús un día cualquiera

El evangelio que acabamos de proclamar ofrece una sorprendente respuesta a los problemas existenciales de Job. El evangelista Marcos nos presenta la agenda de Jesús a lo largo un día distribuido con sus diversas actividades: predicación en la Sinagoga; visita a la casa de sus amigos Simón y Andrés y curación de la suegra de Simón; al anochecer atención a muchos enfermos físicos y espirituales con una especial alusión a los demonios, a los que prohibía hablar; se supone que va a descansar muy tarde; al día siguiente madruga y se retira a un lugar alejado para orar él solo;  Simón Pedro lo busca porque hay gente que lo necesita y Jesús le dice que ¡también hay que ir a “otros lugares”. Y concluye con una misteriosa afirmación: “¡para esto he salido!”.

Esa es la respuesta al sentido de la vida: esa agenda equilibrada de religiosidad, amistad, sanación, descanso, oración e itinerancia. Jesús “pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el Diablo porque Dios estaba con Él y nosotros somos testigos de todo lo que hizo” (Hech 10, 38-39).

El doble movimiento: centrípeto y centrífugo

San Pablo reconoce en la segunda lectura que también él ha salido para evangelizar. Ese fue el encargo que Jesús resucitado le confió

Es cuestión de salir e integrarse. Siempre estamos a tiempo. Cuando nos acucie la pregunta por el sentido de la vida, busquemos la respuesta en nuestra “morada” más íntima y en el dinamismo interior que nos lleva a “salir” para oponernos al mundo del mal que nos circunda.

Oración y Misión son las claves de una vida con sentido. Ese es el equilibrio vital. Oración es entrar en la Morada. Misión es salir para anunciar el Evangelio y hacerlo presente. Se entra saliendo, se sale entrando. Misteriosa combinación de movimientos: ¡nunca dentro sin estar afuera!, ¡nunca afuera sin estar dentro! Y así el Evangelio se propaga a través de nuestras salidas y entradas. Difícil es “salir” hacia lo diverso, hacia el diálogo con los diferentes.

Conclusión

¡Dios estaba con Él! Jesús era un santuario viviente e itinerante. Jesús no es un fundamentalista de las horas de oración, pero tampoco es un fundamentalista de las horas de trabajo misionero. Vive en la serenidad de quien no se siente imprescindible y, sin embargo, pasa haciendo el bien. Jesús no quiere afianzar su poder en ningún lugar. No encuentra el sentido en “poseer”, en “asentarse”, en prolongar sus mandatos exitosos, sino en “salir”. La vida tiene sentido cuando “salimos”, cuando nos sentimos parte de una Misión que, compartida, lleva adelante los sueños de Dios sobre el mundo.

José Cristo Rey García Paredes, CMF

DOMINGO 4. TIEMPO ORDINARIO. CICLO B

PROFETAS DEL ÚNICO PROFETA

Dividiré esta homilía en tres partes:

  • ¡No quiero volver a escuchar la voz de Dios!
  • ¡Ese Jesús tan asombroso!
  • Tratar con Dios “sin preocupaciones”

¡No quiero volver a escuchar la voz de Dios!

Nos dice la primera lectura, que Moisés le recordó al pueblo aquello le pidió a Dios el día de la asamblea, ante el monte Horeb: “No quiero volver a escuchar la voz del Señor, mi Dios, ni quiero ver más ese terrible incendio. ¡No quiero morir!”

Se reconocía así que la infinita trascendencia de Dios supera todo lo que nuestros sentidos captar. Un encuentro “cara a cara” con Dios, ahora, aquí en la tierra, sería para nosotros mortal. Si no resistimos la luz directa del sol, ¿cómo vamos a resistir la luz de Dios? 

Quienes se sienten tan cerca de Dios, tal vez lo hayan sustituido por un ídolo: un “dios” sin misterio, vulgar, ritualista, que no estremece, ni emociona; que es el recurso fácil de hombres y mujeres así llamados “piadosos”; o de “hombres espirituales” que presumen saberlo casi todo de Dios y transmiten “en directo sus mensajes”. 

El Dios de nuestra revelación no es así. Nuestro Dios es el Misterio de todos los misterios. Es el Invisible por exceso de claridad, el Inaudible por exceso de Voz y de Palabra, el Inabarcable por exceso de inmensidad y Presencia. Moisés dijo en nombre de Dios: “¡Tienen razón! Suscitaré un profeta de entre tus hermanos… pondré mis palabras en su boca…. Hablará en mi nombre”.

¡Para ponerse a nuestra altura Dios suscita profetas! Pero en ellos o ellas encontramos una “abreviatura de Dios”

¡Ese Jesús tan asombroso!

El evangelio de hoy nos dice que Jesús causó “asombro” en la sinagoga de Cafarnaum porque enseñaba con autoridad y no como los escribas. Jesús no solo enseñaba, también transformaba con la fuerza milagrosa de su Espíritu. No era solo un detector de demonios, sino un exorcista que los vencía en cualquier circunstancia. Jesús fue el gran profeta prometido por Dios a Moisés. “Quien me ve a mí, ha visto al Padre”, le dijo Jesús a Felipe. Jesús es el rostro humano y accesible de Dios.

Tratar con Dios “sin preocupaciones” 

La segunda lectura, tomada de la carta de san Pablo a los Corintios, nos habla de las “pre-ocupaciones”. Los seres humanos, antes de ocuparnos en algo, no pre-ocupamos. Son tantas las ocupaciones que nos salen al paso, que vivimos pre-ocupados. San Pablo se refiere a las muchas pre-ocupaciones que nuestro mundo nos genera. Las preocupaciones nos causan una división interior: el futuro no nos deja vivir el presente.

Y san Pablo nos da al final un consejo: ¡tratar con el Señor, sin preocuparse más! Dejarlo todo en sus manos. ¡Dios proveerá!, como decía Abraham a su hijo Isaac. Dios cuida a los pajarillos y a las flores, ¿no va a cuidar entonces a sus hijos e hijas?, decía Jesús. 

Conclusión

Cuando no tomamos distancias ante la trascendencia infinita de Dios, surgen las idolatrías, las dictaduras religiosas, los cristianos que arrogantemente dicen: “es que si Dios fuera como tiene que ser…” Hay quienes suplantan a Dios en sus juicios, en sus condenas… Quien habla en nombre de Dios sin el impulso de Dios es un idólatra de sí mismo, un demonio.  Por eso, ¡cuidado con los que se sienten profetas.

Proclamemos la Palabra con temor y temblor y no con autosuficiencia. Hablemos cuando ya no podamos encerrar en el corazón el Fuego. Y entonces dejemos que el Verbo de Dios utilice nuestra boca, que el Espíritu de Dios gima en nuestro ser. ¡Sólo entonces seremos profetas del Único Profeta!

José Cristo Rey García Paredes, CMF

DOMINGO 3. TIEMPO ORDINARIO. CICLO B

LA CONVERSIÓN ES POSIBLE: JONÁS Y JESÚS

Dividiré esta homilía en tres partes:

  • El profeta rebelde realiza el milagro.
  • La misión en el espacio “no sagrado”
  • El Reino de Dios difumina la figura de este mundo

El profeta rebelde realiza el milagro

Cuando parece que Dios fracasa en sus recursos para transformar a un pueblo, Dios encuentra las soluciones más inesperadas. Nos dice la primera lectura que Jonás fue enviado a la ciudad Nínive para que hiciera penitencia y se convirtiera a Dios. Tal misión le pareció imposible y Jonás desobedeció emprendiendo un camino que lo alejaba de Nínive; se refugió en un barco que partía en dirección opuesta. Su presencia fue amenazante para todos. Tuvo que reconocer que “huía de Dios”. Fue arrojado al mar y un cetáceo lo devolvió al camino cierto de Nínive. Jonás entró en la gran ciudad. Obedeció. Y la gran conversión y milagro tuvo lugar. Dios tiene recursos para cumplir sus designios a pesar de cualquier oposición ¿Por qué no puede ocurrir hoy lo mismo?

La misión en el espacio “no sagrado”

El evangelio de hoy nos presenta a Jesús como el profeta definitivo, enviado por Dios Padre. Inicia su misión en un espacio profano, en la Galilea de los Gentiles, en la periferia de Israel. Y proclama -desde allí- la sorprendente Noticia: “El Reino de Dios está cerca. Convertíos. Creed en el Evangelio”. Inmediatamente busca “colaboradores”. No elige a sacerdotes o escribas, sino a pescadores. Éstos abandonan sus redes, su familia, y lo siguen. Comienza aquí la restauración del nuevo Israel. Los “Doce” serán el símbolo de un impresionante sueño: Hacer posible el Reino universal de Dios y ellos serán “pescadores de hombres”.

El Reino de Dios difumina la figura de este mundo

En la segunda lectura de la primera carta a los Corintios, san Pablo se sitúa en la misma tesitura que Jesús en el evangelio: “el momento es apremiante… la presentación de este mundo se termina”. Se abren nuevos caminos para todos, también para los pecados -como dice el salmo 24-. Es necesario seguirlos… y delante va Jesús que nos invita: “¡Seguidme!

La Iglesia no tiene sentido si no es la Comunidad de los que siguen, seguimos a Jesús. Todos somos continuadores y continuadores de quienes en su tiempo lo siguieron. El seguimiento de Jesús en nuestro tiempo tiene características nuevas.  Tenemos que proclamar que hay un mundo que no tiene futuro y que nos llevará a la destrucción. Pero hay ¡otra posibilidad! Convertirnos en instrumentos vivientes del sueño de Dios sobre la humanidad.

Conclusión

Aunque la figura de Jonás emerja entre nosotros con su rebeldía, ya vendrá un viento fuerte que nos lleve a nuestro lugar. Y entonces seremos la profecía que convierta a los pueblos de nuestro planeta, seremos el Jesús de Galilea y en su camino hacia Jerusalén. ¡Volvamos a Galilea! ¡Entremos en Nínive! Y no dudemos. Anunciemos que el Reino de Dios está cerca. Lo demás… en manos de Dios.

José Cristo Rey García Paredes, CMF

DOMINGO 2. TIEMPO ORDINARIO. CICLO B

UN DÍA CON JESÚS: ¿CUÁL ES MI VOCACIÓN?

Dividiré esta homilía en tres partes:

  • Dios cuenta con nosotros y nos llama.
  • La vocación nos desplaza
  • La vocación de nuestro cuerpo

Dios cuenta con nosotros y nos llama

La primera lectura nos relata la historia de Ana, -la mujer estéril que concibió un hijo al que llamó Samuel y posteriormente consagró para que sirviera al sacerdote Elí en el templo del arca de la Alianza. Y también nos relata la vocación del pequeño Samuel: por tres veces en la noche, mientras dormía, escuchó la llamada de Dios. Él creía que era el sacerdote quien lo llamaba. La tercera vez respondió a la voz: ¡Habla, Señor, que tu siervo escucha! A partir de ahí, Samuel crecía, Dios estaba con él y sus palabras se cumplían.

Cada vez que escuchamos la Palabra de Dios con docilidad, Dios nos llama. La liturgia de la Palabra es siempre vocacional, para quienes están atentos y dicen en su interior: ¡Habla, Señor, que tu siervo o tu sierva escucha!

La vocación no consiste en aquello que me apetece, gusta o ilusiona. La vocación es aquello que Dios quiere realizar por medio de mí y en mí. ¡Haz de Dios el protagonista de tu vocación y siempre te irá bien!

 La vocación nos desplaza

La vocación se encuentra cuando uno cumple la palabra de Jesús: ¡Niégate a ti mismo, ven y sígueme! Esa fue la experiencia de dos discípulos de Juan Bautista: estaban con él cuando Jesús pasó ante ellos y Juan proclamó: “este es el Cordero de Dios”, que carga con el pecado del mundo. Inmediatamente siguieron a Jesús y Jesús les preguntó: ¿Qué buscáis? Su deseo fue solamente compartir un día con Jesús. Pero aquella experiencia los transformó de tal manera que se inició a partir de aquel momento una cadena de nuevas vocaciones y entre todos y todas formaron la “casa de Jesús”, la “comunidad de Jesús. Como decía León Felipe: “Ya vendrá un viento fuerte que te lleve a tu lugar”. Aquellos discípulos encontraron “su lugar” en Jesús. La vocación siempre nos des-plaza.

Muchos encuentran su profesión… pocos encuentran su vocación. Cuando la vocación proviene de Dios, sólo cabe la respuesta del salmo 39 que hoy hemos proclamado: “Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad”.

La vocación nos integra en un Cuerpo

La segunda lectura de la primera carta de san Pablo a los Corintios nos habla de nuestro cuerpo como santuario, templo de Dios. En cambio, el filósofo Platón decía que el cuerpo es “cárcel”. Nuestro cuerpo fue purificado en el bautismo y allí fue declarado el cuerpo de un hijo o una hija de Dios, un miembro del Cuerpo de Cristo, un cuerpo sobre el que se derrama el Espíritu Santo: “Yo te bautizo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”. Y este cuerpo es alimentado con el Pan eucarístico. El ministro de la Eucaristía nos lo recuerda: “El Cuerpo de Cristo”. Respondemos “Amén”, es decir, ¡somos miembros del cuerpo de Cristo”, como explicaba san Agustín.

Conclusión

Nuestro cuerpo tiene la marca de una vocación divina, de una alianza eterna. Y no solo nuestro cuerpo individual, sino también nuestro cuerpo comunitario, porque somos Cuerpo de Cristo. Cada Eucaristía dominical nos lo recuerda en la liturgia de la Palabra (liturgia de la vocación) y la liturgia eucarística (liturgia del cuerpo de Cristo). 

José Cristo Rey García Paredes, CMF

JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO. CICLO A

JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO: EL LÍDER SOÑADO Y ALTERNATIVO

Dividiré la homilía en tres partes:

  • Añoranza del líder perfecto.
  • Cristo tiene que reinar.
  • Reunirá a todos, pero también juzgará

Añoranza del líder perfecto

¿Dónde encontrar aquí en la tierra y el líder perfecto, el líder soñado? Del buen líder esperamos que nos re-una, nos ayude a ser gran nación, comunidad feliz, que haga crecer en todos un espíritu común y entusiasta: ¿dónde encontrar una persona así… el presidente perfecto, el papa perfecto, el obispo o párroco perfecto, el superior perfecto?  

En la primera lectura el profeta Ezequiel se muestra totalmente escéptico ante la posibilidad -aquí en la tierra- de un “líder perfecto”. Nadie, nadie lo es. ¡Sólo Dios! o ¡aquel en quien Dios se encarne! ¡Solo hay un Pastor capaz de re-unir a los dispersos! Dios mismo será nuestro pastor, nuestro líder; el cuidará de todos; no actuará con favoritismos, ni con prejuicios: “Juzgará rectamente entre oveja y oveja, persona y persona”.

¡Cristo tiene que reinar!

En la segunda lectura de san Pablo, el apóstol afirma con rotundidad “¡Cristo tiene que reinar!”. Se refería a Jesús en su tiempo, pero también a lo largo de la misteriosa historia de la humanidad. Cristo tiene que reinar en todo momento histórico y gobernar el mundo.

Hoy también Jesús “reina” como nuestro “rey invisible”. El día del Corpus lo hacemos visible en nuestras calles. Y si “reina” está poniendo a sus enemigos bajo sus pies. Jesús no nos somete a base de armas violentas, sino lentamente, porque “hace del amor su arma más poderosa” y … espera Irá derrotando a todos sus enemigos… El último será la muerte: cuando haya sido vencida, Jesús entregará el Reino a Dios-Padre, el Abbá.

Reunirá a todos… pero también juzgará

El evangelio nos presenta a Jesús bajo la imagen del Hijo del Hombre. Le encantaba a Jesús llamarse así: Hijo del Hombre. Esa era su tarjeta de visita. Una expresión que procedía del profeta Daniel. En su profecía hizo referencia a los poderes monstruosos y bestiales, que aparecen tantas veces en nuestra historia: son los que promueven guerras, crímenes, pobreza, abusos… Estos poderosos no tendrían la última palabra. El profeta Daniel profetizó la llegada de otro Poder que él denominó: “el Hijo del Hombre”: el poder alternativo a cualquier poder bestial. Y con esa imagen se identificó siempre Jesús: “Yo soy el Hijo del Hombre”, el rey del rostro humano.

Jesús es nuestro rey porque nos reúne cuando estamos distanciados y enfrentados. Nos reúne como individuos y como pueblos. Como hombres y mujeres. El Hijo del Hombre es nuestro juez justo y misericordioso. El Hijo del Hombre se identifica con quienes sufren el hambre, la sed, la cárcel, la enfermedad, la marginación…. En ellos está y por eso juzgará como Aquel que se identifica con los hambrientos, los sedientos, los enfermos, los encarcelados. ¡Misterioso rey que tiene su trono entre los últimos y olvidados!

Conclusión

José Cristo Rey García Paredes, CMF

DOMINGO 33. TIEMPO ORDINARIO. CICLO A

EL ELOGIO DE LA FIDELIDAD CREADORA (Mt 25, 14-30)

Este domingo puede titularse así: “el Elogio de la fidelidad creadora” y “trabajadora”. Hay una fidelidad líquida, que parece estable durante un tiempo, pero después se desparrama, se derrama y desaparece. Otra es la fidelidad creadora y trabajadora, que nunca se cansa: sabe padecer, perseverar y en las dificultades se crece. ¡Esta es la fidelidad a la que nos invitan las lecturas de este domingo!
Dividiré esta homilía en tres partes:

  • La fidelidad es bella
  • El día del Señor, sorprendente como un ladrón.
  • El dinero encomendado y sus frutos

La fidelidad es bella

La primera lectura del libro de los Proverbios y el salmo 127, ensalzan la fidelidad creadora: fidelidad a la propia familia y a todos los que la forman. La esposa y madre fiel, organiza, es previsora y providente; merece ser alabada porque respeta a Dios, vive en su presencia, es fiel a su esposo; es hacendosa y creadora de belleza; es una auténtica perla preciosa. Y el salmo 127 lo ratifica: el padre encuentra en una esposa así y en sus hijos la bendición de Dios.

El día del Señor… sorprendente como un ladrón

La segunda lectura de la primera carta a los Tesalonicenses nos pone en alerta: la fidelidad será examinada el día en que Dios venga como un ladrón en la noche.

En aquel momento temblarán las tinieblas del corazón y será castigado el mal y la infidelidad. Jesús el testigo fiel, el Hijo de Hombre y traerá consigo la Salvación, el Reino de la alegría y de la paz para los que han sido fieles; para ellos será como dar a luz con dolores de parto.

El dinero encomendado…. y sus frutos

El evangelio Jesús tenemos una breve parábola en tres partes: 1) Un hombre, muy sagaz en los negocios, sale de viaje y entrega la administración de sus bienes a tres siervos; 2) dos de ellos los administran perfectamente, negocian y duplican lo recibido; el tercero se deja llevar por la desidia, no negocia y deja infructuoso lo que ha recibido; 3) cuando el señor vuelve, les pide cuentas a los tres. A quienes negociaron los invita a entrar “en el gozo de su señor”; el tercero le devuelve lo recibido: ¡Aquí tienes los tuyo! El señor encolerizado lo expulsa a las tinieblas. La fidelidad no es “conservadora”: la fidelidad es creadora, negociadora, supera cualquier dificultad.
Nunca hay que dar por supuesto la fidelidad. La fidelidad hay que trabajarla día a día. ¿Qué hemos hecho con nuestro bautismo? ¿Qué hemos hecho con nuestra primera comunión? Hay cristianos que en el día del juicio le ofrecerán a Dios sólo un bautismo sin estrenar, una primera comunión sin estrenar, unos primeros votos sin estrenar, un matrimonio que a las primeras dificultades, se abandona.
Nuestro Dios no tolera tanta indolencia. Nos desea creativos, activos, personas con iniciativa. Su amor es fuente de exigencia, como un entrenador a su mejor jugador, un maestro a su mejor alumno…

José Cristo Rey García Paredes, CMF

DOMINGO 32. TIEMPO ORDINARIO. CICLO A

EL DÍA DE LA SABIDURÍA

  • Misteriosa es la sabiduría
  • La suerte de los difuntos
  • ¡Estad en vela!

Misteriosa es la Sabiduría

¿Qué nos dice hoy la primera lectura? Que la sabiduría es misteriosa, pero accesible. Quienes la aman, la encuentran. Se ofrece a quienes la desean y busca a quienes la merecen. Les sale al paso a los caminantes, a los que madrugan.

A la virgen María la llamamos “Trono de la Sabiduría”. Y es que la Sabiduría es su Hijo Jesús. El Señor está muy cerca de nosotros. Él es la sabiduría. No hay mayor sabiduría que las enseñanzas de Jesús. Por eso, venimos aquí, todos los domingos a escuchar su Sabiduría.

Y también nosotros estamos llamados a ser sabios, porque la sabiduría no habla mucho, pero emociona. Utiliza pocas palabras, pero muestra la verdad, insinúa el misterio. Es penetrante y no superficial. Se la encuentra después de un largo camino hacia ella. Una gota de sabiduría vale mucho más que mares de ciencia y ríos de saberes.

¡La suerte de los difuntos!

Cuando hablamos de la muerte nos sentimos inquietos, llenos de zozobra, por la muerte de quienes amamos, y después por nuestra propia muerte. Pero la Sabiduría nos sale al encuentro y nos habla de las Promesas de Dios. Nos habla por boca del apóstol san Pablo en la segunda lectura y nos dice:

  • No ignoréis la suerte de los difuntos. ¡No os aflijáis!
  • Tened fe… dejad toda la iniciativa a Dios Padre. Poned vuestra vida en sus manos.
  • El Señor Jesús vendrá a nuestro encuentro y nos rescatará.
  • ¡Estaremos siempre con el Señor!

Esta es la fe, la esperanza, que da sentido a tanto sufrimiento, a tantos hechos luctuosos que van marcando los días de nuestra vida.

¡Vigilad!

En el evangelio hoy Jesús nos pide vigilancia, estar alerta “Velad, porque no sabéis ni el día, ni la hora”. Esta es nuestra condición humana: ¡no saber ni el día, ni la hora!  

Decía Kierkegaard que vivía cada instante como si fuera el último de su vida. Nos decía Jesús: “no os preocupéis por el mañana”. Le basta a cada día su afán.  Esta es la sabiduría de la vida: ¡llenar el presente de sentido, de vida, de plenitud! Quien está a la espera no se sorprende, no le pilla nada desprovisto. Es como las vírgenes prudentes, provistas de buen aceite en sus lámparas.

Es bueno aprovechar las oportunidades que la vida nos concede… Vivir despiertos exige tener siempre todas nuestras energías a punto, estar en forma.

Conclusión

Para seguir a Jesús de verdad, no necesitamos saber muchas cosas. Pero sí necesitamos anhelar y buscar la Sabiduría. Encontrarse con Jesús es encontrarse con la Sabiduría. Y quien la encuentra ha encontrado un teoro.  Hay personas que saben mucho, pero ¡sin sabiduría! Hay personas que al parecer saben poco, pero Dios les revela sus misterios y viven por eso felices y superar todos los miedos.

José Cristo Rey García Paredes, CMF

DOMINGO 31. TIEMPO ORDINARIO. CICLO A

AUTORIDAD… ¿sin alma? o ¿con alma?

Hoy la Palabra de Dios nos habla de diferentes formas de ejercer la “autoridad”: la autoridad empática, es decir, “con alma” y la autoridad farisaica, engañosa.
Dividiré esta homilía en tres partes:

  • Una autoridad lamentable… “sin alma”
  • La autoridad de la ternura y empatía
  • La alternativa de Jesús: denuncia y anuncio

Una autoridad lamentable… “sin alma”

Acabamos de escuchar la profecía de Malaquías. Su denuncia contra los Sacerdotes del Templo de Jerusalén fue terrible: ¡no dan gloria a Dios! Y ¿por qué? Porque su autoridad estaba emponzoñada por el engaño y la mentira, el favoritismo y la acepción de personas, la corrupción, el abuso de autoridad. Este hecho nos recuerda los abusos del clericalismo en la Iglesia, no digamos, los abusos sexuales con menores que nos han emponzoñado.

Malaquías los maldice y los amenaza con echarles estiércol a la cara. Pero concluye su profecía con una lamentación:

“¿No tenemos todos un solo Padre?” ¿Por qué el hombre despoja a su prójimo, profanando así la Alianza?

La autoridad de la ternura y la empatía

La carta a los Tesalonicense, firmada por el trío de evangelizadores -Pablo, Timoteo y Silvano- muestra un talante muy diferente a los sacerdotes del templo, denunciados por Malaquías. Así le hablan a la comunidad:

  • “Os teníamos tanto cariño. Os queríamos entregar hasta nuestras propias personas… Os habíais ganado nuestro amor”
  • “No cesamos de dar gracias a Dios”

¿No es ésta una forma de autoridad “con alma”? ¡Qué alejada de la frialdad, de la actitud controladora, de la falta de empatía, del distanciamiento jerárquico! Es una autoridad para hacer el bien y nunca para imponer los deseos perversos del “ego”.

La alternativa de Jesús: denuncia y anuncio

Jesús invita a obedecer a las autoridades, pero con reservas: “haced lo que ellos os dicen, no lo que ellos hacen”:

  • cuando son hipócritas, falsos, impositivos y holgazanes: “lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente, pero no están dispuestos a mover un dedo para empujar”;
  • cuando son vanidosos y todo lo hacen para que los vea la gente;
  • cuando solo buscan los primeros puestos y que la gente los llama “maestros”.

La alternativa que Jesús propone es ésta:

  • ¡No aceptéis títulos, ni protocolos mundanos! Vosotros, no os dejéis llamar “maestro”… ni “consejeros”… ni “padre”
  • ¡Poneos en el último lugar y… nada de precedencias! El primero entre vosotros, sea el servidor
  • Dios pondrá la auténtica autoridad en su lugar: El que se enaltezca será humillado. El que “abuse” será descubierto y condenado.

Conclusión

¿Hay todavía entre nosotros algo de esto? ¿Hay vanidad, hipocresía, personas que buscan siempre un cargo más elevado, vedettismo religioso? El papa Francisco denuncia el “clericalismo”, como uno de los males de la Iglesia actual. ¡Aprendamos todos la lección de Jesús, del profeta y del  trío apostólico de Tesalónica!

José Cristo Rey García Paredes, CMF

festividad de Todos los Santos. 1 de noviembre de 2023

LOS SANTOS DE LA “PUERTA DE AL LADO” 

Hace ya más de cinco años (el 19 de marzo de 2018, festividad de san José) nos regaló el papa Francisco una exhortación apostólica sobre “la llamada a la santidad en el mundo actual”. La tituló “Gaudete et exsultate”(=GEx) Y nos invitó a suplicar al Espíritu Santo que infunda en nosotros un intenso anhelo de ser santos; y que nos alentémonos mutuamente en el camino de la santidad.
Escuchamos con frecuencia expresiones como ésta: “mi madre era una santa”. Con todo, se constata que el horizonte de la santidad se han ido difuminando. Apenas se habla de la “santidad” y eso que el Concilio Vaticano II dedicó todo un capítulo de la constitución sobre la Iglesia a la “vocación universal a la santidad”. No a vocaciones “particulares” a la santidad… sino “vocación universal”… la vocación de todos. El Concilio nos invitaba a descubrir esa llamada interior en todos nosotros.
Nos ha precedido «una nube tan ingente de testigos» (Heb 12,1) que nos alientan a no detenernos en el camino y nos estimulan a seguir caminando hacia la meta. Y entre ellos, la más sublime, la más santa, ¡la “Santísimas virgen Maria” y su esposo San José..
El Papa Francisco nos dice que la santidad está presente no solo en los héroes y mártires, sino también en “la puerta de al lado”, en personas que viven cerca de nosotros “y son un reflejo de la presencia de Dios. La santidad es el rostro más bello de la Iglesia.
Dios tiene para cada ser humano un camino y un proyecto único. “Nadie irá, ni fue nunca hacia Dios, por este camino que yo voy. Para cada uno tiene un camino virgen Dios”, decía el poeta León Felipe. Cada creyente ha de discernir su “propio camino” y sacar lo mejor de sí mismo, sabiéndose llamado por Dios y capacitado por Dios para recorrerlo (cf. 1 Co 12, 7). 
La vida divina se nos comunica de formas muy diversas. Hay muchos estilos de santidad; y todos ellos reflejan la santidad de Dios. La santidad no está reservada para la élite. Es una llamada para todos. Y concluyo con una cita del Papa Francisco:

“¿Eres consagrada o consagrado? Sé santo viviendo con alegría tu entrega. ¿Estás casado? Sé santo amando y ocupándote de tu marido o de tu esposa, como Cristo lo hizo con la Iglesia. ¿Eres un trabajador? Sé santo cumpliendo con honradez y competencia tu trabajo al servicio de los hermanos, como san José. ¿Eres padre, abuela o abuelo? Sé santo enseñando con paciencia a los niños a seguir a Jesús. ¿Tienes autoridad? Sé santo luchando por el bien común y renunciando a tus intereses personales”.

Y, finalmente, el test para conocer la santidad son las Bienaventuranzas: Pobreza de espíritu, pureza del corazón, mansedumbre,… dichosos cuando os persigan a causa de mi nombre… ¡Si puedes ser llamado bienaventurado… eres santo!