"El que no toma su cruz y me sigue no es digno de mÃ"

TodavÃa hay quienes se preguntan "¿cómo ser discÃpulos de Jesús?": El Evangelio de hoy nos da la respuesta: hay que amarle; sólo quien le ama puede renunciar a su familia y aceptar la cruz incluso hasta el martirio. Ser su amigo comporta decisiones dolorosas: "el que pierda su vida por mÃ, la encontrará" (Evangelio). Renunciamos por Alguien que nos apasiona y nos libra de rutinas y cansancios. ¿Cómo es mi relación con el Maestro, con el Enviado?. Nada que le entregue se quedará sin recompensa, "os lo aseguro" -dice Jesús-.
Somos discÃpulos desde el momento que aceptamos libremente sus consecuencias: liberados del pecado, nacemos a una nueva vida. En el bautismo nos sumergimos en la muerte y resurrección del Señor (2ª lectura). Vida nueva porque participamos en la Resurrección del Señor. "Vivir para Dios" es liberarse de falsos Ãdolos que esclavizan: soberbia, envidia, lujuria, gula, ira, avaricia, pereza... y conducirse por el EspÃritu: humildad, alegrÃa, fortaleza, honestidad...
El salmo 88 es plegaria para fortalecer nuestra fe en la Palabra de Dios porque realiza la salvación aunque experimentamos nuestra debilidad cada dÃa: "cantaré eternamente las misericordias del Señor y anunciaré tu fidelidad por todas las edades". La salvación ni es individual, ni intimista; es para todos los pueblos y todas las épocas de la historia.
Si somos generosos, solidarios y desprendidos (1ª lectura), formamos parte del nuevo mundo que quiere Jesús de Nazaret. Solo las obras del Evangelio nos identifican como discÃpulos suyos.
Jaime Aceña Cuadrado cmf
Sábado 1ro de julio de 2017, por