"El que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discÃpulo mÃo".

¿Qué es imprescindible para ser discÃpulo de Jesús? La sabidurÃa humana es incapaz de responder; el hombre, enraizado en la tierra, se siente más solidario con los bienes terrenos que se miden y se pesan para disfrute diario que con el proyecto de Dios; "¿quién conocerá tu designio si tú no le das la sabidurÃa, enviando tu EspÃritu Santo desde el cielo?"(1ª lectura). Se salvarán los que se dejen guiar por esta SabidurÃa que ofrece Dios.
Para ser discÃpulo de Jesús hay que abandonarlo todo, vaciarse de todo lo que esclaviza para vivir libres; ser discÃpulo de Jesús es dejarse iluminar y guiar por la SabidurÃa de la Cruz: "quien no lleve su cruz detrás de mÃ, no puede ser discÃpulo mÃo" (Evangelio). Ser discÃpulo de Jesús comporta una decisión muy meditada como la de aquellos que van a construir una casa o comenzar una guerra; estos se preguntan por sus posesiones y dinero disponible; el cristiano se pregunta toda su vida cuánto le falta para no poseer nada y conseguir la libertad del Evangelio; la cruz es renunciar a lo que nos aparta del Reino de Dios, es darse y servir, es orar y vivir con el EspÃritu de Cristo, SabidurÃa del Padre, fecundidad que supera los lÃmites de nuestra condición humana: "Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación (Salmo 89): nos enseña a calcular nuestros años "para que adquiramos un corazón sensato" porque es el Amor de Dios que "hace prósperas las obras de nuestras manos".
El verdadero discÃpulo hace cosas que el mundo considera locura; Pablo escribe a Filemón alentándole a recibir, de nuevo, en su casa al esclavo Onésimo, que se escapó. La SabidurÃa del EspÃritu tiene nueva Ley: "recóbrale, no como esclavo, sino como hermano querido" (2ª lectura). El Apóstol nos recuerda que la comprensión entre nosotros se cimenta en la dignidad del cristiano y en el amor mutuo que hace posible y real el perdón, que supera la justicia humana. Las renuncias del BAUTISMO nos llevan a la SabidurÃa del EspÃritu: Amar, servir, perdonar.
Jaime Aceña Cuadrado
Viernes 2 de septiembre de 2016, por